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 sábado, 21 de mayo de 2005  
Declaraciones de Carmen Argibay

En recientes declaraciones, la ministra de la Corte Suprema Carmen Argibay manifestó: "No estoy en contra de la vida, pero si alguna mujer quiere abortar, por un motivo que parezca suficientemente serio, tiene que poder hacerlo en condiciones de seguridad en las que no arriesgue su vida ni la de la criatura". Me pregunto: ¿cuáles son las condiciones de seguridad para la criatura? ¿Que se asegure que su muerte va a ser sin sufrimiento, como los condenados a muerte en EEUU, a quienes primero se los anestesia antes de la inyección letal? A continuación dijo: "La Iglesia Católica se pasó siglos discutiendo cuándo llegaba el alma a eso que se había engendrado y hasta que el que no tenía el alma no era persona. Además, durante muchísimo tiempo dijo que en los varones el alma se anidaba antes que las mujeres, como si (nosotras) fuéramos de segunda". La magistrada demuestra una ignorancia lamentable, sobre todo si tenemos en cuenta su cargo. Ninguna religión como la católica ha defendido tanto a la persona humana desde su concepción rechazando siempre el aborto. Oponiéndose a las costumbres del mundo grecorromano, la Iglesia de los primeros siglos ha insistido sobre la distancia que separa, en este punto, tales costumbres de las costumbres cristianas. En la Didaché se dice claramente: "No matarás con el aborto el fruto del seno y no harás perecer al niño ya nacido". Sería conveniente que la doctora Argibay antes de opinar sobre este tema leyera la declaración de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe sobre el aborto provocado del 18 de noviembre de 1978 y la encíclica Evangelium Vitae de Juan Pablo II. Respecto a la consideración que la Iglesia tiene de la mujer, la ignorancia de la integrante de la Corte Suprema es muy grave. Le sugiero lea la carta apostólica Dignitatem Mulieris de Juan Pablo II y que recuerde que el Concilio de Efeso (431) declaró Madre de Dios a la Santísima Virgen María. Y que además de exaltar a los altares a muchísimas mujeres ha nombrado doctoras de la iglesia a Santa Teresa de Avila, Santa Teresita del Niño Jesús y a Santa Catalina de Siena. ¿Le parece que en la Iglesia las mujeres son de segunda?

Doctor Guillermo C. Celoria
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