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 domingo, 11 de junio de 2006  
Editorial
Los papelones del Pami

Vergonzosas escenas se vivieron cuando los familiares de dos jubilados fallecidos no pudieron cubrir los gastos del sepelio, que la obra social supuestamente iba a reintegrar más tarde de acuerdo con una disposición reciente que ha creado graves problemas. La Justicia debió intervenir para evitar el oprobio.

Si existe un sector social que ha cargado sobre sus espaldas con el peso de las sucesivas y dramáticas crisis que han sacudido durante las últimas cinco décadas a la Argentina, son los jubilados. Acostumbrados a desempeñar el papel de víctimas de turno cada vez que se produce un reacomodamiento de piezas en la economía, los integrantes de la mal bautizada "clase pasiva" poseen vasta experiencia en la peor de las materias que debe rendir el hombre en su paso por este mundo: el sufrimiento. En los últimos tiempos la ciudad ha sido testigo de lamentables situaciones generadas en la obra social destinada a atenderlos, el Pami. Por reiteradas, tales circunstancias distan de generar asombro entre quienes asisten a su relato periodístico. Sin embargo, el caso de los sepelios que se demoraron merece ser destacado para que no vuelva a repetirse.

Este diario dio detallada cuenta de lo sucedido en su edición de anteayer, donde se narraron las penurias que debió padecer la familia de un afiliado a la obra social que falleció el viernes pasado y recién fue sepultado cuatro días después. En otro episodio patético, los familiares de una mujer de ochenta años que murió el miércoles último debieron recurrir a la Justicia porque carecían del dinero necesario para adquirir el ataúd y poder velarla. Una de las frases pronunciadas por los parientes de la anciana fallecida resume con nitidez el desamparo sufrido: "No pedimos lujo, sólo poder enterrarla dignamente. Ella era pensionada, le descontaban sus aportes mensualmente. ¿Por qué Pami nos abandona?", se preguntó el hijo de María Rosa Gómez. Y ciertamente que resulta difícil hallar una respuesta que se sostenga en medio de tanto dolor.

La desorganización parece campear sobre toda la escena. Un director de la obra social respondió con preocupante sinceridad ante el requerimiento periodístico: "No tengo idea de cómo se resuelve esto", dijo. Es que un decreto publicado en mayo pasado por el gobierno nacional aclara que el Pami ya no brindará el servicio de sepelio a los jubilados y pensionados. El sistema, de acuerdo con la información, ya pasó a depender de la Administración Nacional de Seguridad Social (Ansés), que brindaría un subsidio después de un mes de comunicado el fallecimiento.

La Justicia intervino con celeridad ante la vergüenza creciente. Es que el pedido de Pami a los familiares de la fallecida -acudir a las casas funerarias, que luego se reintegrarían los gastos- no podía ser cumplido. La razón es simple: nadie disponía de los mil a mil doscientos pesos que resultaban necesarios.

Después llegaría la penosa búsqueda de culpables: las compañías que no permiten el pago en cuotas y hasta la Municipalidad formarían parte de la lista. Pero la responsabilidad en el drama es clara. Carece de sentido y ética intentar trasladarla.


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