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 domingo, 14 de mayo de 2006  
Panorama político
Carne trémula

Mauricio Maronna / La Capital

Como la inquietante morocha entrerriana que, sin miedo escénico, se paseó ante los ojos de la mayoría de los presidentes y jefes de Gobierno más importantes del mundo, rompiendo el tedio de una cumbre soporífera, María del Carmen Alarcón le dio entidad a una célebre frase de Andy Warhol: "Todos tienen derecho a cinco minutos de fama".

La maniquea visión de la realidad que acecha a casi todos los sectores políticos siembra confusión respecto a la expulsión de la diputada de la presidencia de la comisión de Agricultura.

Para los críticos del gobierno, sean políticos, periodistas, empresarios u opinólogos, se trata de otro capítulo de la "intolerancia", "hegemonismo" y "autoritarismo" que sobrevuela en el gobierno nacional y derrama en el Congreso.

En verdad, la morocha santafesina pareció buscar la quinta tarjeta amarilla como esos futbolistas que no tienen ganas de jugar en su equipo el próximo partido. Aunque resulte una verdad de Perogrullo, resulta incongruente que la principal batalla que libra el Ejecutivo contra la inflación (de la mano del precio de la carne) tenga a una opositora a esas políticas como principal referencia en la tumultuosa Cámara de Diputados.

Pese a la moda (en muchos casos bien fundada) de alinear a los oficialistas en el rincón de alcahuetes y miedosos, no luce desacertado que Agustín Rossi (jefe de la bancada) le haya pedido la renuncia a la titularidad de la comisión. Como en la fábula de Caperucita y el lobo, los antecedentes K con relación a la voluntad de quitarles autonomía a quienes apenas suelen esbozar intersticios diferenciadores de la política central provocó un revuelo inesperado.

El presidente regresa al país con las columnas políticas atiborradas de críticas por la "ausencia de pluralismo" en su administración, justo en el momento en que parece encaminarse hacia la recomposición de los vínculos rotos con el resto del mundo.

El rastreo de fuentes para conocer detalles sobre el trasfondo del culebrón conduce inevitablemente a los presuntos vínculos de la santafesina con Miguel Saredi, ex diputado y una de las cabezas del Grupo Pampa, a quien se señala como nexo entre el mundillo agropecuario más concentrado, Mauricio Macri y los restos del duhaldismo que siguen en la Cámara baja.

A la legisladora parece caerle de maravillas el rol de heroína que le conceden los hoy críticos "opinadores galácticos" antikirchneristas (una grandilocuente definición de Jorge Fontevecchia respecto a sus plumas de renombre).

Para entender cómo funciona el mundo K vale recordar un diálogo entablado sobre el filo del cierre de listas de los comicios a diputado nacional del 2003. "Gordo, si vos vas a la Cámara tenés que ser recontrakirchnerista, acá no hay lugar para las disidencias. ¿Te queda claro?", le dijo Carlos Reutemann a un actual legislador (ultramenemista entonces) que, hasta hoy, cumple a rajatabla con esa premisa.

El choque en el bloque del PJ aterrizó en Santa Fe con una repercusión notable. Sobreactuando su profesión de fe kirchnerista, el Lole salió apresuradamente a aclarar que actualmente no tenía ninguna relación política con quien fuera jefa de Ceremonial en su primera Gobernación y casi secretaria privada en su primer mandato como senador.

Con autonomía de vuelo, Alarcón tildó de medroso y obsecuente a su otrora referente y mentor. Para desplegar su ofensiva no anduvo con vueltas y acomodó las situaciones a su antojo. Presentó un encuentro entre ella y otros dirigentes santafesinos como una reunión política, obligando a una nueva salida mediática del hombre de Llambi Campbell para justificar a Rossi por haber sacado a la protagonista de lo más alto de la pirámide de la comisión de Agricultura.

Cierto reutemismo crítico (lo hay, claro) leyó la jugada del senador sin sorprenderse: "Cuando ya no le servís te manda al desierto y te regala un frasco de anchoas. Por favor, mantenga mi nombre en reserva porque me pasa a degüello", dijo a La Capital un ex funcionario de la Casa Gris.

El martes, Alarcón se despedirá de su lugar con toda la pompa y tratando de dejar secuelas en la humanidad de Rossi, blanco de su furia.

En el universo pingüinero no faltan quienes ni siquiera ocultan su sonrisa por las diatribas que caen sobre el jefe del bloque: el ex presidente del Concejo Municipal rosarino sabe que hay muchos tiburones nadando a su alrededor que se precipitarán sobre él ante la primera hemorragia.

Rossi (aunque lo desee) no podrá tirar ese lastre por varias semanas, algo que esmerila su impresionante aumento del kilometraje a la hora de recorrer la provincia de Santa Fe buscando adhesiones para una futura candidatura a gobernador.

Antes de lanzar su postulación espera una definición de Reutemann, quien no dará señales hasta recibir el espaldarazo de la Casa Rosada. "¿Usted sabe cuál es la idea de Balcarce 50 para las elecciones en Santa Fe?", consultó sin inocencia el Lole a un interlocutor. "No tengo la menor idea", se le respondió. "Yo tampoco", cerró el senador, no sin antes dejar un esbozo de lo que le gustaría hacer. "¿Tiene pensado reunirse con el presidente?", le repreguntaron. "Si me avisa, voy", clausuró el diálogo.

El novedoso cuadro preelectoral desconcierta a los peronistas, acostumbrados a la ley de lemas, un instrumento que evitaba las internas cenagosas y las conspiraciones.

"Yo no sé quién toma las decisiones políticas en Santa Fe... Si la Rosada, el partido, el gobernador, no sé. Suceden cosas que en otro lado no pasan. Cualquiera viene y dice cualquier cosa. En una provincia vecina, el gobernador se plantó y dijo qué iba a pasar. Acá eso no sucede, ¿está claro?", señaló, como muestra del nuevo estado de las cosas.

Casi al mismo tiempo, Hermes Binner surfea la ola, el socialismo cerró sin barullo su nómina de autoridades partidarias y, como arándano del postre, disfruta con los tambores de guerra que se baten en el ARI.

En el PS esperan un triunfo del sector de Carlos Favario en la interna de la democracia progresista y, fundamentalmente, que desde la Presidencia de la Nación sigan convocándolos cada vez que el jefe del Estado quiera dar muestras de que no está encorsetado en el "pejotismo".

Con inteligencia, Jorge Obeid tomó el 2006 como un año bisagra para dinamizar su gestión y prefiere evitar las cuestiones electoralistas. El respingo que pegó su administración desde el primer mes del año fue muy bien recibido por los intendentes en el interior de la provincia.

Conocedor del pulso que marca el peronismo profundo, Obeid admitió en una entrevista con este medio que "los grandes electores son Kirchner y Reutemann", despejando rumores sobre un inminente apoyo a Agustín Rossi, como se publicó en un semanario político oficialista de la Capital Federal.

"Está haciendo muchas obras, no tenemos nada que reprocharle. Si sigue así le podrá poner la banda a otro peronista en el 2007 y será reconocido por todos", esgrime un poderoso caudillo del sur provincial.

Donde no están muy conformes los muchachos peronistas es en la Cámara de Diputados santafesina. Varios legisladores critican por lo bajo al presidente del cuerpo, Edmundo Barrera, a quien acusan de "cajonear" varios expedientes que ponen en la mira la gestión de Binner en Rosario.

"Algunos de los nuestros se ponen tiesos cuando ustedes escriben que, si gana las elecciones, el socialismo entrará a la Casa Gris con un ejército de abogados", amplían.

Esperan que, más temprano que tarde, pueda salir a la luz lo que está archivado en una gruesa carpeta que dice: "Listado y detalle, denuncias gestión Binner", además del supuesto incumplimiento por parte de la administración actual de una deuda con el Programa de Grandes Aglomeraciones Urbanas, gestionado ante el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

La calma chicha puede estar incubando un tiempo de tormentas.


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Agustín Rossi, María del Carmen Alarcón y Carlos Reutemann.

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