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 miércoles, 27 de octubre de 2004

Los Monos se quedaron sin su líder

Sergio M. Naymark / La Capital

"Está bien, perdí". Tras pronunciar esas palabras, el hombre se llevó las manos a la nuca y se arrojó al piso. Después de una exhaustiva investigación que se prolongó durante los últimos seis meses y que se profundizó a comienzo de octubre, cuando su escondite fue detectado, Ariel Máximo Cantero había caído en manos de la policía. El hombre más buscado por los pesquisas rosarinos, el mito que "ayudó a crear el periodismo" -según confió uno de los investigadores- está desde ayer tras las rejas. Su pasado como líder indiscutible de la banda de Los Monos, uno de los clanes que en el último lustro sembró de terror, sangre y muerte el barrio Las Flores, parece haber concluído. Ahora deberá dar cuenta de sus hechos ante los jueces que investigan al menos dos homicidios. Y también purgar una condena por narcotráfico que en el año 2000 le dictó la Justicia federal de Corrientes.

Desde el amanecer de ayer, unos 40 efectivos policiales rodearon la zona de Pasaje 1819 y Rouillón, en el extremo sudoeste de la ciudad. Llevaban con ellos la orden de allanamiento correspondiente y sabían que esta vez Cantero no se les podía escapar. Es que "hace unos 20 días se detectó que se aguantaba en esa casa y desde entonces se montó una vigilancia secreta y permanente que controlaba todos los movimientos", dijo a La Capital el jefe de la Agrupación Unidades Especiales, comisario mayor Alejandro Franganillo.

Fue precisamente este jefe policial el que la noche del lunes divisó con sus prismáticos la llegada de Cantero a la casa. El hombre iba acompañado por cuatro secuaces, entre ellos su hijo mayor, Claudio Ariel Cantero, conocido como Pájaro y con frondosos antecedentes penales. Entonces empezó a desplegarse el operativo en derredor de la vivienda. Con las primeras luces del día, quienes acompañaban a Cantero abandonaron la casa y así el lugar quedó libre para que actuara la policía.

A las 10.30 de la mañana, una patada seca abrió la puerta de la humilde vivienda del Pasaje 1819. Cantero, de 40 años, se levantó de la cama, caminó hacia el ambiente de ingreso a la casa y no tuvo más alternativas. Con la misma camiseta de Newell's Old Boys que llevaba puesta, se entregó sin oponer ningún tipo de resistencia. "Estos son tipos que respetan ciertos códigos y cuando pierden con la policía no les queda más que aceptarlo", reconoció el comisario Daniel Corbellini, jefe de la Brigada de Homicidios.

Del interior de la casa, los policías se llevaron una pistola Taurus calibre 9 milímetros, dos cajas de municiones fabricadas en 2004, dos cargadores completos para esa arma, un par de binoculares y un equipo de comunicaciones Ikon con sintonía en las frecuencias del Comando Radioeléctrico, las comisarías y la Guardia de Infantería de la Unidad Regional II.


¿Por qué lo buscaban?
Sobre Ariel Máximo Cantero había cuatro pedidos de captura. Uno de ellos corresponde a la Justicia federal de Corrientes, donde se lo juzgó en ausencia en el año 2000 y se lo condenó a 4 años y medio de prisión por narcotráfico.Poco antes lo habían detenido cuando transportaba 91 kilos de marihuana con destino a la ciudad de Rosario. Pero Cantero fugó de una comisaría y desde entonces nadie supo de su paradero.

La segunda causa está asentada en el juzgado Correccional número 10 de los tribunales rosarinos. Allí había sido denunciado por Margarita Lagos, madre de los líderes de Los Garompas, banda rival de Los Monos en el dominio del delito en el barrio Las Flores, por amenazas coactivas. Fue precisamente esa denuncia la que deparó en mayo pasado un megaoperativo en aquel barrio del sur de la ciudad con la intención de apresar a Cantero. Sin embargo, tras una veintena de allanamientos, el hombre no pudo ser localizado y la policía sólo se llevó detenidos a algunos miembros secundarios de su banda además de secuestrar unos 4 kilos de marihuana y un par de armas.

Otra de las causas está radicada en el juzgado de Instrucción número 3. Se trata del homicidio de Fernando Omar Corso, un lugarteniente de Los Garompas de 26 años cuyo cuerpo apareció el pasado 30 de marzo. Estaba mutilado y enterrado en un descampado de avenida de Circunvalación y Centeno, a unos 500 metros de la casa donde Cantero fue apresado la mañana de ayer.

La cuarta y última causa ("por ahora", como decían anoche en Jefatura), es investigada en el juzgado de Instrucción número 6. Se trata del crimen de Germán Alvarez, un pibe de 17 años al que Cantero y sus secuaces fueron a buscar hasta la villa de bulevar Avellaneda al 4500 el pasado 7 de julio y sobre quien descargaron varios disparos, que también alcanzaron a herir a otro menor.


Una historia de sangre
Ariel Máximo Cantero empezó a construir su figura de "líder" de Los Monos desde su juventud, pero consolidó su posición de "caudillo" en abril de 2003 cuando Juan Carlos Fernández, el Mono Grande, murió ahogado en aguas del Saladillo. Desde entonces, profundizó el terror que ya imperaba en Las Flores y desató una guerra sin control contra Los Garompas y los Arriola, dos bandas rivales con las que disputaban no sólo los robos sino también el mercado de la droga en el extremo sur de la ciudad. Así se sucedieron incontables balaceras que cobraron varias vidas y dejaron heridos a unos cuantos soldados de ambos bandos.

Entre esos enfrentamientos, hubo uno que marcó a fuego a Cantero y lo llevó a ahondar las diferencias con sus rivales. Ocurrió el 21 de abril de 2002 cuando mataron al Tata Maldonado, su mejor amigo, su "hermano en el delito", como lo califican los pesquisas de Homicidios.

El Tata, dicen los investigadores, fue asesinado por los secuaces de Sergio Colorado Arriola, líder de una banda que imperó en Las Flores hasta marzo pasado. Es que gran parte de ese clan fue detenido a la salida del túnel subfluvial cuando ingresaban a la provincia 62 kilos de droga con destino a la ciudad de Rosario. El Colorado cayó algunos días después en su escondite de Villa Carlos Paz.

Uno de los hombres de Arriola, Juan Carlos Canteros, fue ultimado a balazos en agosto de 2000 por Mario Pino Fernández, un soldado de Los Monos. Y en venganza por ello, dicen los pesquisas, los Arriola asesinaron al Tata.

Con los Arriola tras las rejas, a Los Monos sólo les quedaba desatar la última ofensiva contra Los Garompas. Y todo empezó a desencadenarse el 27 de enero de 2004 cuando en la esquina de avenida del Rosario y Corrientes fue baleada en el abdomen Norma Bullón, novia de uno de Los Monos. La venganza no tardó en llegar y y un par de días después, el Garompa Walter Flores fue sorprendido en la canchita de Melián y Previsión y Hogar mientras aspiraba pegamento y lo mataron de seis disparos.

El 1 de marzo quien murió en combate fue Cristian Monzón, un soldado de Los Monos que cayó en Estrella Federal al 2000. Uno de los sospechosos de ese crimen fue Fernando Omar Corso, que desapareció del barrio algunos días más tarde y cuyo cuerpo apareció enterrado y mutilado en un descampado de la zona sudoeste de la ciudad.

Anoche en Las Flores mucha gente respiraba tranquila. La caída del líder de Los Monos permitía pensar a algunos, a aquellos que viven humildemente de sus dignos trabajos, que la espiral de violencia llegaba a su fin. Pero en la Jefatura de policía el pensamiento era otro. La detención de Ariel Máximo Cantero "no garantiza que alguien tome inmediatamente su lugar y piense que esto, en vez de una investigación policial haya sido una entregada, por lo que pueden estar preparándose para una nueva venganza", confió un investigador. Por eso, más allá de Las Flores, nadie sabe quién puede ser el próximo en morir.

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Un total de 40 policías de Unidades Especiales y el Giri invadió la casa de Cantero.

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