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 sábado, 20 de agosto de 2005  
candi
Charlas en el Café del Bajo
-"La patria potestad es el conjunto de deberes y derechos que corresponden a los padres sobre las personas y bienes de los hijos, para su protección y formación integral, desde la concepción de estos y mientras sean menores de edad y no se hayan emancipado", dice el artículo 264 del Código Civil.

-Advierto entonces, mi querido Candi, que hará mención usted a la larga y jugosa charla que tuvo con el abogado y amigo Mario Spirandelli.

-En efecto. Mario dice que hay un giro desde la modificación del Código en el concepto de patria potestad: no es como antes, cuando ésta refería a los derechos de los padres, sino que ahora la cuestión es que los padres tienen, en primer lugar, deberes para con los hijos. Ahora, si tomamos en cuenta específicamente los casos de abandonos de menores en la vía pública, tan frecuentes en el país y abandonos, además, que uno ve a cada rato y en cada esquina, Spirandelli marca algo muy atinado y que desemboca en la gran cuestión social, en el gran tema del ser humano argentino.

-¿Qué dice Marito?

-Esclarece, ilustra, que el Código Civil señala también que los actos deben ser posibles para los seres humanos. Usted no puede exigirle a una persona un milagro, la realización de algo que no puede cumplir por más que tenga toda la voluntad de hacerlo. Por ejemplo: no puede exigírsele a un médico cirujano del Garrahan, hoy, que resuelva el tema de todas las intervenciones pendientes, aun cuando el médico quisiera poder sanar a todos los chiquitos que están esperando y que no acceden a la salud por el conflicto suscitado con el personal no médico. Entonces la pregunta que surge es la siguiente: si hay padres que no se pueden defender a sí mismos, porque están condenados por un sistema perverso, ¿cómo podrán defender a sus hijos, cómo podrán hacer valer los derechos de sus hijos, cómo ejercerán los deberes que tienen sobre ellos? Los padres excluidos del sistema no pueden cumplir con las obligaciones que tienen para con sus hijos. "No puede hacer abandono de persona quien no tiene para sobrevivir, quien él mismo está abandonado", dice Spirandelli.

-Es cierto, no es posible.

-De manera que el cumplimiento de la patria potestad en este país es en cientos de miles de casos de incumplimiento imposible. Yo le dije a Mario Spirandelli que tenía razón y que coincidía absolutamente, pero que ello no justificaba la actitud de algunos padres de dejar solos de toda soledad a los chicos en la vía pública y que si no podían mantenerlos deberían dejarlos, al menos, en la puerta de alguna institución.

-¿Y qué le respondió?

-Que había cierta verdad en eso, pero enseguida me dio pie para que yo analizara una cuestión que hace mucho tiempo tratamos aquí. El me dijo: hay que reparar en la gran ignorancia existente. Y esto es cierto y yo añadiría que hay que reparar en "la gran involución mental" que es patente en ciertas capas sociales. Lo que voy a decir a continuación no quiero que se malinterprete, lo digo con profundo dolor y con muchos deseos de que algún día esto se revierta, pero es evidente la "animalidad" en ciertas personas. Hay pensamientos, palabras, gestos y acciones de carácter primitivo. Pero esto es lo que el sistema impuso porque conviene a sus intereses tener un pueblo lo más bestializado posible. Claro que en el fondo esto es muy peligroso y la corporación, que se maneja en esta cuestión por los resultados de la estructura abstracta y no por la reflexión de sus personas, no repara en que una fiera herida, sin capacidad de análisis, se torna peligrosísima para todos.

-Es interesante la diferenciación que usted hace entre los resultados que busca el sistema y el análisis que pudieran hacer los hombres del sistema. Antes de proseguir aclare un poco más eso para que se entienda.

-Es simple: el presidente de una corporación podría analizar que el egoísmo terminará perjudicándolos a él o a sus descendientes, pero la corporación no analiza esto porque es incapaz, por su misma esencia, de hacerlo. Además no tiene descendientes porque la descendencia es ella misma y no puede ser vulnerada por su carácter abstracto. A la corporación no le interesa el hombre aunque ella misma no pueda sino existir por el hombre, y es esta una paradoja mortal que sólo se terminará cuando todos los hombres de la corporación, en una gran asamblea, dispongan exterminar el espíritu perverso del monstruo. Mañana seguimos con este interesante tema.

Candi II

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