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 domingo, 24 de octubre de 2004

Córdoba: Cóndores y peperina
Vertiginoso descenso por la roca en las tierras de los comechingones. Crecimiento del valle de Traslasierra

Luis Blanco / Ruth Oitana

Quizás sea su aire puro, los paisajes agrestes o el plácido vuelo del cóndor en las cumbres lo que convierte a la comarca de Traslasierra en uno de los destinos turísticos que más ha crecido en los últimos tiempos. Dentro de ella, las localidades de Nono, Mina Clavero y Cura Brochero conforman el punto neurálgico del valle cordobés.

Desde la capital cordobesa o bien viajando por la cuesta de Falda del Carmen, desde la ciudad de Alta Gracia, se desemboca en el camino de las Altas Cumbres que conduce directamente a Mina Clavero o Milac Meriva, como reza el cartel de bienvenida expresado en lengua nativa cuyo significado es "aguas que brillan". Al pie del cordón montañoso de las Sierras Grandes, esta localidad ubicada a 915 metros sobre el nivel del mar es el corazón del valle.

Con más de 300 días de sol en el año, el clima de la zona se vuelve propicio para la práctica de un sinnúmero de actividades al aire libre, pero también conjuga la cultura y el legado artístico del pueblo comechingon, habitante primigenio del lugar. Este legado puede hallarse en la cerámica negra y los tejidos trabajados por artesanos y tejenderos locales con métodos tradicionales y pigmentos naturales.


Animarse al vacío
Para cualquier visitante de las sierras son clásicas las caminatas, los asados junto al río y el recorrido de los puntos históricos y culturales del lugar. Más allá de eso otras actividades se presentan como alternativas promisorias de nuevas sensaciones, una vez vencido el susto inicial. En jornada completa o sólo de medio día puede optarse por la contratación de un guía para internarse en la montaña en busca de un paredón rocoso para practicar rappel.

La excursión, de acuerdo a las expresiones del guía Roberto López, "puede ser realizada por personas dispuestas a disfrutar del paisaje, a reconocer la fitografía de la zona y, principalmente, a enfrentar el vacío". Esta actividad que, entre otros lugares se realiza en la quebrada de San Lorenzo, comprende varias etapas. En primer lugar los excursionistas y el guía realizan un ascenso por la montaña donde se reconoce el ambiente mediante la observación de plantas medicinales y se cuenta la historia de la zona, antiguamente habitada por comechingones.

Luego de la caminata, que gracias a una serie de paradas estratégicas no representa gran esfuerzo para los turistas, se llega a una saliente de unos 40 metros de altura, donde se practica rappel. El descenso por la pared rocosa se realiza con arneses y cuerdas y sólo basta vencer el vértigo inicial. Incluso pueden hacerlo los niños acompañados por el instructor.Agotadas las ganas de subir y bajar cual escaladores del Aconcagua, el grupo es dirigido hacia una zona donde pueden verse los vestigios de un asentamiento comechingon. Ruinas de viviendas y sembradíos en terrazas, morteros en la piedra e interesantes pictografías conservadas en las rocas retrotraen al visitante hacia la cultura aborigen que vivió por esos suelos.

Ya de regreso resulta gratificante beber el agua pura de los manantiales que brotan de la tierra y ensanchar los pulmones para disfrutar de un aire límpido y renovador. Un asado en el balneario natural que sirvió de punto de partida puede ser el corolario ideal para una jornada agotadora pero inolvidable.

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Se puede practicar rappel, siempre con guías.

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