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 domingo, 11 de junio de 2006  
Chapa sin pintura
Argentina debutó ganando pero no le sobró nada

Le tiró un rato la camiseta encima. Apenas con eso fue suficiente. Pagó la aliviadora victoria en el debut sin poner una moneda de más, regateando tanto el mango que corrió el riesgo de no comprar la oferta. Tal vez la pobreza del rival lo cebó. En todo caso, Argentina debe estar contento por arrancar el Mundial ganando, pero alerta porque lo ofrecido ayer ante Costa del Marfil puede ser pan para hoy y hambre para mañana. ¿O acaso el fracaso del 2002 no empezó con un triunfo sobre Nigeria igual de justo?

  Argentina ganó bien, pero no jugó bien. Mereció la ventaja pero el fondo fue la figura. Parecería que explicar semejante contradicción requeriría más de un psicólogo que de un observador futbolero. Sin embargo, un ratito de Riquelme fue más productivo que el poco punzante dominio de pelota africano que le dejó hacer un mediocampo sin contención, pese al doble cinco. Dos apariciones de sus delanteros Crespo y Saviola cotizaron más que la de Drogba, el único adelantado marfileño. La seguridad de Abbondanzieri contrastó con la de Tizié. Y la primaria decisión de hacer valer la historia jugó, por supuesto, su papel en la victoria, tanto como que la decisión de guardar ese argumento lo puso al borde del abismo.

  Apenas eso, tanto como eso.

  O mejor dicho. Tanto como eso, apenas eso.

  La grandeza albiceleste, traducida en el gol anulado a Ayala y en los dos toques de Riquelme que facilitaron las conquistas de los puntas, se empequeñeció tanto que Argentina terminó jugando a lo Costa del Marfil: con un sólo hombre de punta, que no era uno de los titulares goleadores sino otro sin experiencia internacional como Rodrigo Palacio, desperdigado a la buena de Dios sin compañía, mientras enfrente el equipo africano ya había comprendido que debía acompañar más el esfuerzo de Drogba.

  Pekerman invirtió los roles con Henri Michel y su equipo le hizo caso. Con las variantes (de nombres y posicionales) le dejó el protagonismo al rival, confiando en que el toqueteo lateral e intrascendente de Riquelme y compañía haría ganar el tiempo necesario sin sobresaltos.

  Pero no fue así. Se agrandaron más Abbondanzieri y sus laderos. Empalideció la imagen de la selección argentina. Se sumaron puntos y desconfianza.

  Y quedó claro que para lo que vendrá no hará falta tanta chapa como pintura.


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Crespo acaba de convertir y festeja con sus compañeros.

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