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 domingo, 09 de abril de 2006  
Las mentes que facturan

"La biotecnología es como la levadura, no se ve pero genera un gran efecto". Con esta metáfora, el titular del Instituto de Industria de la Universidad Nacional de General Sarmiento, Roberto Bisang, eligió definir un sector que a su juicio tiene una "oportunidad interesante" en este contexto económico de la Argentina.

Según un relevamiento realizado por el Instituto que conduce y en el que se apoya además la Secretaría de Industria de la Nación, al año 2004 existían alrededor de 86 empresas de biotecnología a las que en la actualidad se le pueden sumar otras 12 más que facturan en conjunto 1.000 millones de pesos por anuales y exporta por 75 millones de dólares, contra 20 millones de dólares de importación.

De ese modo, se trata de un segmento superavitario en materia de comercio exterior y con facturaciones que no son nada envidiables si se tienen en cuenta, por caso, que el rubro maquinaria agrícola concentra ventas anuales por 3.000 millones de pesos y la industria textil otro tanto.

Además, "en conjunto ocupan 5.000 personas altamente capacitadas y más del 10% del personal está dedicado a la investigación y el desarrollo, cuando el conjunto de la industria destina sólo un 2% a esto", confirmó el subsecretario de Industria de la Nación, José Luis Díaz Pérez.

Por otra parte, los gastos en investigación y desarrollo alcanzan los 50 millones de pesos anuales. "¿Es poco, es mucho?", cuestionó Bisang y se respondió: "es poco si se tiene en cuenta los logros obtenidos".

Al respecto citó avances como los reactivos de diagnóstico, las plantas resistentes a diferentes stress climático y demás que son casi la frutilla de la torta en determinadas áreas.

Por tanto, "si estos gastos en investigación y desarrollo se duplicaran podemos pegar el gran salto", reflexionó el especialista.

Pero este desafío requiere a su juicio de una "nueva institucionalidad", donde se tome conciencia de la necesidad mutua que existe entre científico y empresa y se establezcan sinergias entre ambos para obtener resultados económicos, y se definan claramente las reglas de juego antes de iniciar la marcha. Así mencionó cuestiones clave como la definición de un espacio físico común (parques científicos tecnológicos) y la fórmula de reparto de la renta cuando un descubrimiento tiene aplicación, ya sea a través de la propiedad intelectual y otras fórmulas que permitan claramente definir los beneficiarios antes de que las ganancias comiencen a verse.

Ahora sólo falta que los actores fundamentales -Estado, comunidad científica y empresarios- logren el consenso que buscan desde hace años y será Rosario seguramente donde se juegue el partido.

Sandra Cicaré
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