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 miércoles, 19 de enero de 2005  
Marino asegura que los insultos le sirvieron para crecer
El volante se siente contento de haber podido demostrar sus condiciones y disfruta a full de este presente

Luis Castro / La Capital

La vida de cada futbolista siempre encierra una historia cargada de sacrificio. A veces sólo se puede observar el éxito que logran acaparar en primera división con buenos rendimientos, pero atrás existe una vida cargada de broncas, angustias y también alegrías que sólo los más íntimos conocen. Guillermo Marino hoy es una de las grandes figuras de este Newell's campeón, que llegó a las tapas de los diarios capitalinos y demás después de que Boca centrara su atención en su fútbol e intentara llevarlo a la Bombonera. Todos hablan de él, pero a pesar de todo lo que se dice seguirá jugando en el Parque (ver aparte).

Las mieles del éxito no lo cambiaron, mantiene ese perfil humilde de siempre, aunque mucho más maduro. Así como observa con claridad el panorama dentro de una cancha, fuera de ella dispara conceptos de la misma índole y no reniega de nada. Si cuando habló de aquellos insultos que le propinó la gente de Ñuls, lejos de molestarlo le encontró el lado positivo. "A mí me sirvieron para recapacitar. Y para mirarme para cambiar las cosas", confiesa.

Los primeros pasos de su carrera la inició en el Club Atlético San Carlos, de su querido Los Surgentes, donde permaneció hasta los 15 años. Y a partir de ahí empezó a viajar diariamente a Rosario, cuando Roberto Puppo lo descubrió, hasta terminar la secundaria. A veces lo hacía a dedo y si no en colectivo. "Nos poníamos antes de que llegara el ómnibus a parar autos, si enganchábamos algo partíamos. Luego de terminar la escuela me instalé en Rosario", relata el volante en diálogo con Ovacion después del almuerzo y dentro de un horario especial que dio el nuevo cuerpo técnico por única vez (la atención a los medios es de 20 a 21).

Nada era sencillo por esa época. "Me gustaba mucho todo eso. Lo que pasa es que era aventurero, salía a las 11.30 del colegio con otros chicos por un permiso especial que nos habían dado. Se hacía más fácil porque iba acompañado. Llegaba a las 20.30 a mi casa. Así que pasaba el día viajando y entrenando".

Con este panorama a la vista las ganas de "agarrar" los libros se disipaban con el sólo hecho de observarlos, pero Marino contaba con gente más que bondadosa. "Tenía un grupo de amigos y amigas que me ayudaban muchísimo con las tareas. Cuando llegaba tenía todo hecho. Así que a los que estuvieron en mí curso del secundario les debo mucho porque me dieron una gran mano", cuenta gratificado.

-¿Cuál o cuáles fueron los momentos más difíciles que tuviste que soportar en las inferiores?

-Tuve dos lesiones en los tobillos, la misma en los dos. Primero se me rompieron los ligamentos del tobillo derecho y cuando volví, los del izquierdo. Ahí perdí un año y medio de recuperación. Fue un momento muy duro.

-¿Pensaste que no ibas a poder seguir jugando?

-No, pero sí estaba con angustia porque todo me costaba demasiado. Son cosas que hay que aprender y pasar. Era el primer año que estaba en Ñuls, entonces me golpeó pero me pude recuperar.

-A veces uno se sorprende porque hay jugadores que empezaron de delantero y triunfaron de arquero. ¿Vos siempre fuiste volante?

-Sí, variaba porque lo hacía por derecha, izquierda, enganche e incluso de delantero. Me gusta de mitad de cancha para adelante conocer todos los puestos, eso es bueno.

-¿Pensabas que tu futuro iba a estar en el fútbol?

-Siempre soñé con hacer lo que me gusta, y eso es un privilegio para mí. Después las metas se fueron cumpliendo en diferentes plazos. Primero estaba llegar a las inferiores e ir escalando de a poco.

-La gran oportunidad de debutar te llegó ante Colón en el Coloso, ¿qué recordás de ese momento?

-Fue con Tito Rebottaro, me hizo entrar en el segundo tiempo. Me acuerdo que ganábamos 3 a 1, entré yo y nos empataron. Pero a mí nadie me quitaba las ganas de festejar el debut, je.

-Vos tuviste buenos momentos y también algunos altibajos, ¿cómo te tenía esa situación?

-Siempre confié en mí y sabía que una oportunidad concreta y seria iba a tener. Quizás antes, por ser un poco irresponsable o desinteresado, no tomaba conciencia del valor de estar en primera. No me comprometía con las cosas, pero cuando vas madurando y creciendo... Algunos lo hacen antes y el proceso es más corto, a mí me tocó ir de a poco, pasar por muchas cosas y eso me permitió crecer.

-Hubo un momento donde parecía que estabas nominado para quedar libre. ¿Fue así?

-Lo recuerdo. Pero nadie me había dicho nada, eran versiones. La buena fortuna fue que pude continuar en el club y logré demostrar en primera el fútbol que uno siente y quiere jugar.

-Pero sabías que los cuestionamientos pasaban por la imagen cansina que transmitías. Los hinchas, tal vez, querían que fueras al piso a pelear una pelota o corrieras un poco más.

-Yo siempre digo que quizás no importe el camino o la manera que uno hace las cosas sino lo que hace. Hay maneras de parecer cansino o rápido. Pero lo que marca todo es la precisión y la efectividad. Siempre te vas a acordar de eso y por ahí la manera mía despertaba un poco la ansiedad o el malestar de algunas personas. Pero siempre dije que era mi forma de ser y lo importante era producir cosas valiosas para el equipo.

-Al igual que varios jugadores, como Ponzio y Domínguez, una vez la gente también se la agarró con vos y te insultó. Pero eso no te golpeó.

-No, porque sabía que el tiempo o el lugar o la posibilidad concreta de poder demostrar lo que puedo dar la iba a tener. También me sirvieron esos insultos, porque me hacía recapacitar y me obligaron a ver qué era lo que me falta. No fue malo ya que me ayudó a mirarme para corregir las cosas.
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"Quizás antes no tomaba conciencia de lo que era estar en primera".

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