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 domingo, 17 de octubre de 2004

El costo de vida y el estrés provocan éxodo de parisinos

La Torre Eiffel y el Louvre, el ambiente en Montmartre y un paseo junto al Sena atraen a millones de turistas a París cada año. Pero los dos millones de parisinos, en cambio, no ven a su ciudad tan atractiva. El ruido del tráfico, el aire contaminado y los vecinos antipáticos los estresan. La vida agitada y cara en la capital francesa, con los precios de los alquileres cada vez más altos, convierten para muchos la vida cotidiana en una tortura.

Desde 1990, cada año 82 mil parisinos le dieron la espalda a su ciudad, una tendencia que parece acelerarse. Internet, la computadora portátil y el teléfono celular posibilitan mayor movilidad. Y quien tenga la obligación, puede acercarse varias veces por semana a París en tren.

Claro, París, con su encanto especial y su variada oferta cultural, también sigue atrayendo a muchos otros. De lo contrario, la capital de los franceses se quedaría vacía en dos décadas.

Pero esos 70 mil que cada año se instalan en la ciudad sólo frenan la reducción en la cifra de habitantes. Esta pequeña migración de la población podría incluso modificar progresivamente la imagen de París. Y es que la ciudad se vuelve cada vez más burguesa.

Son sobre todo empleados y personas con suelos elevados los que se sienten atraídos por el Sena. Ellos pueden darse el lujo de vivir en París y también de pagar los precios de los inmuebles, que desde hace tiempo aumentan un uno por ciento al mes.

"Cuando todavía vivíamos en París, al final ya ni siquiera salíamos, ni al cine ni al teatro, de lo estresados que estábamos", dijo Valerie Boutillier, de 41 años, al diario Le Parisien. "El ruido, la contaminación ambiental y el cemento nos dejaban muy cansados". Por eso, toda la familia se trasladó al sudoeste, al campo. El tren de alta velocidad TGV posibilita a su marido Philippe el viaje diario a su estudio de arquitectura en París.

Otros, como la maestra Emmanuelle Turel-Prost, de 33 años, simplemente no podían pagar los altos alquileres y se decidieron por algo más conveniente en las afueras, a pesar de que allí reina la tristeza urbanística.

Si una vivienda alquilada con 135 metros cuadros en las cercanías de la Bastilla cuesta 3.600 euros (unos 4.400 dólares) de alquiler y el precio de compra por metro cuadrado supera los 4.300 euros (unos 5.300 dólares), entonces tampoco el alcalde Bertrand Delanoe puede hacer nada por las familias con sus fiestas culturales.

El programa de los socialistas para atraer a los turistas y mantener a los habitantes en París va desde la playa del Sena "Paris-Plage" hasta la noche cultural "Nuit Blanche".

La ambiciosa idea, de crear nuevas viviendas y oficinas en la ciudad sin espacio con nuevas torres de departamentos, se topa con una fuerte resistencia, salvo entre los jóvenes.

A muchos les molesta la torre de Montparnasse en el sur y prefieren la imagen del París nostálgico de la película "Amelie". El alcalde se enfrenta por lo tanto a un dilema.

A una amplia encuesta realizada en la ciudad, 120.000 parisinos respondieron con una detallada lista de deseos. Lo que quieren no es ninguna sorpresa pero es muy caro: más superficies verdes, un transporte público ampliado y una protección efectiva del ser humano y el medio ambiente. (DPA)

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Cada año, 82 mil parisinos le dan la espalda a la Ciudad de las Luces.

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