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 domingo, 21 de marzo de 2004

"Una situación que se puede cambiar"

Osvaldo Aguirre / La Capital

El próximo sábado 27, en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia, se inaugurará la muestra itinerante de fotografías "Poblados en riesgo de desaparición en la Argentina". La exposición es organizada por la Asociación Civil Responde, está integrada por cien imágenes y apunta a que "la sociedad argentina no solamente se entere de cómo están estos pueblos sino también de que es posible cambiar esa situación", según dice Marcela Benítez, fundadora de la entidad.

Responde (Recuperación Social de Poblados Nacionales que Desaparecen) es una asociación sin fines de lucro, integrada por voluntarios y cuyos propósitos están condensados en su nombre. Los pueblos considerados en riesgo son las localidades menores de 2 mil habitantes que registran pérdidas de población en el transcurso de los censos. De acuerdo al censo de 1991, se trataba de 430 localidades, 57 de ellas en la provincia de Santa Fe (ver infografía). Aun no se conoce la totalidad de los datos del censo 2001, que según los cálculos previos agregarán más pueblos a esa lista.

Los objetivos de Responde son contener el proceso de despoblamiento a través de la promoción y gestión de proyectos de recuperación social. La primera experiencia piloto se llevó a cabo en Irazusta, un poblado de 442 habitantes, en la provincia de Entre Ríos. A partir de la implementación de un programa de turismo se logró una reactivación sostenida del pueblo y su entorno, que se verifica en la recuperación de servicios de transporte, la apertura de una biblioteca popular, la identificación de productos artesanales y la participación de cuarenta familias.

La muestra que llega al Bernardino Rivadavia tiene una historia para contar. "Organizamos el año pasado un concurso a nivel nacional para que los fotógrafos fueran a los pueblos que figuraban en el listado nuestro como pueblos en riesgo de desaparición y les sacaran fotos -dice Marcela Benítez, geógrafa y doctora en sociología-. La idea era que el fotógrafo pusiera su lente y la sociedad su mirada. Un jurado eligió las fotos ganadoras y seleccionó las que integran la muestra, que ya se exhibió en la ciudad de Buenos Aires".

-¿Les impactó de manera particular algunos de esos pueblos en peligro?

-Después de tres o cuatro años en que visité más de cien pueblos en distintos lugares de la Argentina, resultaban todos iguales. Todos tenían el mismo aspecto, habían quedado aislados porque no les había llegado el asfalto o habían perdido el tren. Pero básicamente era que tenían una situación de lejanía con respecto a las principales rutas. Eso era lo que desalentaba: no había colegios para seguir estudiando y los chicos se iban; para hacer cualquier trámite, cualquier compra, había que ir a la ciudad más cercana. La gente de estos pueblos ha sido olvidada en cuanto a que necesita completar su educación formal y tener acceso a capacitaciones y oficios. Si ellos pudieran tener ese acceso encontrarían por sí mismos los recursos para tener su trabajo en sus lugares, porque mucha gente que ha emigrado porque se acabó la fuente de trabajo en sus lugares de origen. Cuando se trabaja en educación y capacitación las cosas cambian. Además, se trata de rescatar lo que ellos saben y potenciar lo que tienen alrededor. A veces nos parece que es tan fácil todo que nos preguntamos cómo es que esto no sucede en más lugares, cómo es que parece que las tareas son titánicas cuando nos estamos ahogando en un vaso.

-¿Por qué es importante que estos pueblos no desaparezcan?

-Porque la calidad de vida de las personas que viven en un pequeño pueblo no se puede comparar con la de la gente que vive hacinada en el conurbano de Buenos Aires, o de Rosario. Muchos de los que emigraron de sus pueblos tienen un desarraigo importante, porque hubieran sido más felices si hubieran tenido oportunidades para quedarse. Si un pueblo desaparece se pierde toda su historia, la cultura propia de ese lugar. Y si multiplicamos eso por 500, es cómo que estamos perdiendo las raíces. La desaparición de un pueblo es una pérdida enorme, y absurda, teniendo en cuenta el crecimiento horroroso que tenemos en tres o cuatro grandes ciudades de la Argentina.

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