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 miércoles, 27 de octubre de 2004

Editorial:
Recuperar la autoestima nacional

El presidente Néstor Kirchner, que se comunica de manera permanente con la ciudadanía, lanzó ayer por enésima vez una frase que define con acierto uno de los principales problemas que padece la Nación: la falta de amor propio, o mejor dicho, el amor propio depositado en lugares equivocados.

No hace falta recorrer un largo camino para detectar cuáles son los ámbitos en los cuales el país posee un concepto elevado de sí mismo: el deporte, por ejemplo, con obvio hincapié en el omnipresente fútbol, se erige como uno de los puntos fuertes del ego nacional. Otro, aunque más superficial, es la valoración de la supuesta capacidad para resolver situaciones difíciles o coyunturas inesperadas: ampliamente extendida se encuentra la idea de que los argentinos tienen un nivel de ingenio superior a la media planetaria. Tal vez sea en efecto así, y de allí la buena recepción que se les brinda a nuestros trabajadores en casi todo el mundo.

Sin embargo, como paradójica contrapartida se erige el escaso nivel de confianza que entre los argentinos despierta su propia marca. Como consumidores, si algo los define es su fervorosa búsqueda del producto "importado", característica histórica que se acentuó en la década del noventa pero que se encontraba bien presente en los viajes de la clase media a Miami durante la dictadura con el excluyente fin de adquirir electrónicos.

¿De dónde proviene esta escasa o directamente nula autoestima en tan crucial aspecto? Sin dudas, de la impronta del país agroexportador, habituado a vender materias primas y comprar productos elaborados.

Pero ese camino no es el correcto si lo que se persigue es el verdadero despegue de la Argentina. Más allá de que también la actual recuperación se sustente en dicha base, si se pretende consolidarla y sostenerla en el tiempo habrá ineludiblemente que incorporarles valor agregado a los productos exportables. El país exporta, en la actualidad, novecientos dólares por habitante, la mitad de Chile. Pero Israel, Malasia, Irlanda y Nueva Zelanda se aproximan a los cuatro mil quinientos dólares por habitante. El secreto de esta diferencia no es otro que la importancia que en estos Estados se le da a la industria.

Un proyecto productivo es clave para el país. Aunque para ello deberá recuperar su autoestima. En palabras del presidente, "es fundamental que los argentinos nos saquemos de la cabeza que todo lo que viene de afuera es mejor". Excepto los jugadores de fútbol, claro.

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