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 sábado, 21 de mayo de 2005  
Automovilismo: Mañana, el legendario GP de Mónaco de F1
Pese a ser el circuito más complicado, la categoría se sigue vistiendo de gala

Es el circuito menos seguro del Mundial. La pista está sucia y las instalaciones siguen siendo incómodas. Pero la Fórmula 1 se sigue vistiendo de gala año tras año para el Gran Premio de Mónaco: El mito continúa.

La legendaria carrera por las calles del principado monegasco alcanza este fin de semana su edición número 63. Prácticamente nada cambió desde que en 1929 Anthony Noghes, presidente del Real Automóvil Club de Mónaco, le propusiese al príncipe Louis II organizar una carrera "en casa" para su piloto Louis Chiron.

El recorrido es casi el mismo que en aquella primera edición, y el Gran Premio sigue siendo una excusa más para concitar la atención de todo el mundo en el pequeño país de la Costa Azul mediterránea. Lo único que cambió fueron los bólidos: en 1929 alcanzaban los 170 kilómetros por hora, mientras que hoy son capaces de superar los 340.

"Los guardarrail y el trabajo milimétrico... es un reto de locura", sentencia el alemán Michael Schumacher, cinco veces triunfador en el trazado urbano. "Uno se desvía un centímetro y abandona el circuito en silla de ruedas", agrega el gerente de McLaren-Mercedes, Martin Whitmarsh.

El riesgo es alto, pero al mismo tiempo el circuito parece obsoleto para unas máquinas diseñadas para rendir al máximo y que, sin embargo, terminan el Gran Premio con una media de apenas 140 kilómetros por hora.

"Es una carrera muy especial", confirma el español Fernando Alonso, que llega como líder del Mundial y es el gran favorito para añadir su nombre a la mítica lista de ganadores en el Principado.

Nombres como Santa Devota, Rascasse, Casino, Mirabeau, el Túnel o la horquilla de Loews, la curva más lenta del Mundial con 45 kilómetros por hora en primera velocidad, se mantienen casi invariables desde hace años.

Uno de los pocos cambios se realizó hace unos años en la bajada de la Rascasse, junto al puerto, que fue suavizada para reducir riesgos. "Es curioso. En realidad nos deberíamos alegrar porque sea más segura, pero antes era algo más divertida y emocionante", afirma el alemán Nick Heidfeld.

Pero los aspectos puramente automovilísticos forman sólo una parte del show. La otra la forma el glamour, un concepto que en Mónaco entienden como en ningún sitio: decenas de fiestas se desarrollan por la ciudad, el puerto se llena de enormes yates y cientos de celebridades se dejan ver en cualquier balcón o restaurante.

La lista de 2005 no será menos. Entre las novedades destacadas estarán el productor de cine George Lucas, de gira mundial presentando la última edición de su saga estelar y el actor Tom Cruise.

Tampoco se echará de menos a ninguno de los cientos de hinchas "de calle" al automovilismo, que ahorran durante meses para poder costearse la estancia en el caro Principado.

Pero aunque todo parecerá igual, al final de la carrera habrá algo muy distinto. Por primera vez desde el nacimiento de la Fórmula 1, el ganador en Montecarlo no recibirá el premio de manos del Príncipe Rainiero ni oirá las palabras famosas: "Me alegro de que sea usted".

El Gran Premio se iniciará con un minuto de silencio en honor del recién fallecido príncipe. Y al final de la prueba entregará el trofeo su hijo y heredero, Alberto. Un pequeño cambio para que todo siga igual.
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