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 domingo, 14 de mayo de 2006  
Ilha Bela: un paraíso por descubrir

Diego Neyer Gasser

Ubicada a sólo 3 horas de San Pablo y a un par de horas en avión de Argentina, Ilha Bela es un amplio paraíso donde la naturaleza reina en diversas formas.

El archipiélago está constituido por cuatro islas: la de San Sebastián, Buzios, Victoria y de los Pescadores, junto a islotes como Sumítica, Serraría y Codó; que sirven como refugio para las aves que, durante el otoño y la primavera, realizan sus viajes migratorios.

Ilha Bela está ubicada en la isla de San Sebastián, forma parte del circuito turístico Litoral Norte y es la isla de mayor extensión en Brasil. El 90 por ciento de su selva atlántica se encuentra protegida y en estado puro, un logro que se debe al trabajo del estado de San Pablo. En 1977 se creó el Parque Provincial, y la Prefectura, que es sinónimo de municipalidad, sancionó un estricto código de edificación que no permite construcciones mayores a los 100 ó 200 metros, de acuerdo a la zona en la cual se emplace el proyecto.

Ilha Bela tiene 45 playas, 140 kilómetros de costa, 350 cascadas, y una de las cuencas de agua dulce más importante del continente, un verdadero vergel en el medio del océano Atlántico, declarada por la Unesco reserva de la biosfera y patrimonio de la humanidad.

Su historia es amplia. Comenzó con la población aborigen autóctona, los tupiguarani, que viajaron hacia este territorio desde el siglo XII y subsistieron en base a la pesca y la agricultura rudimentaria. Los restos arqueológicos encontrados en la zona llamada Viana afirman esta posición. En esos tiempo, la isla era conocida con el nombre de Maembipe.

La etapa colonial comenzó con la llegada del marino Américo Vespucio, -un italiano al servicio de la corona portuguesa- y Gonzalo Cohelo. La expedición estuvo compuesta por tres navíos y llegaron a continente el 20 de enero, día consagrado por la iglesia católica a San Sebastián, pero durante más de 100 años la isla quedó a la espera de algún explorador. En 1608 los conquistadores empezaron a habitar la isla junto a los esclavos angoleños que cultivaban arroz, mandioca y la caña de azúcar.

Durante este período los campos sembrados crecieron en la isla y sus costas se poblaron de un verdadero tráfico de pequeños barcos que llevaban y traían todo tipo de mercancías. El modelo se extendió hasta el año 1888 cuando se abolió la esclavitud en el país carioca.

Símbolos

La historia dejó sus marcas y en cada rincón de la isla es posible descubrir ese pasado agrícola a partir de los nombres: Prai de currales (playa de los corrales), Ponto de boi (punta de toro) o Ponta cabezuda.

La primera iglesia de la isla fue la de Nuestra Señora de la Ayuda y el Buen Suceso, que se construyó en 1785. Este templo, como las seis capillas de la isla, tiene su puertas mirando al mar, ya que según la tradición, es un símbolo de buen augurio para los navegantes que enfrentaban el mar en canoas y botes rudimentarios.

La isla tuvo varios nombres, como Vila Bela da Princesa, en honor a la princesa de Beira; VilaBela y Formosa, nombre impuesto por el presidente Getulio Vargas. Este último duró cinco años hasta que una revuelta popular instauró en el año 1945 el nombre actual: Ilha Bela.

El primer hotel, el Bela Vista, se construyó en el año 1936, un par de décadas antes del arribo más fuerte de viajeros, que vino mediante la comunicación instaurada por una barca que unió San Sebastián con la isla. Ese fue el puntapie inicial para el turismo, ya que de a poco la gente empezó a hablar de las bellezas del arrecife. La isla fue incorporada como un lugar de descanso para los paulistas, que construyeron casas de fin de semana.

Hoy cuenta con más de 3000 plazas distribuidas en 20 hoteles, 59 posadas y 3 complejos de camping.


De paseo
La isla sólo está urbanizada del lado oeste y se divide en tres: la zona norte, en donde se encuentra el Farol de Puntas de Canas, la playa de Pinto y la playa de Sino; la zona centro, donde se ubica el casco histórico de la ciudad, denominado Vila, las playas Santa Tereza, Itaguazú y Pereque (palmeras con cocos), y la zona sur, donde están las playas de Julián, Hechicera, Playa Grande y de Corrales, la elegida por la juventud, ya que hay muchos resto-pubs y tumbonas para disfrutar tardes enteras de sol y mar.

La isla cuenta con un servicio de transporte que recorre estos circuitos durante todo el día, hasta pasada la madrugada. Al resto de las playas, según su ubicación, se puede acceder a pie, en jeep o en barco. Algunas son playas muy bonitas como la Mansa, de Figuiera, del Gato y Castellanos. A estas últimas se las puede visitar en excursiones que atraviesan en 4x4 el Parque Provincial hasta la playa del Gato, en la que se toma un sendero de una hora de caminata hasta llegar a la cascada homónima, de 70 metros de altura. El paseo permite almorzar en la playa Castellanos, ubicada entre las 10 mejores del Brasil, que debe su nombre a los barcos españoles que llegaban a contrabandear al lugar.


Garfios
Toda isla tiene leyendas de piratas e Ilha Bela también. Por estas aguas navegaron Thomas Cavendish, Francis Drake, Anthony Knivet y Duguay-Trouin. Ubicada en un punto estratégico, Ilha bela fue acechada por piratas ingleses, franceses y holandeses. En isla de las Cabras se pueden observar los cañones utilizados para la defensa.

Las otras historias que circulan son las de naufragios. Una treintena de barcos sucumbieron frente a estas costas desde 1984, cuando se hundió el Dart, de bandera inglesa. Uno de los hundidos más famosos es el buque de lujo Príncipe de Asturias, que iba rumbo a Buenos Aires y tenía a bordo joyas, libras y estatuas de bronce. Todavía no se sabe la causa exacta de su naufragio, pero según investigaciones, una fuerza magnética modificaba el rumbo de las brújulas. Estos naufragios son el principal atractivo de personas que practican el buceo.

Pero el mar siempre se toma sus revanchas, y hoy la isla es la capital nacional de la vela, como consecuencia de las excelentes condiciones de viento y navegación. En julio, una centena de barcos de todo el mundo llegan para la competencia.

Desde hace un año la isla se convirtió en puerto de más de medio centenar de cruceros de lujo. Muchos de ellos parten desde Buenos Aires y otros en sentido contrario, desde Río de Janerio hacia Punta del Este.

En la última temporada se inauguró una posada con disco, club de playa, lounge- bar y restaurante mediterráneo, un concepto que revolucionó a toda la isla. Su dueño y fundador, el alemán Wolfagang Napirei, se inspiró en tres ciudades: Düsseldorf, Palma de Mayorca y Nueva York, cuyas iniciales componen el nombre del hotel: DPNY Beach.


Una isla con argentinos
Son muchos los argentinos que visitaron la isla como turistas y quedaron atrapados por el embrujo de sus paisajes y las bellezas de sus playas. Uno de los primeros en llegar fue Rafael Desimone, que en el año 1968 decidió quedarse para ejercer su profesión de arquitecto.

Durante dos gestiones consecutivas la novel Secretaría de Turismo de la isla fue comandada y creada por otro connacional: Eduardo Espiaut. Gracias a él y con la ayuda de muchos empresarios se pudieron diagramar acciones en pos del desarrollo: la creación del símbolo de Capital de la Vela, los primeros libros de fotografía de la isla, la Semana de la Vela, el Festival del Camarón y el Consejo Municipal de Turismo.

En la década del 80 uno de los principales centros de reunión social que tenía la isla era el Hotel Palhoca, dirigido por Arturo Rusconi. En el mismo lugar y con una completa remodelación hoy se emplaza la Posada Ilhasol, de dueños también, argentinos.

Quizás sea tiempo de conocer las razones de tantas historias que dan su testimonio de encantos, playas paradisíacas y lugares soñados.


Recomendaciones
Desde Rosario la empresa Gol tiene servicio los días martes, jueves y sábado a San Pablo, con escala en Porto Alegre. En Ezeiza, Aerolíneas Argentinas, Tam, y Varig ofrecen servicios diarios y directos.

Desde el Aeropuerto de San Pablo hay que tomar un colectivo hasta la estación de colectivos Tiete. Desde ahí, la empresa Litoranea cuenta con servicios diarios hasta San Sebastián. La balsa sale cada 30 minutos y no cobra a las personas que van sin vehículo. Otra posibilidad es alquilar un coche, opción ideal para estadías menores a los 4 días.

El dólar es aceptado, al igual que todas las tarjetas de crédito, pero conviene llevar reales.

La isla tiene muchas fluctuaciones de precios, en especial durante los fines de semana. Conviene preguntar, e inclusive negociar los valores de antemano. Los hoteles y posadas tienen diferentes tarifas para parejas, temporada baja, alta, fin de semana largo, semana internacional de la vela, carnaval o promociones para los mieleros.
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La mayoría de las playas son desiertas, con transportes que la recorren a diario.

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