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 miércoles, 13 de octubre de 2004

candi
-¿Continuamos hablando del síndrome de la violencia, Candi?

-Sí, Inocencio, porque creo que es un tema que debe tratarse. Advierta usted que este fenómeno, como decíamos ayer, está presente en todo el orbe y se advierte con mayor virulencia, como también lo expresábamos, en países periféricos.

-¿Por qué cree usted eso?

-Simplemente porque en todas las sociedades hay violencia que podríamos incluir en lo que se llama violencia de carácter delictiva, pero en las sociedades subdesarrolladas hay una violencia moral instalada en la sociedad como consecuencia de condiciones de vida indignas para el ser humano. Separemos las cosas: todos conocemos los casos de violencia delictiva o de carácter patológico. El caso de Carmen de Patagones es lo que podríamos llamar un caso de violencia como consecuencia de disfunción mental. Creo que la madre que mató a sus dos hijitas es un caso también patológico. Entre la violencia delictiva podemos advertir los casos de robos, robos seguidos de heridas o muerte, secuestros, violaciones, etcétera.

-A propósito de violaciones, los vecinos de la ciudad de Córdoba están aterrados por la presencia de este violador serial que lleva ya violadas a decenas de mujeres. Realmente lo que se vive es patético.

-Sí, ayer unos amigos cordobeses me decían al hablar de este tema que con esta y otra cuestión están verdaderamente preocupados. Pero siguiendo con el tema de la violencia digamos también que hay una violencia muy específica que se advierte entre ciertos jóvenes y que deriva de la ingesta de alcohol y drogas. Las peleas a las salidas de los boliches son por todas conocidas y se van perfilando como una "forma de vida", una costumbre lamentable. Pero hay otro tipo de violencia, Inocencio, que como también decíamos ayer se va instalando o ya está instalada en la sociedad.

-¿Cuál es?

-Yo diría que es una suerte de patología social, lo llamaría el síndrome de la persona colérica y que puede advertirse en la calle, en la oficina o lugar de trabajo, en el hogar y, en fin, en diversos ámbitos de la vida cotidiana ¿No ha notado usted cuantas personas reaccionan de manera agresiva por cualquier nimiedad?

-Sí, lo he notado. Se nota particularmente en el tránsito, pero es fácil advertir este tipo de violencia en otros ámbitos, como bien usted dice.

-Uno advierte como muchas personas viven a la defensiva, como agazapadas y listas para dar un zarpazo ante una agresión que ellos presumen recibirán. De hecho, pueden ser fácilmente advertidos gestos, palabras y actitudes de violencia ante un sinnúmero de situaciones dadas. Es decir, muchas personas están sensibilizadas y dispuestas, sin más, a reaccionar en forma violenta. Esto es, para mí, característico de sociedades marginadas, en donde el ser humano vive indignado porque siente que es perseguido y maltratado y que al fin y al cabo no alcanza a satisfacer sus necesidades básicas. Si bien es cierto que es víctima de un poder inescrupuloso, este ser perseguido se transforma en victimario de su semejante.

-Claro, porque como vulgarmente se expresa: "se desquita con lo primero que tiene a mano".

-Diría entonces, Inocencio, que la violencia de hoy en día tiene disímiles causas: la droga, por ejemplo, que lleva a robar para poder adquirirla y que predispone a la mente para actos de violencia (junto con el alcohol); la televisión y la informática, con programas que siembran en la mente la semilla de la violencia que en algún momento germina; una forma de vida que se ha instalado como "cultura" caracterizada por la no observancia de elementales valores morales y un poder que para obtener sus fines personales persigue y maltrata de diversas maneras al ser humano, transformándolo no sólo en un ser miserable, sino además en un ser violento. Lamentablemente, cuando se habla de retornar a formas de vida sosegadas por el cultivo del espíritu, no son pocos los corazones que aún no siendo irascibles consideran tales cosas patrañas y contribuyen, aunque sin quererlo, al cultivo de la violencia.

Candi II

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