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 domingo, 23 de enero de 2005  
Relaciones en boomerang

Alejandro es el más grande de los vendedores de la revista Angel de lata. Tiene 27 años y vivió en la calle hasta los 17. Al quedarse sin trabajo, diez años después, encontró en la revista una oportunidad para aportar a los más chicos "valores que no se aprenden en la calle". Sueña con que no haya niños sin techo y con el dinero como única meta, a cambio de comprometer su vida.

Aunque todos los que venden la revista viven con sus padres, sabe que hay otros chicos que duermen en galpones, pasan hambre y frío. "A esos chicos se les cierran todas las puertas: laborales, familiares. No tienen a nadie que les enseñe a bañarse, estar limpios, sacarse los piojos".

El dinero que se junta limpiando vidrios, o abriendo puertas de taxis "es poco y se gasta enseguida. No alcanza para estudiar, ni para higienizarse". Y el modo de vida se retroalimenta. "Lo primero que hace la gente es discriminar. El maltrato y la violencia producen esas mismas cosas. Si reciben todas malas, a la larga, responden igual". Son las relaciones con los demás -cree Alejandro- las que pueden hacer cambiar o perpetuar los conflictos. Cree que propuestas como la de la revista ayudaría a sacar a los chicos de la calle. "Les permite trabajar y no deja que se vuelvan vagos".

Alejandro estuvo empleado en el Mercado de Concentración de Fisherton durante 10 años, hasta que lo echaron el año pasado. Tiene tres chicos, de 2, 6 y 8 años. Volvió a trabajar a la calle y si no hay revistas, abre puertas de taxis.
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