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 domingo, 18 de abril de 2004

Anticipo. "La fábrica del conocimiento"
Di Tella, el símbolo de un proyecto trunco
Ex trabajadores relatan la historia de la empresa Siam en una minuciosa investigación

Adriana Puiggros y Rafael Gagliano

Los textos y testimonios muestran en el propio Torcuato Di Tella (p) las dificultades para que sus principios socialistas fueran congruentes con el rol de patrón. Sin llegar a ser un socialista utópico, Di Tella era más avanzado que sus pares de la Unión Industrial Argentina y no encontraba en ellos el acompañamiento necesario para transitar las rutas de un socialismo moderado. La relación que Di Tella pretendía mantener con los obreros era muy distinta a la del patrón de estancia, posiblemente heredada por un sector de los industriales, provenientes de la oligarquía agraria. Asumiendo una postura paternalista pero más moderna, Di Tella concurría a asambleas sindicales para discutir mano a mano, hecho sobre el cual se destaca su concurrencia en la huelga de 1923, "para explicar su posición".

Di Tella se movía custodiado por agentes de seguridad vinculados a los servicios de matones de la Liga Patriótica Argentina. Su vinculación con la Liga le traía grandes problemas con el sindicato. Para 1939 el sindicato metalúrgico lo rotuló como el "Ford argentino". La diferencia era que Ford financiaba abiertamente el movimiento fascista y en cambio Di Tella, era considerado un demócrata burgués inteligente, aunque en los comienzos de Siam él había soñado con ser el "Henry Ford argentino". Lo acusaban de construir armas en su taller y permitir que cargos de gran jerarquía estuviesen ocupados por italianos fascistas. Si esto hubiera sido cierto resultaría muy contradictorio con su discurso y su activa postura antifascista durante la guerra, así como su oposición al desarrollo de la industria bélica.

La versión que expone Guido Clutterbuck, en una entrevista realizada por el sociólogo Leandro Gutiérrez en 1973, puede despejar algunas dudas:

"C: En el año 43, después de la guerra o en los años de la guerra, en los que se probó la capacidad técnica y creativa de la organización nuestra, no producíamos artículos de guerra, producíamos artículos que nuestro país no podía conseguir durante la guerra.

E: ¿Siam produjo alguna vez material de guerra para el ejército argentino?

C: Sí. Carros para ametralladoras, los carros viejos modelo del año 10 que tenía el ejército argentino, pero eran carros, no material directamente bélico. En dónde sí hicimos material bélico fue en Sao Pablo, allí nuestra fábrica hizo pequeños morteros durante la revolución para los paulistas."

Cochran y Reina recopilaron información que da cuenta de que a pesar de los conflictos y acusaciones gremiales que pudieron darse en el transcurso de su vida, Di Tella (p) fue muy querido y respetado por sus obreros. Cuentan que antes de cada viaje solía caminar por la fábrica saludando a uno por uno, y que si por algún motivo no podía hacerlo, mandaba un memorándum a todo el personal disculpándose por no haberlo hecho. En 1925, un suceso insólito para la época: los obreros en alguna conmemoración de la empresa, le habían dedicado un libro "como muestra de aprecio al patrón". Victoria, quien trabajó muchos años como una de las primeras telefonistas de Siam nos relata:

"... una vez yo estaba trabajando y lo veo pasar a Torcuato Di Tella, con las manos acá (señala la parte baja de la espalda)... pero muy amable, con un sector de gente que estaban atrás y al lado... y yo lo que sentía era que la gente no le tenía mucho odio a él, y él en algunas oportunidades a los obreros los veía haciéndose asadito en el suelo y les decía "dichosos ustedes que comen este asado de esta manera porque yo no lo puedo comer. Tenía algún problema.

E: ¿Era un buen hombre, no? ¿Parecía un buen hombre?

V: Sí, parecía un buen hombre.

I: en la SIAM le fundieron una estatua que se hizo ahí en la fundición. En la fundición de la SIAM se hizo el material, después lo habrá hecho alguien que sabía..."

Sus allegados recuerdan a este símbolo integrador de la gran empresa argentina, como un hombre con fuertes inquietudes sociales, que desarrollaba actividades comunitarias en salud ayudando a hospitales. Había interceptado circuitos internacionales en los esfuerzos de traer al país la penicilina y había colaborado con todas las organizaciones y publicaciones antifascistas que conocía en Italia. A pesar de asumir en cada uno de sus viajes, el rol de embajador industrial argentino ante funcionarios extranjeros de gran jerarquía política e industrial, valoraba profundamente la actividad agrícola ganadera y reconocía la tarea conjunta que ambos sectores debían asumir para lograr el crecimiento. Entonces, su permanente interés en adquirir conocimientos en el exterior ("el know how"), sobrepasaba los límites de lo industrial para derivar en la adquisición de saberes socialmente productivos de toda índole, desde los conocimientos técnicos industriales hasta los referidos a cuestiones sanitarias o innovaciones en granjas.

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Publicidad. Las locomotoras Siam, promocionadas en la Revista Ingeniería Ferroviaria (1950).

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