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 miércoles, 23 de junio de 2004

Clinton responsabilizó a Arafat por el fracaso de Camp David
En sus memorias, publicadas ayer, el ex presidente cuenta los entretelones de las negociaciones en 2000

Washington. - En sus memorias el ex presidente estadounidense Bill Clinton responsabilizó al líder palestino Yasser Arafat del fracaso de los diálogos de paz de julio de 2000 en Camp David que también involucró al ex premier israelí Ehud Barak. "Y una vez más Arafat dijo no. Puse fin a las negociaciones. Fue una situación frustrante y muy triste". Con esas palabras el ex presidente Clinton resume en sus memorias publicadas ayer "el colosal error" cometido, a su juicio, por quien continúa rigiendo los destinos del pueblo palestino.

A lo largo de un relato detallado de las negociaciones israelo-palestinas que marcaron su presidencia, Clinton, a veces optimista, otras decepcionado, aparece a veces como un fino negociador y otras como un bombero que despliega todos sus recursos para apaciguar el inestable brasero de Medio Oriente.

Aunque no se cuida en disimular su simpatía por los dirigentes israelíes, a los que trató desde que llegó a la Casa Blanca en enero de 1993, incluido Ariel Sharon, también expresa abiertamente su resentimiento hacia Arafat. Atribuyendo sin ambigüedad al líder palestino el fracaso de las negociaciones de julio de 2000 en Camp David, Clinton afirma que el actual primer ministro israelí, Ariel Sharon, con quien se reunió cuando era jefe de la diplomacia israelí, no "carecía de simpatía por la causa palestina", aunque se negaba a la más mínima devolución de territorios.

"Era histórico: un gobierno israelí (dirigido por el laborista Ehud Barak) decía que para lograr la paz era necesario un Estado palestino que abarcara el 97% de Cisjordania y toda la franja de Gaza, donde Israel también tiene asentamientos de colonos. La pelota estaba en el campo de Arafat", agrega Clinton. "Advertí a Arafat de que podría estar contribuyendo a la elección de Sharon y que debería asumir las consecuencias".

Ocultando mal su decepción por no haber entrado en la historia como el presidente estadounidense que logró la proeza de reconciliar a israelíes y palestinos, Clinton trata, sin embargo, de brindar un esbozo de explicación. "Probablemente él simplemente no pudo franquear el paso entre el revolucionario y el hombre de Estado", estima el autor de Mi vida. "A veces Arafat parecía confundido, no manejando completamente la información", escribe el ex presidente.

Clinton comprende en consecuencia que quien le sucedió en la Casa Blanca en enero de 2001, el republicano George W. Bush, no se haya apresurado a involucrarse en el conflicto israelo-palestino "luego de haberme visto invertir tantos esfuerzos y fracasar", afirma. Sin embargo, a pesar de la reciente ola de violencia en Medio Oriente y de la parálisis del proceso de paz, Clinton continúa convencido de que "muchos palestinos e israelíes todavía quieren la paz".

Se arriesga incluso a profetizar que "un día se logrará la paz y cuando llegue el acuerdo final se parecerá mucho a las propuestas presentadas en Camp David y durante los seis meses siguientes".


Tropas a Afganistán
En sus memorias, Clinton también cuenta que en 1988 sugirió enviar fuerzas especiales a Afganistán para desmantelar la red terrorista Al Qaeda, una idea que no entusiasmó a los militares. Clinton cuenta también que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) recibió informaciones de que Al Qaeda tenía previsto asesinarlo durante un viaje a Pakistán y Bangladesh en 2000. Contra la opinión de los agentes de los servicios secretos, realizó de todos modos la gira.

El ex presidente afirma además que advirtió a su sucesor en la Casa Blanca, George W. Bush, de la amenaza que suponía la red de Osama Bin Laden y destaca que "su mayor decepción" fue no haber podido neutralizarla. Esas palabras ya tuvieron su impacto en los medios de comunicación estadounidenses, alimentando así las críticas contra Bush a propósito de su determinación para luchar contra el terrorismo antes del 11 de septiembre de 2001.

Clinton afirma que se interesó en Bin Laden poco después de su llegada al poder en enero de 1993. En medio de la locura de los atentados de 1998 contra las embajadas de Estados Unidos en Tanzania y Kenia, "me dediqué a capturarlo o liquidarlo y a destruir a Al Qaeda". El libro señala el hecho de que Clinton contempló enviar tropas para capturar a Bin Laden en al menos dos oportunidades antes de que las fuerzas estadounidenses iniciaran su persecusión en 2001, poco después de los atentados contra el World Trade Center en Nueva York y el Pentágono, cerca de Washington.

En aquella época las fuerzas estadounidenses respondieron a los atentados en Africa bombardeando campos de entrenamiento de Al Qaeda en Afganistán y una planta química en Sudán. Pero Clinton insiste en el hecho de que pretendía que la respuesta fuera más allá. Relata que le pidió al general Hugh Shelton, entonces jefe del estado mayor conjunto, y al responsable de la lucha antiterrorista, Richard Clarke, que "presentaran alternativas para introducir comandos en Afganistán".

Pero, agrega, "estaba claro que los responsables del ejército no querían hacerlo", tal vez por el hecho de que la operación emprendida en 1993 en Somalia supuso 18 muertos en las filas estadounidenses. Clinton recuerda que mantuvo esa "opción viva", y que fue resucitada nuevamente tras el atentado contra el USS Cole en 2000 cerca de las costas de Yemen, para finalmente ser abandonada debido a que se desconocía dónde se hallaba Bin Laden.

Clinton autorizó a la CIA a recurrir a "una fuerza letal" contra Bin Laden o sus acólitos y a realizar operaciones relámpago contra los responsables de redes terroristas. El ex presidente describe asimismo los esfuerzos de su administración por eludir discretamente a Pakistán, cuyos servicios de inteligencia mantenían vínculos con Al Qaeda y el régimen talibán en Afganistán.

Altos funcionarios estadounidenses no quisieron anunciar a Pakistán el ataque con misiles contra una base de Al Qaeda por temor a que los miembros de la red fueran informados anticipadamente. Logró evitarse un incidente diplomático gracias a la organización de una cena con el comandante de las fuerzas militares paquistaníes para informarle de la operación estadounidense apenas algunos minutos antes de su inicio. (AFP y DPA)

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Clinton firmando ejemplares de "Mi vida".

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