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 domingo, 17 de octubre de 2004

Indígenas colombianos luchan por su acervo cultural

Uno supone que la hoja de coca, materia prima de la cocaína, da energía. Pero eso no sucede con los indígenas arhuacos de la Sierra Nevada de Colombia, quienes serían firmes aspirantes a consagrarse como el pueblo más relajado del mundo.

Los varones arhuacos literalmente mascan coca todo el tiempo y siempre tienen sus mejillas hinchadas con la hierba verde oscura que acumulan en la boca. Pero pese al estimulante, caminan lentamente sobre sus sandalias y sus largas túnicas blancas se mueven silenciosas como si los últimos cien años de frenético desarrollo nunca hubieran pasado por sus vidas. Y eso es exactamente lo que ellos quieren.

En una reunión realizada en septiembre, los arhuacos, aconsejado por los shamanes y "Mamos", acordaron decir a la civilización "blanca" del resto de Colombia que los dejen solos en su hogar ancestral, en las montañas de la Sierra Nevada.

"No permitimos, a partir de hoy, la apertura de nuevas carreteras porque es la destrucción de los sitios sagrados", dijo Jeremías Torres, un dirigente de un concejo que representa a 20.000 arhuacos.

El dirigente habló en Sabana Crespo, un caserío humilde construido en las colinas de la Sierra Nevada, la más alta cadena de montañas con picos de nieve y selvas, a la orilla del Mar Caribe.

"Aquí las cosas para nosotros ya existen como el agua, como el aire, como la tierra misma, como el sol que nos alumbra", dijo Torres, mientras masticaba coca.

La desintegración cultural no es el único miedo de los arhuacos. Tienen un enemigo que no puede ser controlado por ninguna corte y que no presta ninguna atención a la opinión internacional.

Los escuadrones paramilitares de ultraderecha los declararon como objetivo en su intento por asumir el control de la estratégica e importante Sierra Nevada. Las plantaciones de hoja de coca, no como las de los indígenas, son usadas ilegalmente para fabricar cocaína y permanecen escondidas en medio de las montañas y la selva.

"El último recuerdo que tenemos es de dos indígenas que mataron aquí, en esta zona, completamente descuartizados, hechos pedazos", narró Torres.

Después de los asesinatos, a finales del año pasado, los paramilitares dijeron que habían cometido una equivocación y que recibieron una información errada de que los indígenas ayudaban a la guerrilla izquierdista, a la que combaten en medio de un conflicto interno de cuatro décadas. (Reuters)

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