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 jueves, 18 de noviembre de 2004  
El rey elogió al gobierno de Kirchner durante el almuerzo
La comida en la Bolsa reunió a 403 comensales por casi tres horas.Un menú exquisito

Laura Vilche / La Capital

Faltaban pocos minutos para las 15 y después de los saludos a las autoridades de la Bolsa de Comercio de Rosario y de la foto oficial, no quedaba más que sentarse a la mesa. Fue entonces que el presidente de la Nación, Néstor Kirchner, levantó su copa por el éxito del Congreso y la "querida y hermosa ciudad de Rosario". Y el rey de España, Juan Carlos de Borbón, más formal, leyó un breve discurso en el que elogió la administración del santacruceño. Lo caracterizó como un "gobierno sólido" y resaltó el "ritmo acelerado" de la economía argentina.

Los elogios monárquicos no terminaron allí. El rey recordó la crisis que vivió este país en 2001 y dijo: "Hoy me complace comprobar los pasos de gran importancia que su gobierno y pueblo han dado en el camino de la recuperación. Argentina se presenta al mundo con confianza en sí misma. Puede contar con el pleno apoyo de España".

La escena era observada por la reina Sofía y la senadora Cristina de Kirchner desde la misma mesa, la más importante de las 38 instaladas en el hall central del viejo edificio de la Bolsa (Corrientes y Córdoba). Compartieron el mismo mantel el presidente de la Bolsa, Federico Boglione; el ex presidente de la Nación Raúl Alfonsín; el gobernador Jorge Obeid; el intendente Miguel Lifschitz; el escritor mexicano Carlos Fuentes y el jujeño Héctor Tizón; el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación de España, Miguel Angel Moratinos; el presidente de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha; y el director del Instituto Cervantes, César Antonio Molina.

El maitre de la mesa vip fue Héctor Arbasetti. De impecables guantes blancos y con 32 años de labor en el restaurante de la Bolsa, el hombre reconoció con orgullo haber servido a todos los presidentes de la Nación que han pasado por el lugar en los últimos años. Junto a él un verdadero batallón de camareros: 170 en total. En el resto de los lugares, ubicados donde aún se pueden ver las pizarras de operaciones de la Bolsa de 1929 (época en que Rosario se ganó el mote de la "Chicago argentina"), se ubicaron escritores y funcionarios de la Nación, la provincia y el municipio.

Centros de mesa con orquídeas, un cartel con el nombre y apellido del comensal sobre cada plato, cuatro copas, dos pares de cubiertos, el menú con tapas azules e hilos de plata (centolla fueguina, endivias, blanco de pavo, espárragos, café y masas, vinos de bodegas López y champan Freixenet, valuado en 110 pesos por invitado), una medalla de bronce de la Bolsa como souvenir para cada comensal y un plato con pancitos (que para el presidente Kirchner, como excepción, eran lactales), se veía sobre cada mesa.

Al final del almuerzo -que duró cerca de tres horas-, no faltaron las mozas que orgullosas dijeron que el rey les había dado la mano. Ni los comentarios de las chicas que llevaron a cada invitado a su mesa: "Yo senté a la mujer de Borges (María Kodama)", comentó Celina.

Se rumoreó que Kirchner le dio un mordisco a un pan antes de empezar la comida. Que el rey antes de los postres se fumó un habano. Que la reina en lugar de blanco de pavo pidió como primer plato filet de lenguado. Y que se tomó bien y bastante. Al menos eso aseguró el filósofo Tomás Abraham al bajar la escalera de la Bolsa: "Nos chupamos todo", confesó.
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La hora del brindis en la Bolsa.

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