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 domingo, 14 de mayo de 2006  
Lecturas
Viviendo entre fantasmas

Carlos R. Morán / La Capital

A los 23 años, "Banana" Yoshimoto (su verdadero nombre es Maoko) deslumbró con su primera novela, "Kitchen", breve texto en el que habló sobre una juventud solitaria y desorientada, viviendo en el Japón del ultradesarrollo y la tecnificación, que con su masificación dificulta la vida de relación y parece incrementar el desamparo.

Hija de un reconocido crítico nipón y hermana de una famosa dibujante de manga o cómic, Banana es minimalista, dueña de una escritura que apela a una cierta simpleza de su voz mientras narra el desasosiego de sus jóvenes protagonistas que se escudan en la bebida (mucha), la música, el inglés, la comida y el sexo para sobrevivir. De una manera sesgada pero persistente, como una suerte de eco, se deja sentir el Japón -y el Tokio- bullente y cosmopolita, marcado a fuego por la presencia de Occidente.

En sus textos hay otras marcas niponas, como el suicidio de gente muy joven y muy perdida. Estas ficciones datan de fines de los 80 y principios de los 90 del siglo pasado, pero lo cierto es que la cuestión del suicidio de los jóvenes sigue siendo llaga viva en Japón.

Sus historias están sacudidas además por otra presencia, la de los muertos, la de los posibles o seguros fantasmas. Ocurrió así con "N.P." (de 1990) y más aún con "Amrita" (que es más actual, de 1997) y pasa con los tensos y hasta notables relatos que integran "Sueño profundo", publicada originalmente en 1989.

"Sueño profundo", el primer relato que da título al libro, habla de Terako, la joven amante del ejecutivo Iwanaga, a la que se le ha muerto su íntima amiga, Shiori. Sobre esa muerte, un suicidio que le cuesta verbalizar, objetivarlo, nada le cuenta a Iwanaga. En realidad son amantes que no se cuentan en detalle sus mutuas historias aunque ella sabe que él "está casado con una mujer que vive envuelta en un silencio profundo, dormida, inconsciente, en el hospital".

A ella misma le envuelve el sueño, hasta verse abrumada por la necesidad de dormir a lo que accede aún a costa de dejar de ingerir alimentos. Cuando duerme profundamente Shiori se le hace presente de una manera muy vívida. En otro momento, en medio del sueño y del hambre, se topará con una mujer joven que, todo así lo indica, no es más -ni menos- que un fantasma. Nada de sus experiencias y vivencias transmitirá a su amante: "Lo único que he tenido claro desde el principio es que este amor se sostiene en la soledad. Entre tinieblas desiertas que parecen brillar yacemos los dos, mudos", cuenta.

Los otros textos, "La noche y los viajeros de la noche" y "Una experiencia", son más breves y se inscriben en el mismo registro que el relato central. Así, en "La noche..." Shibami, otra joven, resulta el hilo conductor de una historia que une a Sarah, una becaria norteamericana, con su hermano Yoshihiro y con la prima de ambos, Marie. Ellas tendrán amores con ese hermano al que Shibami extraña y rememora porque murió en un accidente.

Habrá otro muerto protagonista en "Una experiencia", en este caso Haru, quien ha sido la rival de Fumi-san. En el relato, Fumi-san ha comenzado a beber y cuando se emborracha oye una melodía que la llena tanto de congoja como de felicidad. Supone que es Haru la que intenta hablarle y lo logrará hacer a través de un hipnotizador. Al hacerlo sabrá que en realidad ambas tenían mucho más en común de lo que suponía. Pero al saber cuán importante era esa mujer en su vida, Fumi-san se sintió embargada de "una tristeza insoportable", porque el pasado se encontraba irremediablemente lejos, "más lejos que la muerte".

Yoshimoto busca así desentrañar las verdades profundas que agitan el alma humana a través de los sueños y de los fantasmas de los seres muertos y queridos que tantas veces abruman. Asomarse a todo aquello que en las noches quedará develado.
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