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 domingo, 13 de junio de 2004

Danza: Hablar con el cuerpo

Posiblemente una de las terapias más antiguas sea la danza. Los integrantes de las antiguas tribus creían en la existencia de un espíritu curativo que podía ser liberado del interior mediante la creatividad y la música. Al anochecer los miembros de la tribu bailaban libremente alrededor del fuego al ritmo de tambores, dejando que el cuerpo se moviese por sí solo hasta que podían desconectarse por completo y llegar a caer en un estado de trance o meditación.

Más tarde se combinó la música y el baile con una historia para contar y desde entonces el mundo ha bailado y cantado la alegría o el dolor, y ha enfrentado temores a través del lenguaje del cuerpo. La danza juega un papel muy importante en la sanación en muchos lugares de Africa. Las mujeres practicantes de la religión bori que sufren algún tipo de enfermedad mental, son llevadas a una capilla donde aprenden, durante tres meses, una ceremonia de curación que incluye danzas y canciones.

Muchos terapeutas que utilizan el baile como forma de sanación hablan de la importancia de concebir el cuerpo y la mente como una unidad: de conectarse y escuchar lo que tiene que decir en vez de tratar de dominarlo y controlarlo, lo que puede generar alguna enfermedad. El baile es el lenguaje del cuerpo y al utilizarlo conscientemente se crea una comunicación entre la mente y el cuerpo.

La danza meditativa consiste en moverse al ritmo de la música o en silencio, con los ojos cerrados prestando atención sólo a la respiración y al movimiento, sin esfuerzo ni violencia y sin otra intención de sentir el placer de bailar. En cuanto a los instrumentos, los más utilizados son los de percusión. En el antiguo Egipto eran considerados poseedores de un poder espiritual capaz de influenciar y transformar la conciencia y la realidad. Se utilizaban en los ritos religiosos para abrir el corazón a los dioses (las palabras corazón y mente se utilizaban indistintamente para indicar la conciencia). Generalmente eran tocados por sacerdotisas.

El didjiridoo es un cuerno aborigen que parecería ser el sonido más efectivo para practicar terapias vibracionales. El tambor es capaz de producir una disminución de las ondas cerebrales que se vuelven más amplias y lentas induciendo a un estado de relajación y calma.

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