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 lunes, 09 de mayo de 2005  
Una movida inédita en apoyo al asturiano
Nunca España se conmovió así por la F-1. Y todo por Alonso

Fernando Gabrich / La Capital

Gente. Mucha gente: 115.900 personas, según cifras oficiales. Ni una menos. Y algunas más. El circuito de Cataluña batió el récord de asistencia. Pasión. Mucha pasión. Desde temprano las tribunas se poblaron. Se enfundaron por una marea humana. Ferviente. Desbordante. Azul. Mucho azul. Banderas. Gorras. Chombas. Camperas. Todo azul. Rojo. Esta vez, poco rojo. Poco Ferrari. El motivo: el asturiano Fernando Alonso y su Renault. España vibró ayer con el Gran Premio de Fórmula 1. Antes y después. En la largada y en la llegada. Y vibró en el sentido más literal de la palabra.

Más allá del inobjetable triunfo de Raikkonen. Más allá del segundo puesto, que lo pone cada vez más líder del campeonato, del ídolo Fernando de Asturias. Más allá del abandono del Emperador Schumacher. Más allá de los fríos datos que arrojan las estadísticas, el Gran Premio de Fórmula 1 de España de la temporada 2005 será recordado como el de la pasión y el color.

"Esto es impresionante, nunca he visto nada igual. Ni en Imola. Esto supera todo lo que se ha visto hasta el momento. Todos los pilotos se han quedado impresionados por el clima de las gradas". Las palabras no son de ningún español desbocado. Pertenecen al ídolo Alonso. Y son tan reales como sinceras. El asturiano no olvidará lo que ocurrió ayer. El y su Renault lograron despertar a una España que creía que sólo el fútbol movía multitudes. Y después de mucho tiempo, Montmeló fue más local que nunca. Después de muchos años, en las tribunas hubo mayoría local y los extranjeros se sintieron visitantes.

Barcelona se convirtió en la capital mundial del automovilismo. Las autopistas colapsaron ante tanta afluencia de gente. Desde el viernes, las Ramblas latieron al ritmo de los motores. En Plaza España, el Salón Internacional del Automóvil se llenó de visitantes. Y ayer el júbilo llegó a su punto cúlmine cuando Fernando Alonso pasó la meta de llegada. Las estadísticas dirán que el ganador fue Raikkonen y que el asturiano logró un segundo puesto que lo puso más cerca del título. Pero en la memoria quedará marcado como el día en que un país se volcó enteramente sobre un deporte que siempre admiró pero que nunca lo sintió tan propio. Tan suyo.
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Los españoles se volcaron masivamente al circuito catalán.

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