Año CXXXVIII Nº 48939
La Ciudad
Política
Economía
La Región
Información Gral
El Mundo
Opinión
Escenario
Policiales
Salud
Cartas de lectores



suplementos
Ovación


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 20/11
Mujer 20/11
Economía 20/11
Señales 20/11
Educación 19/11
Estilo 19/11
Salud 16/11

contacto
servicios
Institucional


 martes, 22 de noviembre de 2005  
Nalbandian iluminó la temporada
En un año que estuvo signado por la sombra del doping, el cordobés logró un triunfo resonante

David Nalbandian, gestor de un impacto mundial con su conquista en el Masters de Shanghai tras vencer nada menos que a uno de los mejores de todos los tiempos, el suizo Roger Federer, pudo cerrar con gloria un año en que el tenis argentino se vio sacudido por la sombra del doping, con tres casos de jugadores nacionales involucrados.

Nalbandian, el heroico guerrero cordobés nacido en la apacible Unquillo, le dio continuidad a una generación habituada a los grandes impactos y se quedó con un título grande, con un triunfo que prestigia al tenis argentino en general, ya que en el último segmento del año se debió soportar el pesado estigma de la sospecha de doping en cada court donde se presentó a jugar un compatriota.

Es que los positivos de Guillermo Cañas (suspendido por dos años) y Mariano Hood, más la denuncia del diario deportivo francés L'Equipe, que acusó a Mariano Puerta de haberse dopado en la final de Roland Garros que perdió ante el español Rafael Nadal, generó un revuelo alrededor de los argentinos, e hizo mucho daño con la duda permanente y la desconfianza.

Por eso era necesario un impacto grande, un grito triunfal como el de Nalbandian, quien hizo madrugar a muchos argentinos para seguir su suerte en Shanghai, geográficamente lejos y sentimentalmente muy cerca, a partir de su conquista con ribetes de hazaña.

Pasaron 31 años para que un argentino pueda emular a Guillermo Vilas, ganador del Masters jugado en Melbourne, Australia, en 1974 y frente a otro grande: el rumano Illie Nastase.

Y la conquista del Masters, un impacto apenas comparable con el que logró hace un año y medio Gastón Gaudio cuando deslumbró con su talento a París y se adjudicó Roland Garros, llegó de la mano de Nalbandian, considerado por muchos como el tenista más completo de la legión argentina y reconocido como el precursor de hechos de esta envergadura.

Es que el cordobés fue en 2002 el primer argentino en llegar a la final de Wimbledon (claudicó frente el entonces número uno del mundo, el australiano Lleyton Hewitt) y demostró a los demás que el éxito era posible.

Lo siguió Guillermo Cañas el mismo año con su conquista en el Masters Series de Montreal tras vencer en fila a cuatro top ten (los rusos Safin y Kafelnikov, el estadounidense Roddick y el alemán Haas), y desde entonces lo que sucedió después ya no sorprendió tanto.

En 2003 Nalbandian fue semifinalista del US Open y el mismo año en Hamburgo se dio un hecho inusual: cuatro argentinos llegaron a las semifinales de un Masters Series (el unquillense, Guillermo Coria, el Gato Gaudio y Agustín Calleri).

Ese año el Mago Coria venció al mítico Andre Agassi y alcanzó las semifinales de Roland Garros, el torneo más apreciado por los argentinos.

El estallido definitivo llegó en 2004, cuando los argentinos se instalaron definitivamente en la elite del tenis mundial, con tres semifinalistas de Roland Garros (Gaudio, luego campeón, más Coria y Nalbandian, con el inglés Tim Henman como intruso).

Coria conquistó el Masters Series de Montecarlo y el ránking final dejó a tres top ten.

Esta temporada tenía en el haber el memorable triunfo sobre césped contra Australia de visitante por la Copa Davis y otro año con presencia fuerte en el selecto grupo de los top ten, pero la contracara, el costado negativo, eran los mencionados casos de doping y la acusación sobre Puerta.

Y entonces llegó el histórico Shanghai con cuatro argentinos entre los ocho competidores, con el meritorio avance de Gaudio a semifinales en una superficie en la que se siente incómodo y el éxtasis con la consagración de Nalbandian.

El cordobés, quien había anticipado en Wimbledon hace tres años que estaba para cosas importantes, se doctoró de maestro en tierra china y dejó en lo más alto el prestigio de tenis argentino, más la certeza de que los éxitos tendrán continuidad el próximo año. (Télam)
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


Notas Relacionadas
Unquillo recibe a su hijo pródigo

Un festejo sin estridencias



  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados