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 domingo, 20 de marzo de 2005  
México - Tenochtitlán: Ruta de las artes
Un lugar cargado de modernidad que transpira historia por todos los rincones.Datos y secretos para recorrer una ciudad que alberga a 25 millones de habitantes

Armando Picone

Si bien es cierto que viajar a México es una aventura colosal por su diversidad, es importante y casi ineludible para el turista comenzar el recorrido por la capital, también llamada Distrito Federal. En ella se conservan intactas las huellas arquitectónicas de un pasado prehispánico y virreinal combinado con modernos edificios ostensiblemente construidos con la más alta y sofisticada tecnología.

Sus orígenes se remontan al año 1325. Un águila devorando una serpiente sobre un nopal, actual emblema nacional, fue la señal divina conforme a las profecías de Mexitli, dios de la guerra y que los mexicas (primeros habitantes de estas tierras) encontraron en el islote central del lago Texcoco para establecerse.

México-Tenochtitlán estaba conformado por varias islas que con el tiempo unieron los aztecas mediante una compleja red de canales navegables y chinampas (islotes artificiales). Al inicio sirvieron para cultivo pero más tarde fueron utilizadas cual si fuera terreno firme, para diversos tipos de construcciones.

A la llegada de los españoles estos quedaron perplejos ante la distribución urbana que les recordaba la de Venecia. El sistema social, político y económico, más su número de habitantes, sobrepasaba ampliamente el de cualquier ciudad europea.

Lo que otrora fuera llamada por Alfonso Reyes "la región más transparente del aire", actualmente la ciudad más grande del mundo con unos 25 millones de habitantes entre el DF y sus alrededores, es también la más contaminada y sobrepoblada.

Un sitio ideal donde albergarse por la variedad de opciones hoteleras, tiendas, restaurantes y centros nocturnos al alcance de todos los bolsillos es la zona Rosa, cercana al centro histórico. Desde allí es posible vincularse sin complicaciones con todos los puntos de la ciudad. A pocas cuadras, en una amplia zona de 750 hectáreas se encuentra el bosque de Chapultepec, el más grande del mundo dentro de un ejido urbano. En la primera sección, la más antigua del bosque, se puede disfrutar de un paseo por los senderos entre altos y añosos árboles que permanecen como fieles testigos desde los tiempos prehispánicos cuando el lago Texcoco separaba esta región de Tenochtitlán. Entre monumentos escultóricos y rincones sombreados se llega a la calzada que sube al castillo donde se encuentra el Museo Nacional de Historia. Este imponente palacio de estilo neoclásico fue construido en el siglo XVIII por orden del virrey de Gálvez, que más tarde Maximiliano de Hadsburgo hizo remodelar y donde habitó durante su efímero mandato.

Cruzando el Paseo de la Reforma se encuentra el monumental Museo Nacional de Antropología que cuenta con un total de 23 salas permanentes.

Al salir se puede disfrutar de algunos "antojitos" o tacos en los coloridos puestos callejeros. El sonido plañidero de una flauta romperá el silencio del bosque: son los voladores de Papantla. Desde un poste de al menos 20 metros de alto, cuatro hombres asidos de los tobillos por cuerdas se descuelgan girando al compás de la música hasta llegar al suelo.

Otro recorrido obligado es la Plaza de la Constitución o Zócalo, denominación que se usa para designar la plaza principal de cualquier ciudad o pueblo de México. Está delimitado por los casi "gemelos" antiguos y nuevos edificios del Distrito Federal. Al lado derecho de la catedral se encuentra el Nacional Monte de Piedad, lugar donde estuvieron las casas viejas de Moctezuma y que Hernán Cortés reservara para su uso personal después de la conquista. La más imponente construcción en torno al Zócalo es la catedral metropolitana. Su fachada, una de las más bellas de la ciudad en estilo barroco, cuenta con tres puertas en estilo dórico. Vista de frente sorprende la pronunciada inclinación que denota la edificación, pues se está hundiendo al mismo tiempo que las antiguas ruinas de Tenochtitlán emergen silenciosamente.

En los alrededores del Zócalo también se puede visitar el templo mayor. Esta gran construcción pertenecía a un espacio sagrado o plaza principal que medía 500 metros de lado y alojaba 78 edificios. Las escalinatas son imponentes, enmarcadas por una arquitectura policromada y una decoración con figuras antropomorfas labradas en piedra. Por donde quiera que vaya podrá apreciar los extraordinarios murales de maestros como Rufino Tamayo, David Siqueiros, José Orozco y Diego Rivera, entre otros.


Pasado y presente
Siguiendo el recorrido también se encuentran el Antiguo Palacio del Arzobispado, la casa de la primera imprenta, el Museo Nacional de las Culturas, la Escuela Nacional de Artes Plásticas, el Templo de la Santísima, exponentes de una equilibrada mezcla entre el pasado y el presente.

Con orientación sur se llega a Coyoacán, un barrio que antiguamente estaba unido al centro por canales de agua. La innumerable arquitectura virreinal, con casonas antiguas entre angostos callejones empedrados combinadas con los tintes provincianos y las tradiciones, le da a este espacio un sabor muy especial. Los sábados y domingos sus plazas y jardines se convierten en una atmósfera colorida de arte, música y artesanías. Durante décadas esta zona se fue nutriendo de artistas, intelectuales y personajes interesantes no sólo de México sino del mundo. Así encontramos el Museo Frida Kahlo, el Museo Nacional de Culturas Populares, la Casa Museo de León Trotski, el Museo Diego Rivera, el Centro Nacional de las Artes, para abastecer el espíritu a los amantes del arte. Un paseo seductor donde se palpa a cada paso la bohemia.

Para seguir el itinerario cultural, a pocas cuadras se encuentra el barrio de San Angel, ámbito donde se gesta un movimiento verdaderamente vigoroso y quizá el más sofisticado, con espacios como el Centro Cultural San Angel, la Biblioteca de la Revolución Mexicana, el C.C. Helénico.

Frente a la plaza San Jacinto, en una casona del siglo XVII denominada Jardín del Arte, acude una multitud de artistas y artesanos durante el Bazar Sábado, abierto solamente este día, ¡todo un deleite!

Continuando la dirección sur por la avenida Insurgentes y atravesando la Ciudad Universitaria y el Estadio Olímpico se arriba al barrio de Xochimilco donde aún se mantienen vivas las fiestas tradicionales. El punto favorito de reunión es el propio centro que permanece rodeado de avenidas de agua donde perviven los famosos tianguis o mercados con una inmensa variedad de artículos policromáticos. Luego de tanto ajetreo, un solaz paseo por sus canales en coloridas trajineras nos dará una idea del origen lacustre de México. Estas pequeñas embarcaciones navegan entre islas y jardines flotantes acompañadas de otras que ofrecen antojitos, bebidas y música mexicana en vivo.
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En el corazón del Zócalo se levanta el palacio nacional construido por Cortés.

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