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 domingo, 14 de mayo de 2006  
Se suspendió cuando River vencía 3 a 1 a Quilmes

Ni la última fecha se salvó de la violencia. River Plate le ganaba 3-1 a Quilmes en el Centenario cuando el árbitro Gabriel Favale se vio obligado a suspender el partido a los 22 minutos del segundo tiempo por incidentes provocados por hinchas locales.

Molestos por la actuación de su equipo, los simpatizantes cerveceros primero se enfrentaron con la policía y después arrojaron todo tipo de proyectiles al campo de juego. Tras esperar 10 minutos, y al ver que la situación no se calmaba, el árbitro determinó la suspensión del juego.

Así River se despidió con un triunfo de un torneo al que le soltó la mano en las últimas fechas, un poco porque le faltó fútbol y otro porque la disputa de dos competencias en forma simultánea le terminó pasando factura, en especial por la racha de lesionados que sufrió.

River salió a jugar con la clasificación para la Copa Libertadores del año próximo asegurada por resultados ajenos, pero afrontó el encuentro con suma seriedad y le dio otro dolor de cabeza a un Quilmes que se retiró preocupado por el promedio con que comenzará la próxima temporada.

El arranque del partido fue un espejismo. Porque recién habían transcurrido 10 minutos cuando Quilmes se puso en ventaja. Federico Domínguez cruzó a destiempo a José Chatruc dentro del área y Silvio Carrario cambió el penal por gol.

Osvaldo Sosa paró un esquema 3-3-3-1 por primera vez en el torneo. Y la apuesta le venía saliendo bien porque a River le costaba progresar con claridad y por ese entonces Quilmes no sufría contratiempos.

Pero a los 21 Daniel Montenegro mandó un centro desde la derecha y Marcelo Gallardo marcó el empate con un cabezazo de pique. A partir de entonces, el desarrollo cambió por completo.

River creció anímicamente y Quilmes comenzó a retroceder peligrosamente. La fortuna estuvo del lado de los millonarios sobre los 29: Gallardo pateó desde media distancia, la pelota se desvió en Sebastián Pena y descolocó a José Ramírez para el 2-1.

Al minuto siguiente, el Muñeco lo dejó solo a Augusto Fernández, cuyo remate salió desviado. Quilmes estaba desorientado y a los 33 River lo tomó muy mal parado. La visita salió rápido de contragolpe y Daniel Montenegro habilitó a Danilo Gerlo, quien se había desenganchado por la derecha a toda velocidad y al ingresar al área sacó el tiro cruzado que se transformó en el 3-1. El defensor no lo gritó por su pasado en Quilmes.

A puro toque y circulación del balón, River tuvo tiempo para lucirse en los minutos finales de la etapa. Abrumado, Quilmes careció de respuestas y se fue al descanso insultado por su gente.

Al ver que el dibujo táctico inicial hizo agua, y ante la necesidad de torcer el rumbo, Osvaldo Sosa lo mandó a la cancha a Mario Turdó por Diego Capria tras la reanudación.

Entonces Quilmes quedó con cuatro en el fondo y dos delanteros. Sin embargo, en el juego poco cambió y antes de que se cumplieran los diez minutos iniciales la gente de Quilmes comenzó a reprobar a sus jugadores al grito de “vayánse todos, la puta que los parió”.

River estuvo cerca de aumentar con un tiro libre de Domínguez que Ramírez sacó al córner.

A los 18 Daniel Passarella lo puso a Cristian Tula por René Lima y River quedó parado con el 3-4-1-2 al que el técnico recurrió en los últimos partidos.

Pero enseguida se iniciaron los incidentes y el Clausura se despidió de la peor manera: con un cotejo suspendido por culpa de los violentos que no saben perder, en este caso vestidos con los colores de Quilmes. (DYN)
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