Año CXXXVII Nº 48543
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
La Región
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Turismo
Mujer
Economía
Escenario
Señales


suplementos
ediciones anteriores
Salud 13/10
Autos 13/10
Turismo 10/10
Mujer 10/10
Economía 10/10
Señales 10/10


contacto

servicios

Institucional

 domingo, 17 de octubre de 2004

España: Ritmo de castañuelas
La torre Giralda en Sevilla, la Alhambra en Granada y la catedral-mezquita de Córdoba, escalas obligadas en Andalucía

Armando Picone

El escritor Pedro Orgambide a través de su novela "Hacer la América" rescata el origen de los argentinos diciendo que "descendemos de los barcos", en clara alusión a la inmigración del siglo XX. Pero haciendo un poco de historia, Andalucía fue cuna de la conquista de América porque del golfo de Cádiz partieron las naves que otrora acecharon estas tierras con ambición desmedida.

Poblada desde la prehistoria, en la época romana constituyó la provincia Bética, la más floreciente de la península. Al producirse las invasiones bárbaras fue ocupada por los vándalos y más tarde fue integrada al reino visigodo. Luego, en los años 700 formó parte del califato de Damasco, asignándole a esta región de la España musulmana el nombre de al-Andaluz por haber pertenecido estas tierras a los vándalos, según lengua árabe val-ándaluz. Más tarde los siglos X y XII dieron paso a la filosofía arábigo-judía de convivencia y mutuo respeto de las religiones.

Con el triunfo de los reyes católicos en las últimas décadas del siglo XV, se establecieron comerciantes y financieros catalanes, genoveses y castellanos, quienes, en conexión con algunos aristócratas, fueron los impulsores de las grandes conquistas. Andalucía disfrutó de una posición privilegiada estableciendo el monopolio comercial en Sevilla con la Casa de Contrataciones, aprovechando así la explotación económica de América.

En el orden administrativo, Andalucía comprende ocho provincias: Cádiz, Huelva, Sevilla, Córdoba, Jaén, Almería, Granada y Málaga.


Refinamiento y encanto granadino
A 425 kilómetros de Madrid, por la autovía N IV rumbo a la Costa del Sol, entre sierras y olivares, se llega a la capital del último reino musulmán en España, la ciudad de Granada.

Su larga dominación árabe, atravesada por siglos de esplendor, ha dejado una fuerte impronta artística y cultural. Así encontramos los barrios de Sacromonte y el Albayzín, la Alhambra y el Generalife.

La Alhambra, o palacio del rojo, situada sobre una colina, es un conjunto arquitectónico que alcanzó su máximo esplendor durante la dinastía nazarí. En ella se encuentra la Alcazaba o fortín que consta actualmente de una gran plaza de armas flanqueada por torres. En la parte central del cerro, sobre la muralla norte, se alzan los Palacios Reales, compuestos por numerosas dependencias comunicadas entre sí a través del patio de los Arrayanes y el de los Leones, donde están algunas de las construcciones más delicadas de todo el conjunto, que entre fuentes y cármenes (jardines o huertas), reflejan el exquisito arte arábigo-granadino, con su decoración de alicatados azulejos, columnas de mármol y techos de taracea (incrustaciones en madera).

También entre surtidores de agua, acequias y jardines, aparece en una muestra refinada y sibarita de la cultura árabe, el Generalife, la residencia de verano de los reyes.

Dentro de la Alhambra, como salido de contexto después de tanto esplendor, el rey Carlos V mandó construir su palacio renacentista, que hoy alberga el Museo de Bellas Artes y el Museo de la Alhambra, que acerca al arte hispano-musulmán para conocer las exquisitas piezas que adornaban los palacios granadinos.

Tanto de día como de noche una cita obligada es el barrio árabe de Albayzín a orillas del río Darro, donde viven especialmente los gitanos. Con callejas empinadas, cobijando casas engalanadas con rejas y cerámicas, aljibes y románticos balcones floridos.

En el camino, seguramente escucharemos desde lo alto de una torre improvisada y a modo de alminar, a un al-máddin convocar a los fieles en las horas de oración. Al llegar al mirador de San Nicolás, acompañados por un clima cordial y de gran algarabía, resuenan las guitarras, castañuelas y cajones. Son ellos, los gitanos que hacen sentir su linaje flamenco, interpretando bulerías y soleares populares con cadencia contagiosa que invita a las palmas y al baile. Y al fin, como escenario mayor, la gran vista de la Alhambra en toda su ostentación.

Por las noches, Sacromonte, otro barrio instalado en la colina, es un buen ejemplo de la arquitectura popular, compuesto por cuevas-vivienda. En ellas, el turista podrá apreciar la calidez más íntima gitana, que se manifiesta en sonrisas y alegría. Y en una muestra clara de su increíble hospitalidad se puede disfrutar de la mejor y más auténtica Zambra Gitana, llena de pureza, sentimiento y colorido, haciéndole al viajero trepidar el corazón.

Pero esto no concluye con el paseo nocturno. Bajando la cuesta espera lo que se da en llamar la marcha o andar de baretes o copas, en un largo recorrido por infinidad de bares con buena música, jamones de bellota e ibéricos colgando del techo y los infaltables chupitos, cañas, finos y claritas para acompañar variados pinchos, pequeñines de pescado y tapas.

Cuenta la leyenda que los taberneros ya cansados de tantos borrachines decidieron ponerle una tapa. Estas consistían en un pequeño plato con comida, cuyo objetivo no era más que el de tapar las bocas de las copas, para evitar los perjuicios etílicos antes de empezar a comer.

Granada ofrece rincones y construcciones importantes como el Hospital Real, actualmente sede del rectorado de la Universidad, y el Monasterio de la Cartuja, de estilo barroco enclavado en el paraje Aynadamar alejado del centro de la ciudad. Y a no más de 10 kilómetros de Granada se puede visitar la Huerta de San Vicente, donde se encuentra la Casa Museo del poeta granadino Federico García Lorca.


Camino al Guadalquivir
Al salir de Granada hacia el poniente, por la autovía A 92, después de 250 kilómetros de caminos ondulantes, llegamos a las tierras calientes de Sevilla. Las altas temperaturas que en verano oscilan los 50º son soportables gracias al reinante clima seco, pero sí es imprescindible usar sombrero y protector, y como dicen los sevillanos, lo mejor del sol es la sombra.

Esta ciudad enclavada a orillas del río Guadalquivir vivió su época de máximo esplendor a raíz de la conquista de América, atrayendo multitudes de artistas que dejaron su impronta en las construcciones. El conjunto monumental formado por la Catedral, los Reales Alcázares y el Archivo de Indias, es el emblema de la ciudad.

Entre el caserío enclavado del barrio de Santa Cruz se erige la catedral de estilo gótico construida sobre la Mezquita Mayor almohade. De esta herencia árabe se conserva el antiguo minarete que arranca sobre un basamento de piedra en el cual se advierten sillares que proceden de antiguos edificios romanos de Sevilla. El gran cuerpo de la torre se levanta en ladrillo alzado hasta una altura de 94 metros. Para rematar el nuevo campanario se colocó una monumental escultura de la fe de cuatro metros de altura sin contar el pedestal, hoy la famosa Giralda. Esta escultura hace de veleta al girar según la dirección del viento, lo que motivó la denominación popular que posteriormente ha pasado a dar el nombre a la torre. En el interior descubrimos los sepulcros de Alfonso X y de Cristóbal Colón, y la sillería mudéjar del coro.

A un lado de la catedral, los Reales Alcázares también se asientan sobre una alcazaba árabe del siglo IX. Sus murallas encierran numerosas dependencias, salones lujosos como el de los Embajadores y románticos patios como el de las Muñecas. Los amplios jardines con elementos árabes y renacentistas enmarcan todo el conjunto.

Por su parte, el Archivo de Indias (antes la Casa de Contrataciones o aduana) de estilo renacentista, es uno de los centros documentales más importantes existentes relacionado con la conquista del Nuevo Mundo. Otra importante construcción es la Casa de Pilatos, palacio que funde elementos góticos y mudéjares con otros renacentistas de importación italiana.


Paseos de las Delicias
Luego, entrando por el Paseo de las Delicias encontramos el Parque de María Luisa y continuando el recorrido se erige altiva la plaza de España, de monumental estructura arquitectónica.

Mientras que a orillas del Guadalquivir se sitúa la Torre de Oro, se trata de una construcción del siglo XIII de origen árabe y que formaba parte de las antiguas murallas.

Dejamos atrás Sevilla y siguiendo la Ruta del Califato, nos dirigimos a Córdoba, donde su casco histórico se asienta también a orillas del Guadalquivir. La ciudad capital de esta provincia andaluza ofrece un sinfín de patios, iglesias y plazas, cuyo mayor exponente es la Mezquita-Catedral. El esplendor se palpa no sólo en sus monumentos, sino también en la intelectualidad, verdadero centro de saber y conocimiento que ha dado a luz a figuras como Séneca, Averroes o Maimónides.

La fama de la Mezquita se propagó tras su edificación debido a la genialidad constructiva y riqueza ornamental. El bosque de columnas (cerca de mil) asentado sobre una basílica visigoda, es uno de sus mayores atractivos. Actualmente, la Catedral y la Mezquita forman un único espacio arquitectónico ya que, tras la reconquista, se ideó construir dentro de la propia Mezquita una Catedral de estilo gótico. Con los años asumió también elementos platerescos y barrocos. Así, funden bóvedas de cañón y ornamentación barroca con motivos geométricos y versos del Corán.

Otra herencia de la Córdoba hispanomusulmana es la judería. La forma un entramado de calles estrechas cuyas fachadas encaladas se adornan con azulejos y rejas. En este barrio se sitúa la Plazuela de las Flores, y en el mes de mayo se realiza el concurso y Festival de los Patios donde todas las casas de este casco histórico, ya sean solariegas con porches columnados y fuentes, o casas populares con paredes encaladas y pozos, abren sus patios para mostrar al visitante rincones llenos de macetas y flores.

La plaza del Potro, la de la Corredera o la de Capuchinos, donde encontramos al Cristo de los Faroles, son tres ejemplos de lugares de encuentro cordobeses.

Si queremos tener una buena panorámica de la ciudad de los califas, una de las mejores vistas se tiene desde el Parador de Córdoba, que se alza sobre las ruinas del palacete de verano de Abderramán I. Su restaurante ofrece delicias de la cocina cordobesa como guiso de rabo de toro, cordero con miel o liebre con arroz.

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
Flores y macetas en los patios de Andalucía.

Notas Relacionadas
Datos útiles


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados