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 domingo, 20 de marzo de 2005  
candi
Charlas en el Café del Bajo
-Un reciente estudio realizado en Buenos Aires dice que hoy los chicos aprenden menos.

-¡No es ninguna novedad!

-Pero conviene no olvidarlo. La información dada a conocer ayer sostiene que "la mayoría de los directores de escuelas bonaerenses cree que la calidad de la educación empeoró con la reforma educativa de hace una década. Un estudio académico, publicado a fines de enero último, revela que el 72 por ciento de los directivos considera negativos los resultados de la aplicación de la ley federal de educación de 1993. Sólo el 17 por ciento estima que la reforma fue positiva". Además se manifiesta "que bajó la calidad docente en un 13 por ciento".

-La educación no es una isla dentro de este contexto social caracterizado por la degradación de las virtudes, Candi. Aquí ha habido una involución muy grande, muy espectacular y significativa que se acentuó, en mi opinión, en la década del setenta y que muy lejos de haberse morigerado se ha profundizado en los últimos años. Convengamos en que la endeble situación de la educación argentina es consecuencia de una devastación de valores sociales que ha hecho mella en la estructura cultural.

-Sí, tiene razón.

-Hemos llegado al colmo de todos los colmos, porque no sólo que hay chicos que aprenden menos, sino que hay una franja muy amplia de chicos que no aprenden, lisa y llanamente porque no van a la escuela y otra franja significativa de chicos que van hambrientos y ergo no tienen la capacidad cognoscitiva necesaria y otro número que son mandados a las escuela sólo para saciar su apetito en los comedores escolares. Y seamos sinceros: hay docentes a los que deberían ponerse de plantón en un rincón con las orejas de burro. Serán los menos, pero son, existen y enseñan. Qué enseñan no sé.

-Y bue...

-Hace un tiempito una maestra me envió una carta en la que me decía que yo estaba "herrado" por un concepto vertido. Primero acepté el hecho como una mordacidad, pensé que me quería decir "caballo", después al ver su segundo horror de ortografía imaginé que había oprimido mal las teclas en el fragor de la escritura o que una duda no revisada (hecho que a los que escribimos nos suele suceder por apurados y no tomarnos los tiempos para el repaso del escrito) la había traicionado. Pero después concluí que no, que la pobre muchacha no había pretendido llamarme "caballo" y que en realidad si alguien pertenecía a la familia de los equinos era ella ¿Pero se la puede culpar?

-No, es víctima de esta estructura educativa que tiene el país, una estructura que, como tantas veces lo he sostenido, no es una casualidad, porque el sistema ha trabajado para que resultara ser lo que resultó.

-¡Qué se puede esperar en un país en donde se autoriza sin discriminación el funcionamiento de instituciones privadas que hacen de la educación un comercio y en las que lisa y llanamente se venden los títulos por una cuota mensual! ¿Qué cosa habremos de esperar cuando los salarios docentes son de hambre y cuando la infraestructura escolar es caótica? No se puede esperar nada halagüeño, mi amigo, y los resultados están a la vista.

-Tampoco hay que ser tan pesimistas.

-No, pero debemos convenir en que esta Nación, con todas las riquezas que posee, debería ser un verdadero paraíso, en donde no existiera el hambre, la clase media fuera predominante, la ilustración una realidad y la pujanza una acción cotidiana. Pero sólo un reducido grupo vive en esas condiciones, una gran porción sobrevive tratando de conservar como puede su estatus que va perdiendo de a poco y el resto es pobreza e indigencia. Se ha impuesto la cultura de la droga y el alcohol, se mata para satisfacer esa necesidad. Los juegos informáticos violentos reemplazaron a los cuentos de Vigil, los planes Trabajar sin trabajar reemplazaron a la dignidad del trabajo bien remunerado y la mendicidad que comienza en horas tempranas de la niñez es el primer paso hacia la delincuencia ¿Y todo esto por qué? Porque se atentó contra la educación para cultivar la ignorancia y el idiotismo, que le viene a los señores del sistema como anillo al dedo.

Candi II

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