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 miércoles, 19 de enero de 2005  
Editorial
El juicio a Scilingo en España

Acaba de comenzar en Madrid un juicio por el delito de genocidio contra el ex represor argentino Rodolfo Scilingo por su confesa participación en los crímenes de la dictadura castrense que asaltó la Casa Rosada en 1976 y recién la abandonó tras la derrota militar en las islas Malvinas, siete años más tarde. Se materializa así la extraña paradoja de un represor argentino que debe enfrentarse a un tribunal en una Nación extranjera pero que continúa impune frente a la Justicia del país.

El proceso contra Scilingo en España es posible porque los crímenes atribuidos al ex marino son considerados contra toda la humanidad. Esa es la razón por la cual la Justicia ibérica entiende que tiene el deber y la obligación de perseguirlo, juzgarlo y eventualmente sancionarlo penalmente como si en realidad se tratara de un ciudadano español.

Fue en junio de 1996 cuando el juez español Baltasar Garzón proclamó la jurisdicción española para juzgar los crímenes cometidos por los dictadores argentinos. Poco tiempo después el mismo magistrado abrió un proceso para perseguir penalmente a los responsables de la denominada Operación Cóndor. Y fue precisamente en ese marco que el mismo magistrado ordenó el arresto del ex dictador chileno Augusto Pinochet cuando éste se encontraba en Londres, aunque luego no pudo sentarlo ante un tribunal español.

En octubre de 1997 Scilingo viajó a España. En la Argentina ya había protagonizado las recordadas confesiones públicas sobre su participación en la represión ilegal y más específicamente en los denominados vuelos de la muerte. No había ido a Madrid de paseo: lo invitaron al programa de televisión Informe Semanal, donde repitió sus relatos sobre esos terroríficos vuelos en aviones de la Fuerza Aérea que los militares utilizaban para arrojar al mar a supuestos terroristas. Las víctimas caían al océano aún con vida, aunque previamente habían sido dopadas en tierra. Casi todo lo que se conoce de esos vuelos es precisamente por lo que contó, con lujo de detalles, el propio Scilingo.

El ex marino fue detenido por orden de Garzón el 7 de octubre de 1997 y desde entonces está bajo proceso. El mismo confesó ante Garzón su protagonismo en aquellos vuelos macabros, aunque más tarde cambió su versión y lo desmintió repetidamente, como ya lo ha hecho en el juicio que recién comienza. El juicio en el que se dilucidará cuál es su responsabilidad finalmente comenzó la semana pasada y la querella ya anunció que pedirá para él 6.600 años de prisión.

Independientemente del resultado del proceso que se lleva a cabo en Madrid, resulta auspicioso que a tantos años de aquellos crímenes de lesa humanidad la Justicia española aún trate de esclarecerlos y de identificar a los responsables. Al menos podrían ser sancionados allí episodios delictivos gravísimos que aquí quedaron impunes, probablemente para siempre.
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