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 miércoles, 05 de mayo de 2004

Repiten en Rosario el trabajo de un pediatra trasandino
Fernando Mönckeberg, creador de Conin, logró bajar, luego de 30 años, los índices de desnutrición en Chile y relata su experiencia a La Capital

María Laura Favarel / La Capital

Con motivo de la apertura del primer centro de prevención de la desnutrición infantil en Rosario, fundado sobre los postulados de la Cooperadora para la Nutrición Infantil (Conin), visitó la ciudad el pediatra chileno, Fernando Mönckeberg, gestor de un proyecto de trabajo que logró reducir la desnutrición en su país. La idea de Mönckeberg llegó a la Argentina de la mano del médico mendocino Abel Albino, quien a nivel local colaboró estrechamente con la Fundación Camino. La idea de Mönckeberg ya es una realidad en Ecuador, Venezuela, Bolivia, en varias ciudades de la Argentina y ahora también en Rosario donde se abrió un nuevo centro en Polledo 2815 (barrio Cristalería).

En diálogo con La Capital el pediatra chileno relató su experiencia de 50 años de trabajo para erradicar el "mal oculto", como define a la desnutrición.

Recién graduado de médico Mönckeberg se enfrentó con la cruda realidad de la desnutrición en las zonas más pobres de Chile. "El contacto con los desposeídos me llevó a entender el problema y tratar de buscar una solución que urgía", recuerda el profesional.

En 1974 Chile mostraba los peores índices de salud y nutrición de América latina. "Por entonces, relata, cada mil nacimientos, 200 niños morían antes del año, y el 70% de las muertes se producían antes de los 5 años".

De los que comenzaban la escuela, sólo el 10% lograba terminarla. El 70% de los niños chilenos menores de 6 años tenía retraso en el crecimiento y desarrollo por desnutrición. Estos índices evidenciaban el daño intelectual que producía la malnutrición.

Así es como Mönckeberg fundó en 1975 la Corporación para la Nutrición Infantil (Conin), entidad sin fines de lucro cuya finalidad era recuperar a los menores de 0 a 3 años con desnutrición primaria o secundaria. Con esa intención se construyeron 36 hospitales (dos mil camas) donde actualmente son derivados los desnutridos graves. Luego de 30 años se logró disminuir drásticamente la mortalidad infantil.

Junto con Conin Mönckeberg y otros profesionales crearon el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos, Inta, desde donde se desarrollaron estrategias tanto para salud, como para la nutrición, educación, y saneamiento ambiental. Hoy el Inta investiga cómo prevenir las enfermedades degenerativas, y sobre todo la obesidad, un nuevo flagelo de los niños chilenos

Para el funcionamiento de Conin se armó un programa de atención primaria de la salud donde se evaluó la talla y peso de los recién nacidos de modo de detectar los que estaban desnutridos, explicó el especialista.

Para la concreción del proyecto fue necesario gestionar el apoyo de los sucesivos gobiernos a través de lo cual fue posible la construcción de 7.600 centros de salud en todo el país trasandino y se estableció un programa de donación de leche en polvo. Cada vez que la mamá llevaba a su niño al control médico se le daba la leche. De esta forma lograron controlar mes a mes el peso y la talla de los niños, así como las enfermedades infecciosas.

Paralelamente se implementó un programa educativo para 4.500 niños en 700 jardines de infantes. Estos niños fueron destinatarios de un programa de estimulación psicomotora y al mismo tiempo recibían la alimentación necesaria.

Simultáneamente se puso en marcha un programa de saneamiento ambiental con el objetivo que la población urbana y rural tuviera agua potable, sistemas de alcantarillas o fosas sépticas adecuadas. Hoy se trabaja sobre el tratamiento de aguas servidas. Para ello se implementó un sistema de tratamiento biológico del agua que sale de las alcantarillas de manera tal que llegue limpia al río. "Esto es fundamental porque se evita además de la contaminación, las diarreas y los trastornos digestivos".


Resultados increíbles
Luego de 40 años Chile cuenta con los mejores indicadores de salud de América latina. La mortalidad infantil pasó de 200 al 8 por mil. La expectativa de vida, que en 1953 era de 34 años, ahora es de 76 años, y desaparecieron las diarreas y las enfermedades infecciosas. Del 70% de niños desnutridos se pasó al 0,5%. Además, la última generación de niños creció 11 centímetros. Hoy todos terminan la educación básica; el 75% la enseñanza media y el 35% comienza la universidad.

Al estado chileno este cambio le costó 30 años y una inversión de 25 mil millones de dólares, en la cual se comprometieron los distintos gobiernos que condujeron los destinos del país. "El compromiso del Estado fue fundamental porque era tanto lo que había que hacer que no se podía hacer por medio de privados", subrayó el médico.

Al reducirse la desnutrición, los hospitales Conin se utilizan ahora para niños con enfermedades genéticas, metabólicas o malformaciones congénitas, también producidas por la desnutrición.

La entidad atiende a los hijos de madres solteras menores de edad. "Nos hacemos cargo de los niños no deseados, cuyas madres son semianalfabetas, con problemas de drogas o alcoholismo. Esto es más difícil porque Conin siempre trabajó con la familia. Hay que buscar otras alternativas", comentó Mönckeberg. Los niños pasan allí cuatro o cinco meses durante la etapa de desarrollo cerebral y luego se los entrega a la madre o algún familiar. Si no podemos contar con nadie, se dan en adopción. Ya tenemos 15 mil niños adoptados", acotó.


Mirada sobre la Argentina
"La Argentina nunca estuvo como Chile, con semejante malnutrición crónica por generaciones", opinó quien interpreta que en nuestro país la cuestión es más fácilmente solucionable. "Conin debe amortiguar las caídas que sufrió el país por la debacle económica que repercutió en la salud y en la nutrición", dijo y remarcó la necesidad de tratar a los niños de 0 a 3 años, tanto a los desnutridos como a los abandonados, "porque el daño cerebral es irreversible".

El médico recomendó que en Argentina la población debe contar con atención primaria y mejores condiciones sanitarias "porque existe un alto porcentaje de la población sin la adecuada eliminación de las excretas y de agua potable, lo cual implica un factor de riesgo. Esto es un problema de Estado", remarcó.

"Conin debe generar conciencia, porque el daño ya está en marcha. Cuando estos chicos se quieran incorporar a la sociedad, no van a tener cabida". concluyó.

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El doctor Fernando Mónckeberg.

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