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 domingo, 04 de abril de 2004

Cuestiones de familia
El mal momento del equipo canalla permite conocer problemas internos

Cuando el río suena, agua trae. Aquel viejo refrán parece haber tomado fuerza en las últimas horas. Se habla de la intimidad canalla. De los nervios, del descontrol, de la escasa relación que existe entre algunos de los integrantes del plantel. De un olvido poco creíble y de una sugerencia con tono de apriete. Llegará la desmentida, sobre todo de los personajes involucrados.

Al fin y al cabo es absolutamente lógico, y en algunos casos saludable. No hay por qué suponer que no existen inconvenientes, malestar y hasta reacciones inesperadas dentro de un grupo que no la está pasando bien. Un plantel que ahora, además de las asfixiantes inclemencias institucionales, padece los resultados deportivos.

Hoy, cuando los auriazules salgan a la cancha, faltará apenas un día para cumplir un mes sin triunfos. El 6 de marzo, un equipo alternativo de Russo derrotó a Racing en el Gigante por 3 a 1. Dos días antes, los muchachos de Miguel habían derrotado a Coritiba en el Gigante por 2 a 0 y la clasificación para la siguiente fase de la Copa Libertadores de América parecía un trámite.

Cómo no reaccionar. Lo extraño sería lo contrario. La armonía no debería ser el denominador común en medio de una coyuntura como la que se presenta.

Cuentan que existió un altercado entre el arquero Julio César Gaona y el capitán Horacio Carbonari apenas terminado el partido con Atlético Rafaela. Sí, el mismo día que algunos aseguran que lo dejaron varado al Yerbatero González porque demoraba en orinar (le tocó el control antidoping). Sí, la misma jornada en la que dicen que Gonzalo Belloso se puso la camiseta y le pidió a Russo que lo ponga. El Pejerrey ingresó a cuatro minutos del final por Pirulo Rivarola.

Lo que se dice una verdadera derrota con cola.

Hay que ir paso a paso, como le gustaría repetir hasta el hartazgo al simpático de Mostaza Merlo.

Carbonari le habría recriminado a Gaona la entrega de una pelota en la puerta del área que derivó en el primer gol de Atlético Rafaela. Es que Petaco recibió a la salida de la medialuna y cuando se dio vuelta se la sacaron. Debió cometer infracción, fue amonestado y Semino marcó de tiro libre. A propósito, el jugador de Atlético hacía más de 6 años que no marcaba. Sí, tiene razón, una manada de elefantes es poco.

En el vestuario cruzaron sus voces arquero y defensor. Cuentan que hasta habría volado una botella de Gatorade que por suerte no llegó a destino.

En medio de un clima muy caldeado, Claudio González no podía cumplir con los requisitos para el control antidoping y habrían decidido dejarlo en Rafaela. De hecho, el misionero se volvió a Rosario en remís. La versión oficial dice que la decisión fue de común acuerdo. La lógica indica que resulta poco creíble que no esperen a un futbolista hasta que cumpla con el reglamento. La otra especie, la que será desmentida, dice que el ex Independiente y Talleres regresó al vestuario tras poder orinar y se encontró con que ya no había nadie.

"Miguel, ¿ya entro no?" Palabras más, palabras menos, esa habría sido la sugerencia de Belloso para con el entrenador después de ponerse la camiseta número siete.

Otro tema con relaciones, como el gato. El viernes, el administrativo Rubén Massei dio la lista de concentrados para el encuentro de esta tarde y allí no estaba Gonzalo Belloso. Eran 16. Los otros 15 y Germán Leonforte. No había forma de equivocarse. Ayer Russo confirmó el banco con el delantero entre sus integrantes y sin Leonforte. "Jamás estuvo afuera de la lista", dijo el DT sobre el Pejerrey.

El propio Gonzalo le habría confesado el jueves a algunos allegados que hablaría con el entrenador si no lo tenía en cuenta para este partido.

Pelos y señales de una familia en problemas. Inconvenientes que surgieron cuando el jefe de la familia, Russo obviamente, cometió el exabrupto de hablar de "boludos" dentro del plantel.

Aquello produjo un quiebre que será muy difícil de remontar. Es que cualquier futbolista puede sentirse con derecho a pedir explicaciones. Y de hecho, el entrenador quedó en deuda con el plantel después de ridiculizarlo públicamente.

A propósito, integrantes del cuerpo técnico consultaron en la semana a los periodistas, sospechosamente, sobre cómo notaban el clima general. Algo que jamás sucede si no existen inconvenientes.

Son cuestiones de puertas adentro que suceden en todos los grupos, sobre todo cuando las cosas salen mal en la cancha. Ese aspecto se arregla con un par de resultados y ellos mismos se encargarán de decir que "acá no ha pasado nada". Una victoria y/o clasificación frente a Olimpia y una buena cosecha en el clásico serán el antídoto perfecto.

Lo que parece un hecho irreversible es aquello que instaló Russo. Tarde o temprano el entrenador se verá encerrado por sus propias expresiones. El error de Miguel es de esos que muy difícilmente los futbolistas perdonen.

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La relación entre Russo y los jugadores no parece estar de la mejor manera.

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