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 martes, 22 de noviembre de 2005  
Un festejo sin estridencias

Acostado, así pasó David Nalbandian los primeros minutos de ayer en Shanghai, en la que fue quizás la nota más extravagante de su sobrio festejo como campeón del Masters.

El cordobés estaba en un restaurante indio de la ciudad china, y el número seis del mundo ni siquiera pudo darse el gusto de cenar, algo que sin dudas necesitaba tras casi cinco horas de tensión en la final ante el suizo Roger Federer.

"Estoy muy feliz", repetía mientras los pocos invitados a la fiesta miraban con curiosidad la cama estilo oriental, el rincón más cool en el de por sí moderno Face, un local que pone en marcha un bar cuando cierra el restaurante.

Nalbandian no estaba solo. Lo acompañaba su madre, su novia y el español Carlos Costa, su agente e improvisado entrenador durante la mágica semana que vivió en China.

También estaba la plana mayor del tenis, porque la Federación Internacional (ITF) y la ATP habían elegido también Face para su cena de cierre del certamen.

Fue así que el nuevo maestro del tenis mundial vio desfilar a varios de los hombres más poderosos del deporte, todos felicitándolo por el triunfo. Desde el italiano Francesco Ricci Bitti, presidente de la ITF, hasta el sudafricano Ettiene de Villiers, nuevo jefe de la ATP.

Pero Nalbandian prefirió la charla en grupo reducido, la celebración discreta.

El nombre de Nalbandian es desde el domingo bastante más conocido en China. "Nal-ban-dian", repetían con esfuerzo algunos habitantes de Shanghai, que habían visto la final e intentaban aprender el nombre de la nueva estrella.

Aunque Shanghai y China están apostando desde hace tiempo al deporte de primer nivel -desde la Fórmula 1 a los Juegos Olímpicos, pasando por el tenis-, el principal periódico de lengua inglesa del país fue moderado en su despliegue en torno al Masters.

"La némesis Nalbandian justifica su nombre", tituló ayer el China Daily en primera plana, inmediatamente por debajo de una foto y un artículo a ocho columnas sobre el presidente estadounidense, George Bush, saludado en su visita a China por el presidente Hu Jintao.

"La final justificó más que bien el precio de las entradas", escribió el China Daily, que describió el partido como un "épico thriller". Sólo hubo fotos para Federer, una en primera plana y otra en páginas interiores. Del campeón, apenas el nombre y unas frases: a los chinos, novatos en el tenis, pareció impactarles más la derrota del número uno que el nacimiento de una nueva figura.
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