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 domingo, 09 de abril de 2006  
Un gran piloto para un auto viejo

Carlos Duclos / La Capital

Agobiado y cansado de tanta injusticia, de semejante indiferencia ante el padecimiento social, en un momento determinado de la historia reciente corrió por el pueblo argentino un deseo que impactó en la clase política: "Que se vayan todos". Claro que como algunos gérmenes o virus o como ciertos insectos que provocan rechazo y lograron soportar las duras pruebas y adversidades a través de los milenios, esta clase política argentina se adaptó rápidamente a la novedosa vacuna social, al temible insecticida que se lanzaba por esos días. La historia es harto conocida: se quedaron todos. Sin embargo, y aun con esta supervivencia, algunas corrientes políticas se han debilitado, otras han perdido terreno y aunque no pueda decirse que sus individuos hayan sido exterminados, sí es bastante notorio que como grupos políticos se han visto debilitados. Lo supuestamente "nuevo" va ganando terreno en la mente de la sociedad.

La provincia de Santa Fe muestra ejemplos claros al respecto que están en consonancia con la realidad nacional: el derrumbe de la estructura radical, por ejemplo, que pueda competir con éxito en los actos electorales y la carencia de dirigentes que, como una suerte de locomotora, traccionen al conjunto hacia mejores posiciones políticas. Es decir, el tiempo y el que se hayan quedado todos (y no sólo que se hayan quedado, sino que hayan impedido la aparición de nuevos rostros) está haciendo pagar caro el atrevimiento. Desde luego, se observa que los espacios que dejan estructuras mayoritarias vencidas son ocupados por minorías que se convierten por las circunstancias en mayorías eventuales. Minorías que a veces son más de lo mismo, pero menos conocido.

Una pregunta que es oportuno hacerse en el preludio de las próximas elecciones provinciales es: ¿Cuál será la suerte de la otra corriente mayoritaria en la provincia aún vigente: el peronismo? Para pretender una respuesta es imprescindible observar el panorama. Desde hace poco tiempo y tal vez alarmados por el avance socialista o porque es menester posicionarse adecuadamente dentro de la interna partidaria con miras al 2007, una catarata de reuniones y actos se vienen sucediendo. Desde luego, todos esperan, aunque algunos no lo digan, que Carlos Alberto Reutemann sea el candidato a gobernador para competir con éxito frente a un Binner iluminado por muchas voluntades. En ese marco, decenas de especulaciones se formulan y se lanzan; entre otras, que el presidente Kirchner ya le habría manifestado al senador nacional su deseo de que sea candidato a gobernador en Santa Fe. Pero también otras apresuradas desilusiones campean en el aire: "Pero si Kirchner no se lo pide, el Lole no va a participar". Después está la cuestión de las encuestas (casi todas truchas y realizadas para confundir a la población): "Con estos números el Lole no larga" o "si andamos tan bien sin arrancar, en el 2007 Binner es boleta". Claro que de lo importante ¡ni hablar! ¿Y qué es lo importante? Que casi todos los sectores justicialistas involucrados en reuniones, planes y reflexiones no ofrecen nada nuevo. Las mismas caras, las mismas palabras, y las mismas ausencias de proyectos o al menos si los hay pocos los conocen.


Nada de compromisos
Nadie, por el momento, en el justicialismo y ante una novedad socialista que avanza, ha presentado nuevas figuras que resulten cautivantes. Claro que no basta con proponer nuevos rostros, hacen falta fundamentalmente nuevas ideas sustentadas por personas que se comprometan con superar la crisis y mitigue la angustia que afecta al ser humano argentino. Hace falta gente que no acceda a la función con el propósito de sobrevivir, de quedarse atado al sillón político y ganar la próxima elección, sino con el anhelo de contribuir al bien común. Pero este tipo de compromisos brilla por su ausencia en buena medida porque la dirigencia histórica, esa que logró sobrevivir al "que se vayan todos" no tiene muchas ganas de dar paso a otra gente con proyectos más interesantes para el ciudadano.

Se persiste en ignorar un consejo muy sabio que en el Evangelio quedó sellado con estas palabras: "Busca primero el Reino de Dios (el propósito político sublime) y el resto se les dará por añadidura" (el rédito político y el triunfo electoral). Vaya a saberse por qué el dirigente político siempre apunta a la añadidura y por eso casi todo lo que piensa, dice o hace está en función directa con la imagen y la próxima elección. Salvo excepciones, el peronismo comete el mismo pecado al no fomentar la presencia de nuevas personas para ofrecer al electorado nuevas ideas y nuevos planes. Y esto se agrava por el pésimo manejo que hizo históricamente de la comunicación y el marketing: si hay obras no se ven.

Así como algunos apelan al arreglo de la plaza, la pavimentación de una calle o la realización de un festival para ganar en imagen, aunque la miseria y la pena sigue sin resolverse, así el peronismo sigue apelando al acto mágico de "Reutemann gobernador", sin aportar nada más. En este sentido, algunos dirigentes se parecen a verdaderas rémoras que nadan al lado del tiburón para sobrevivir. Un tiburón que seguramente debe sentir en algunos casos a estos tranquilos sobrevivientes -cuyo único acto es orar al cielo para que Reutemann sea gobernador- como lastres que deben ser cargados a pesar de todo.


El mejor conductor
Otra cuestión que ciertos simpatizantes con el justicialismo advierten es la falta de unidad y hasta de enfrentamientos o en el mejor de los casos distanciamientos que no se sabe bien a que plan coherente responden. "Todos hacen reuniones, todos tienen algo que decir del otro (a veces criticando y criticando mal) ¿estos muchachos supondrán que la sociedad no advierte estas cosas insensatas?".

Es posible que todo esto forme parte de los acomodamientos iniciales, pero si rápidamente el justicialismo o el Frente para la Victoria no se muestra unido, presentando a nuevas figuras y proyectos, lo que no implica desplazar a la estructura vigente, el destino del justicialismo estará lleno de nubarrones.

Finalmente, podría decirse coincidiendo con un dirigente santafesino, que "el peronismo del 2006 es como una escudería de Fórmula Uno que está clamando al mejor conductor para que maneje el vehículo y ganar el gran prix, pero eso sí: le ofrece el mismo auto de hace cuatro temporadas atrás. No sólo quieren el mejor piloto, sino que además que sea mago". Esto es bastante cierto, porque si los sectores interesados en motorizar a este justicialismo con miras al 2007 no remodelan el auto, lo hacen más potente, la tarea de llegar a la meta en la primera posición será ardua, difícil.
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