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 miércoles, 19 de enero de 2005  
Apresaron al presunto asesino de Romina Soto
Creen que el crimen y la mutilación de la nena, hace tres meses, fue una venganza contra su madre

Buenos Aires.- Los investigadores del crimen de Romina Soto -asesinada de 27 puñaladas, degollada y mutilada en su casa- creen que la niña de 11 años fue víctima de una venganza contra su madre. Ahora se supo que el día del asesinato a la mujer le robaron dos prendas íntimas de una cómoda de su habitación, en lo que fue interpretado como un signo propio de un "psicópata".

Voceros vinculados a la pesquisa dijeron que en el marco de esa pista, el carnicero Ramón Jacinto Mesa, de 29 años, detenido ayer, es el principal sospechoso, ya que hace aproximadamente un año había mantenido una fuerte discusión con la madre de la nena, Petrona García.

La abogada Silvia Villagra, representante de la familia de Romina, dijo que Mesa trabajaba para los padres de la nena, ocasionalmente acompañando al papá a buscar los repartos de frutas y verduras para su comercio y, otras, atendiendo el local.

"Hace aproximadamente un año por problemas con la madre de la nena, que maneja todos los negocios, este hombre dejó de trabajar para ellos. El tenía un carácter muy fuerte y confrontaba con ella, tuvieron una discusión", recordó la abogada. Si bien fuentes de la pesquisa hablan de un conflicto laboral, hay un episodio llamativo que puede indicar la existencia de una obsesión personal del homicida con la madre de Romina.

Según los pesquisas, el día que mataron a su hija, Petrona advirtió que le habían sustraído de un cajón de su cómoda dos bombachas que había adquirido recientemente y que, se sospecha, se llevó el homicida. Esa pista, sumada al hecho de que Romina debió conocer a su agresor, ya que lo dejó entrar a la casa, cerraron el círculo de sospechosos en alguien con vinculación con la familia.

Mesa, quien tras dejar de trabajar para los padres de la chica siguió frecuentando la zona de Llavallol, luego del crimen desapareció de todos los sitios que frecuentaba.

La prueba fundamental que llevó al arresto de Mesa fue la declaración de un testigo de identidad reservada que lo ubicó cerca de la escena del crimen el 5 de noviembre último, cuando la niña fue atacada, dijo la abogada Villagra.

Según voceros del caso, el testigo dijo que a pocos minutos de cometido el hecho vio a un hombre cambiarse de ropas a unas cuadras de la casa de la víctima y lo describió ante los investigadores, momento en que se determinó la coincidencia con Mesa.

Otro dato que se sumó a las sospechas es que el detenido trabajaba como carnicero en un frigorífico, lo que indica que tenía un buen manejo de cuchillos.

Romina fue asesinada de 27 puñaladas y tenía además un profundo y prolijo corte alrededor del cuello. El asesino le seccionó además las diez primeras falanges de los dedos de sus manos y le extrajo la vagina, en un aparente intento de borrar rastros de semen de los genitales y restos de piel o cabello debajo de las uñas de la nena.

Al ser arrestado ayer a la tarde por policías de Investigaciones Complejas y Narcocriminalidad de Lomas de Zamora cuando salía del frigorífico situado en Vicente López, entre Rojas y Mariano Acosta, de Monte Grande, Mesa tenía en sus brazos cicatrices de heridas que no se descarta le haya producido la nena al momento de resistir el ataque, agregaron las fuentes.

Una prueba contundente para establecer si el detenido estuvo vinculado con el asesinato serán los resultados de las comparaciones del ADN del sospechoso con el del líquido seminal hallado en el cuerpo de la nena.

Romina Soto era la hija menor de un matrimonio de inmigrantes bolivianos -Porfirio Soto y Petrona García-, que el 5 de noviembre pasado fue asesinada en un dormitorio de su casa ubicada en Rauch 912 de Llavallol, partido de Lomas de Zamora.

La familia y los investigadores siempre creyeron que el asesino es un experto del cuchillo y que podría pertenecer al entorno de la víctima, ya que como los accesos de la casa no fueron violentados, la nena le abrió la puerta a alguien que conocía. (Télam)
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La familia de Romina, en Plaza de Mayo.

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