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 miércoles, 23 de junio de 2004

La defensa del chico de Funes rechazó el planteo de la fiscal, que lo acusó por doble homicidio alevoso
Solicitan que a Tulio se lo declare "no responsable" por sus crímenes
Es el chico acusado de asesinar a balazos al padre y al hermano. Su defensor, Jorge Bedouret, dice que esinimputable o bien que actuó bajo emoción violenta. Y que la fiscal, que pidió perpetua, no probó la autoría

Jorge Salum / La Capital

Tulio Adorna no comprendía lo que hacía cuando abrió fuego contra cuatro miembros de su familia, y en ese instante dramático ni siquiera controlaba sus actos. Es lo que argumentó el abogado Jorge Bedouret en defensa del chico acusado de matar a balazos al padre y a uno de sus hermanos, y de herir a la madre y la abuela. Los crímenes ocurrieron el 4 de octubre del año pasado en Funes, donde residía la familia. Ahora el defensor del chico pidió al juez de la causa que lo declare "no responsable" de esos asesinatos y expresó su convicción de que las pericias psiquiátricas y psicológicas a las que sometieron a Tulio probarán que es inimputable.

Bedouret rechazó todos los cargos que la fiscal Alicia Donni formuló contra Tulio. Donni lo acusó de doble homicidio agravado por la alevosía y por el vínculo que lo unía a las víctimas, y de lesiones igualmente calificadas por idénticos motivos. Si el juez lo encontrara responsable y lo condenara por estos delitos, al chico le darían reclusión perpetua.

Pero el abogado rechazó de plano la acusación, que según él se hizo sin pruebas, y también una hipotética condena. Es más: independientemente de los argumentos defensivos que esgrimió a favor del chico, sostuvo que la fiscal "no acreditó" en su alegato que haya sido el autor material de los homicidios.

El doble crimen que se atribuye a Tulio es el de Alberto y Germán Adorna, de 50 y 16 años. Ambos murieron al recibir sendos disparos en la cabeza mientras veían televisión en el living de la casa, en San José 2432 de Funes. En el mismo episodio resultaron heridas su madre, Alicia Travagliante, y su abuela, Catalina Dártoli.

Tulio fue detenido al día siguiente de los homicidios. Se había refugiado en una casa abandonada, a pocas cuadras del escenario del drama. Desde entonces está imputado de ser el autor de los disparos.

El alegato de su abogado entró al expediente hace casi un mes. Ahora el juez Juan Leandro Artigas deberá considerar esa defensa y la acusación de la fiscal, y después producirá su veredicto.

Según Bedouret, la acusación de la fiscal no tuvo en cuenta una serie de circunstancias personales y familiares que a su juicio pudieron desencadenar el drama. Mencionó la historia de los Adorna, el perfil de Alberto, la personalidad de Tulio y su condición de adicto, entre otras.

También resumió cómo era la relación del chico con el padre y con los otros miembros de la familia. Describió el (mal) trato que Alberto Adorna le dispensaba a su mujer y a sus hijos, y narró episodios puntuales muy traumáticos de la vida familiar.

Dijo que Adorna despreciaba particularmente a Tulio, a quien se dirigía de manera ofensiva todo el tiempo. También contó aspectos desconocidos de la personalidad del chico y remarcó un detalle escalofriante hasta ahora poco comentado: Alberto Adorna enseñó personalmente a todos sus hijos a usar las armas que guardaba en su casa, y lo hizo cuando todos ellos eran muy chicos.

Es con una de esas armas, una pistola Bersa calibre 22, que se presume que Tulio le disparó a la cabeza la noche del 4 de octubre último. El arma portaba un accesorio que marca el grado de interés y sofisticación que distinguía a Alberto Adorna en estas prácticas: un poderoso silenciador que, como la pistola misma, estaba al alcance de todos los miembros de la familia.

El carácter del propio Alberto Adorna es una cuestión central en el alegato de Bedouret. Según el abogado, el jefe de la familia era un tirano que manipulaba a su mujer y sus hijos y los amenazaba todo el tiempo con abandonarlos. Y eso afectaba a Tulio más que a ningún otro miembro de la familia, aseguró el letrado.

Ese clima asfixiante empujó al chico a consumir alcohol y también drogas, hábitos que para Bedouret refuerzan la hipótesis de que Tulio debe ser declarado inimputable. De hecho el abogado recordó que el día de los crímenes el chico consumió dos porros de marihuana y media copa de champán, y que la noche previa ya había consumido cocaína.

A juicio de Bedouret, estos y otros detalles no menos escabrosos configuran el clima propicio para que Tulio estallara aquella noche dramática sin comprender los alcances de su conducta y sin poder manejarla, algo que a su juicio lo vuelve inimputable. El abogado argumentó incluso que si fuera imputable, estas "circunstancias extraordinarias" de la vida de Tulio y su familia constituyen un atenuante a la hora de evaluar sus actos.

Si no fuera inimputable, todo este cuadro explicaría sus crímenes como un acto de emoción violenta que lo eximirían de responsabilidad penal, arguyó Bedouret. El defensor también rechazó como agravantes de la supuesta conducta homicida de Tulio el vínculo que lo unía a las víctimas y la alevosía. En el primer caso lo hizo con el argumento de que los vínculos familiares ya estaban rotos en la práctica. Y en el segundo porque sostiene que Tulio jamás tuvo la voluntad ni tomó la decisión de asesinar a nadie.

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La familia Adorna.

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