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 domingo, 18 de abril de 2004

Educación sexual: Cómo formar docentes

La educación sexual en las escuelas es un debate recurrente desde hace años. Todavía en pleno siglo XXI hay espacio para el enfrentamiento en las cartas de lectores de los diarios. Lo cierto es que aunque esté poco difundido, muchas escuelas tanto públicas como privadas, vienen abordando el tema con mayor o menor profundidad. No obstante, muchos niños y jóvenes deficientemente formados, siguen siendo víctimas de abusos, contagios y embarazos no deseados.

"La sexualidad puede ser una forma de comunicación y amor, o lo contrario", expresó el psicólogo y filósofo Orlando Martín, autor de "Didáctica de la educación sexual", en una entrevista publicada recientemente en el diario Clarín. Asimismo, Martín relaciona la sexualidad con la formación de una identidad, con el desarrollo de las cualidades de género, de la afectividad y de las relaciones. Admite que hoy los chicos son bombardeados con temas sexuales que trascienden su capacidad de asimilación. A su juicio, de no mediar una adecuada educación sexual, se corre el riesgo de que la afectividad y la sexualidad sean banalizadas.


No moralizar
"La educación sexual debe ser gradual y no dar nada por sabido. Desde un punto de vista higiénico y preventivo, hay que enseñar a asumir el cuerpo y respetar el del otro. Educar es ayudar a que surja del chico una conducta. Acompañarlo para que piense y cree sus propias actitudes y valores. Eso es una educación integral: aprender desde el discernimiento responsable. No ser moralizadores, sino incentivadores de la reflexión", sostiene Martín.

Si bien el especialista admite que los padres son los educadores naturales, reconoce que a veces, son los primeros que rehuyen del tema. "El trabajo tiene que ser cooperativo entre la familia y la escuela. Deben confiar mutuamente", afirma. "Para abordar la educación sexual en las escuelas, primero hay que salir de la controversia absurda de que los únicos educadores en sexo son los padres. Esta es una vieja polémica instaurada por sectores cercanos a la iglesia. Superada esta polémica, la educación sexual es una materia como las matemáticas o la geografía. No las enseñan los padres, sino los docentes. Ellos también pueden dictar educación sexual", sostiene León Roberto Gindin, titular de Sexualidad y Salud de la Universidad Abierta Interamericana y miembro fundador de Cetis (Centro de Educación, Terapia e Investigación en Sexualidad).

Gindin reconoce los riesgos de la preparación deficiente de los maestros. "Desgraciadamente, en general, los docentes tienen las mismas limitaciones que tienen los padres. Nunca fueron capacitados en este tema. En los programas de capacitación docente, la educación sexual no existe. Sin embargo ahora existen leyes de educación sexual y paternidad responsable. Todas establecen la obligatoriedad de la enseñanza de la educación sexual. Sin embargo, no se pueden cumplir adecuadamente porque el docente no está capacitado", afirma.


Sin prejuicios
Por su parte, Martín afirma que el docente necesita un marco teórico con una sólida base de antropología humana. "Es fundamental que sea maduro sexualmente para que no transfiera sus temores. Y es importante la metodología. No debe ser sólo información, sino también formación", acota. Aconseja partir del lenguaje popular al científico, en un clima de respeto hacia la vida y la libertad que anime a los chicos a hablar y preguntar.

Sostiene que si surge una pregunta acerca de la homosexualidad o la transexualidad, hay que tratarlos. "Si el docente tiene prejuicios, va a ser el primero en distorsionar el mensaje", afirma. Piensa que cuando la escuela no ampara temas que están instalados en la opinión pública, abandona al chico librado a su suerte. "Nada peor que dejarlo en la ignorancia, porque así lo exponemos", sostiene.

A juicio de Gindin, el quid de la cuestión está en la capacitación de los docentes y en el respaldo que les presten las autoridades de la escuela. "Si un docente aborda el tema del sexo, hay que cuidar que no sea castigado, reprochado o reprimido porque una mamá o un papá le dice que de sexo sólo ellos les pueden hablar a sus hijos", agrega.

Más allá de las últimas voces del disenso, Gindin opina que si bien se ha hecho mucho, aún falta muchísimo por hacer. Reconoce que la educación sexual en las escuelas está íntimamente ligada a la prevención. "Si un chico está educado sexualmente, no va a ser violado. Se puede defender. Si, en cambio, el chico nunca escuchó hablar del tema, puede suceder que un corrupto lo intimide", manifiesta.

De una manera u otra, la educación sexual está entrando en las escuelas. Si asumimos el mensaje de la OMS, que postula que "una sexualidad sana y responsable se traduce en una persona plena y madura", su objetivo no puede ser más noble.

Cristina Susana Gozzi

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