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 miércoles, 27 de octubre de 2004

Comicios presidenciales. Los conservadores pierden terreno ante el avance de alianzas de izquierda
Partidos tradicionales uruguayos enfrentan su momento más difícil
El desgaste de viejas figuras políticas y la crisis económica jaquearon las expectativas de blancos y colorados

Montevideo. - Décadas atrás era impensable que algún votante de los partidos tradicionales de Uruguay se pasara a filas de sus adversarios y mucho menos que simpatizara con una coalición de izquierda, como la que ahora se perfila para ganar la elección presidencial la semana próxima. Pero la crisis económica de los últimos años, el descrédito de las figuras de los partidos conservadores, el recambio generacional y la pérdida del voto por tradición familiar hirieron de muerte a las dos dinastías políticas, blancos y colorados, que gobiernan el país desde el siglo XIX.

Desde entonces, estos dos bandos, que en las guerras civiles distinguían a sus partidarios con cintas rojas o blancas, de donde surgió la denominación que los acompaña, se disputaron el poder. "Mi familia es toda colorada, nosotros siempre votamos a los colorados. Esta vez yo pienso votar a (José) Mujica, él es productor rural y sabe lo que necesitamos, lo que hemos pasado", comentó un propietario de campos y canteras de piedras semipreciosas del norteño departamento de Artigas.

Artigas, a 630 kilómetros al norte de Montevideo, ha sido tradicionalmente fiel al gobernante Partido Colorado, de centroderecha. Pero el senador José Mujica es un ex guerrillero que pertenece a uno de los sectores radicales de la izquierda y que se presenta a un nuevo mandato apoyando al candidato del Encuentro Progresista Frente Amplio, Tabaré Vázquez.


Descenso desde 1970
Para los analistas, el descenso de los partidos tradicionales comenzó en la década de 1970, cuando Uruguay sufría también una grave crisis económica acompañada por una institucional, con combates entre la guerrilla izquierdista y el gobierno, que desembocó en una dictadura de 12 años. "Es un proceso paulatino, que viene desde hace bastante tiempo y que ahora de alguna manera está culminando", explicó la analista Teresa Herrera, de la consultora que lleva su nombre.

Los uruguayos aún enfrentan los efectos de la dura recesión que los castigó desde 1999 hasta mediados de 2003 y que en 2002 tuvo su punto más alto con una caída del 10,8% de su economía y un desempleo en niveles récord del 19,8% en septiembre de ese año.

Este domingo, de acuerdo a las encuestas previas, los colorados obtendrían entre un 7 y un 11% de las adhesiones, el porcentaje más bajo de su historia. El otro partido centroderechista del país, el Nacional o tradicionalmente llamado blanco, obtendría entre el 26 y el 34% de los votos, mientras que la izquierda se mantiene al frente de las encuestas desde hace varios meses con entre el 47 y el 55%.

En las elecciones de 1999, colorados y blancos debieron unirse en la segunda ronda electoral para derrotar a la izquierda que había triunfado en la primera pero no había superado el 50% necesario para acceder al poder directamente.


Antiguas dinastías
Por décadas, las familias políticas gobernaron Uruguay. El actual presidente Jorge Batlle es sobrino nieto de una de las principales figuras de los colorados, José Batlle y Ordónez, presidente en 1903-1907 y 1911-1915 e impulsor de varias medidas progresistas para su época, como separar la Iglesia del Estado y aplicar la ley de ocho horas laborales. Su padre, Luis Batlle Berres, también fue presidente.

Otro de los ex mandatarios del país, Luis Alberto Lacalle, también tiene un legendario linaje político. Luis Alberto de Herrera (1873-1959) fue uno de los principales caudillos del Partido Nacional por más de 50 años. Sin embargo, las dinastías terminarían en esta elección. El presidente Batlle sería uno de los senadores de los colorados, pero su popularidad es una de las más bajas del partido y actualmente no existe otro Batlle con el carisma de los anteriores.

Asimismo, en el Partido Nacional, el ex mandatario Lacalle volvería al Congreso como senador y uno de sus hijos como diputado, pero el apellido ya no goza de la simpatía de muchos de sus votantes, como lo demostraron en las elecciones internas, cuando ganó el joven candidato Jorge Larrañaga. "El reemplazo generacional, la impresión de que hay un proceso de desgaste del ejercicio de poder, así como un cansancio de sus liderazgos, eso más la disconformidad por la situación del país y la crisis de 2002 han provocado los cambios en la intención de voto", comentó el analista Agustín Canzani.

Si bien los blancos muestran una mejor intención de voto para estas elecciones que en las anteriores, cuando obtuvieron apenas el 21,5%, los conflictos internos entre los dos sectores principales podrían convertirse en un problema. "Creo que el Partido Colorado camina a la extinción o casi, mientras que el Partido Nacional tiene dos sectores claramente definidos y eso puede ser un problema. Los próximos cuatro años van a ser definitorios para estas cosas", explicó Herrera. (Reuters)

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Vázquez busca torcer el dominio de blancos y colorados.

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