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 domingo, 11 de junio de 2006  
Reflexiones
Entre Ferrari y Williams

Carlos Duclós / La Capital

Ezequiel Martínez Estrada, allá por la década del treinta, trazó con inigualables palabras una imagen del político. Decía el magistral escritor que "El político se conserva en el auge de su prestigio mientras dura su habilidad de emplear frases ambiguas, abstractas; mientras usa lugares comunes y frases hechas, sin arriesgar opiniones a fondo. Mas ha de saber transmitir fe al adicto. La fe -sostenía Martínez Estrada- se conserva pura cuando demuestra que sabe de todo un poco, muy confusamente, pero con un gran anhelo del bien". Podría añadirse que el buen político (según los cánones y estándares argentinos, claro) saca partido de la débil memoria del pueblo. Y es más: un buen político -que casi siempre aquí es un pésimo estadista- no sólo conserva el auge de su prestigio mientras hace buen uso de las palabras, sino mientras genera ideas, palabras y acciones que contribuyan a su propósito que, naturalmente, no es el propósito del pueblo. Dicho en otras palabras: mientras es capaz de permanecer en campaña los 365 días del año. Desde luego, y como decía Martínez Estrada el papel del político es "hacer promesas; hablar del porvenir con seguridad de profeta y tener confianza en algo.... El buen político a la usanza criolla hace variar la magnitud de las promesas conforme aumenta su poder.

Hecha esta introducción, puede decirse que si se observa minuciosamente el panorama político nacional, los actores en escena no pueden ser más parecidos al personaje de Martínez Estrada. Es evidente que algo detonó esta escena que por momentos se torna grotesca como consecuencia de los nervios o histeria de algunos funcionarios del gobierno nacional. En realidad no es algo lo que determinó esta escena plagada de excitación nerviosa, sino alguien con nombre y apellido: Roberto Lavagna, quien aparece hoy como posible candidato a presidente. Este hombre, ex ministro de Economía de Eduardo Duhalde y del propio presidente Néstor Kirchner, ha dado por tierra con toda la estrategia de oficialistas y hasta opositores, puso término a la calma que caracterizaba a la euforia triunfalista del kirchnerismo, arrasó con los intentos y esperanzas de hegemonía vestida de pluralismo y su sola presencia abrió, de la noche a la mañana, la puerta a un nuevo horizonte político. De aquí en más todo puede suceder menos seguramente que los beneficios de estos movimientos kirchneristas y lavagnistas los recepcione la sociedad. En ese sentido, la dirigenta santefesina del Ari, Alicia Gutiérrez, ha señalado que "quienes crean que optando por alguna de estas variantes podremos combatir la corrupción, posibilitar la inclusión social, equidad, trabajo digno, políticas sociales universales, educación y salud para todos, seguramente han de llevarse una nueva frustración. Esperanzados e ilusos, por favor abstenerse".


Quién es quién
Lo cierto es que las complicaciones políticas para el gobierno nacional comenzaron cuando desde el socialismo le dijeron no a la propuesta del kirchnerismo de un acuerdo político sellado con la designación de Polino en el Ejecutivo nacional. La rabieta de Alberto Fernández no se hizo esperar y tildó al socialismo de colaborar con la dictadura. De pronto, y por arte de la magia política, lo que hasta hacía un tiempo era de lo mejor para el gobierno pasó a ser de lo peor. No se demoró la reacción socialista y las duras palabras de Di Pollina contra Alberto Fernández al que tildó de colaborador de Cavallo y compartir una lista con Elena Cruz (la esposa de Fernando Ciro) legisladora que reivindicó a Videla, selló el divorcio entre kirchneristas y socialistas. La negativa socialista sirvió también para pasar facturas del peronismo al Frente para la Victoria y para recordar lo que se decía cuando la onda K. coqueteaba con el socialismo. Un dirigente justicialista de peso en la provincia le mandó un mensaje al kirchnerismo: "Bueno, a lo mejor ahora aprenden a distinguir quién es quién".


Descolocado y en silencio
Dentro del socialismo, quien ha quedado descolocado y en silencio es el defensor de la concertación con el kirchnerismo, Hermes Binner. Mientras algunos piensan que más tarde o más temprano Binner podría pegar el gran salto y pasarse a las filas kirchneristas, otros sostienen que si no hay un entendimiento partidario "no tendrá esa vocación suicida". ¿Por qué suicida? Porque o debería al fin de cuentas sumarse al peronismo (la transversalidad no tiene futuro, porque no tiene doctrina) o debería fundar su propio partido y tener el mismo destino, a la larga, que el que tuvo Cavallero. Y esto, por supuesto, también complica a la onda K. que hasta el momento no tiene un candidato en la provincia que mueva el amperímetro de los sondeos. Algunos sostienen que el kirchnerismo, de última, tiene buena onda con Binner, pero la pregunta es: ¿a los candidatos a diputados nacionales del socialismo los pondrá Binner y en la Legislatura nacional responderán a Binner o al partido? Parece bien probable que respondan a esta última estructura en la que Rubén Giustiniani y otros dirigentes tienen un peso merecido.

El advenimiento de Lavagna, impulsado por el alfonsinismo y sus seguidores radicales y la aquiescencia del duhaldismo, complicó, por otro lado, el intento kirchnerista de sumar a los radicales a la declamada estructura pluralista.

En este marco, y con notorio malestar y nervios, el presidente ha salido a decir que "hay que seguir, porque si no, miren, aparecen los viejos fantasmas" A qué fantasmas se refirió el doctor Kirchner? Para algunos fue una clara alusión a Lavagna, Alfonsín y Duhalde. Pero para el observador con buena memoria esta cita -tan abstracta y vaga como la del personaje de Martínez Estrada- no hace más que recordar que el "fantasma Duhalde" fue el que lo impulsó para que fuera presidente de la Nación y que el "espectro Lavagna" fue su ministro de Economía durante mucho tiempo y, mal que les pese a muchos, el artífice de esta relativa bonanza que vive el país. Eso no se puede negar. El presidente dijo durante el acto de la Casa Rosada en el que anunció obras públicas para Jujuy por 150 millones de pesos que "la Argentina ahora está mejor y aquellos que nos fundieron, que nos quebraron, hoy otra vez quieren volver" ¿A quién hizo referencia? Seguramente no pudo ser a Duhalde y a Lavagna, porque si el lector tiene buena memoria el crecimiento de la economía (un crecimiento que hasta el momento no ha solucionado el problema de fondo, que es el del ser humano común) se debió a la gestión de estas dos personas. La ambigua alusión a la devaluación asimétrica carece de sustento, por cuanto hasta el día de la fecha el gobierno la mantuvo.


El campo en el Senado
Mientras todo esto ocurría en el país, el miércoles pasado en la oficina del senador nacional Carlos Alberto Reutemann, sin que trascendiera demasiado, el campo o al menos una buena parte de su dirigencia se hizo presente. El presidente de Carsfe, doctor Manuel Cabanellas, el presidente de la Sociedad Rural de Venado Tuerto, doctor Carlos Castagnani, dialogaron con Reutemann, participando también de la reunión el senador provincial, Ricardo Spinozzi. En la oportunidad, se trataron temas vinculados al sector agropecuario en general y la marcha general del país y también la situación del sector ganadero. En un clima cordial "todos reconocieron las gestiones permanentes que el senador nacional realiza en el máximo nivel del gobierno por la producción agrícola-ganadera -dijo un dirigente justicialista- y principalmente por la provincia de Santa Fe". A buen entendedor, pocas palabras y la reunión en sí misma es todo un mensaje. Por supuesto que la irrupción en la escena política de Lavagna y la negativa del socialismo a integrarse al pluralismo kirchnerista más las complicaciones con el radicalismo ha generado, o generará, diversas situaciones en muchas provincias, entre ellas Santa Fe. Un dirigente del peronismo, rápido de reflejos, advirtió: "Bueno, el Lole podría ser candidato a gobernador por Kirchner, pero también podría serlo por Lavagna ¿Por qué no?". Hasta los dirigentes de la oposición ahora observan con detenimiento el horizonte político y no faltó un ocurrente dirigente del Ari que expresara con picardía: "Ahora Reutemann está entre Ferrari y Williams". Lo cierto es que muchas acciones política ahora están en alza. Son las de dirigentes que hasta el momento han preferido estar lejos del personaje chamuyero de Ezequiel Martínez Estrada, son aquellos que en el calor de la campaña desatada prematuramente han preferido guardar prudente silencio. Uno de ellos es Reutemann, otro Giustiniani (casualmente los dos senadores nacionales) los otros, como los peces, corren el riesgo de morir por su boca. Una nueva escudería está a disposición para las pistas argentinas, y seguramente no son pocos los pilotos políticos que se estarán preguntando ¿Ferrari o Williams? Para el circuito santafesino lo aconsejable sería que el mago de calle Balcarce se decida de una buena vez.


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