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 domingo, 18 de abril de 2004

Para beber: Cepa olvidada

Gabriela Gasparini

El ir y venir de los consumidores por las distintas cepas según pasan los años, es similar al del largo de las faldas en la moda femenina. Una temporada apenas arriba de la rodilla, la siguiente en los tobillos y una más tarde sólo se ven furiosas minifaldas. Esta escueta muestra de tela tiene la desventaja de tener más seguidoras de las que merece, ergo, se la ponen muchas que no debieran y una padece horrorosas visiones difíciles de olvidar, casi igual que con algunas uvas cuando no son tratadas como se merecen.

Esta nota surgió porque me puse a recorrer los vaivenes del Chardonnay en EEUU y terminé pensando en la pobre Merlot que en nuestro país de un tiempo a esta parte, salvo honrosas excepciones, ha sido casi eclipsada por las otras dos predominantes: la Malbec y la Cabernet Sauvignon. Pero por qué, si esta uva, hija pródiga de la región de Burdeos, puede ofrecernos tanto.

Tiene la costumbre de madurar temprano, tolera y se puede desarrollar en suelos más pobres, con más humedad y en algunos casos hasta con más frío de lo que soportarían otras, pero su punto débil es el momento de la floración y un traspié aquí puede alterarla de tal forma que se niegue a brindar frutos suficientes. Claro que cuando está en vena vale la pena y en un clima fresco desarrolla una complejidad inusitada. Es versátil y generalmente se usa para apaciguar la aspereza de otras cepas (ella se encarga de aterciopelarlas y contagiarles algo de su dulce sabor).

Como siempre todo depende de la mano del vinicultor, porque según el método de elaboración elegido también podrá presentar cierta cantidad de tanino y de acidez que entonces lo harán sentir bastante seco en la boca. Podríamos decir que no necesitó mucho para convertirse en el rey de los varietales norteamericanos, a tal punto que suelen llamarlo "el Chardonnay tinto", la mayoría lo elabora para tomar bien joven, algo así como los vinos en formato tómelo ya. Unos pocos hacen honor a su prosapia y lo conciben como Dios manda.

En Francia, como alguna vez hemos comentado, es partícipe indiscutido de algunos de los mejores píos. Australia también se ha convertido en una fanática merlotiana y un poco menos Sudafrica, las dos con caldos de distintas características debido a diferencias climáticas.

Para terminar con un poquito de historia y de sus características, digamos que aunque se la ubica en Francia en la primera centuria, recién alcanzó notoriedad en el siglo XVIII y que desciende igual que la Malbec y algunas otras de una variedad denominada biturica. Su sutileza lo hace apto para pastas, carnes y hasta para el chocolate. Qué podemos encontrar: ciruelas, grosellas, cerezas, rosas, violetas, menta, caramelo, café, cuero, tabaco, alguna especia. Si pasó por roble: vainilla y coco.

Pero todo es relativo, nadie se mate buscando. Eso sí, si van a la vinería, por favor no se olviden del Merlot.

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