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 domingo, 11 de enero de 2004

Entrevista. Dijo que habló porque los senadores lo abandonaron
Pontaquarto: "No podía seguir viviendo así"
El arrepentido reafirmó que con Alasino y Genoud se entendía "por señas". Un testimonio abrumador

Rodolfo Montes / La Capital

Mario Pontaquarto produjo la máxima sorpresa política del verano. Hace un mes se autoinculpó en uno de los hechos de corrupción política más graves de la historia nacional: el pago de coimas a un grupo de senadores para que votaran un ley laboral, en abril de 2000. Su declaración llenó de sorpresa a la corporación política, al tiempo que confirmó las sospechas de la sociedad en relación a los inescrupulosos manejos de políticos argentinos a la hora de administrar poder y dinero.

En exclusiva con La Capital, el arrepentido más famoso de la Argentina cuenta cómo vivió el último mes de su vida, desde que confesó el delito. Por qué habló cuando habló y no antes, el rol de su familia y el abandono que sufrió de parte de los amigos de la política.

"La gente me felicita por la calle -dice Pontaquarto- pero yo les explico que no se equivoquen, no soy un prócer". El ex secretario del Senado está tranquilo con el desarrollo de la causa. Dos de los imputados que lo desmintieron, Gladys Mota y Alberto Ruidia, fueron procesados por falso testimonio. "Con (Augusto) Alasino y con (José) Genoud me entendía con señas", sorprende el hombre de la tapa.

"A las 48 horas del hecho yo ya había decidido hablar. Cuando me encontré llevando el dinero en el baúl del auto, hacia mi casa, me di cuenta que todo era muy loco. Mi mujer pensó lo mismo y se fue con los chicos a lo de mi suegra. La situación era insostenible", cuenta Tato Pontaquarto en las oficinas del estudio jurídico que lo defiende, Moreno Ocampo y Wortman Jofré. Enciende un cigarrillo, se recuesta sobre la butaca de cuero negro, y espera las preguntas. Parece dispuesto a mostrarse transparente. "Mi mujer fue quien más me insistió para que hablara. Yo me había transformado en otra persona, tenía otro carácter, otro humor. Necesitaba blanquear para volver a ser yo".

-¿Qué lo llevó, en última instancia, a confesar el hecho?

-Me sentí muy abandonado. Ni siquiera me atendían el teléfono. Además, se estaba creando la idea de que yo era el único que participó. Cuando Cantarero le dijo a María Fernanda Villosio (periodista que publicó la confesión de Pontaquarto) que los sobornos habían existido, también le dijo que yo sabía. Entonces María Fernanda me persiguió un montón de tiempo y yo se lo negué. Después empecé a ver que podía terminar con toda la carga de la responsabilidad solo, que los demás seguían siendo legisladores y que no pasaba nada. Entonces cambié de opinión, y hablé.

-¿Nunca pensó en vender la confesión?

-No, yo firmé un contrato con TXT, que está presentado en la Justicia. Y lo único que me ofrecen es mantener a mi familia en el exterior el tiempo que sea necesario y me proveen del estudio de abogados de Wortman Jofré. Nada más. Yo sé que mi confesión vale un montón de dinero, pero no lo hice por plata.

-¿Está mejor o peor que el día que decidió hablar?

-Mucho mejor. Con las pruebas que se presentaron, los careos y los reconocimientos de lugares está cada vez más claro que mi declaración coincide con la verdad de los hechos. La gente en la calle reaccionó muy bien, se acerca, me felicita y me pide que siga adelante. Mi impresión es que la sociedad empezó a valorar el caso de las coimas en el Senado como un punto de partida distinto, para terminar con la corrupción impune en la Argentina. También quiero destacar cómo viene jugando el periodismo, que día a día se compromete más y mejor con la investigación. Lo central acá son las medidas que adopta el juez. Los careos, las contradicciones, los falsos testimonios, el ataque de Cantarero, por escrito, a mi vida personal, demuestran una gran debilidad de los imputados.

-Su confesión empezó por la revista TXT. ¿Cómo lo trataron los demás medios?

-Hubo un sector del periodismo que siempre supo que hubo coimas, y otro que dudó o que directamente me descalificaba. Ahora, a un mes de la declaración, todo el periodismo se convenció de la verdad de mis dichos.

-¿Por qué explotó este caso de corrupción en el Senado?

-Porque el PJ mantiene una hegemonía permanente durante 20 años. Fundamentalmente en los 90, donde tuvo quórum propio y todo el poder para sacar cualquier ley. Eso se convirtió en una corporación, en un caldo de cultivo para que se produzca el hecho de corrupción política más aberrante.

-Existe presunción periodística de que usted excluyó ciertos nombres, de manera deliberada. A un mes de la confesión, ¿podría ofrecer un nuevo testimonio, con más nombres, y así ajustar su relato más cerca la verdad de los hechos?

-La verdad es que mi declaración fue completa y no parcial. Nombré a las personas que participaron de la operación. Incluso varias que están en el papel de Cantarero (una lista con ocho nombres de senadores, cada uno con una cifra), no me consta que hayan recibido coimas. A los senadores del papel los involucra Cantarero, no yo.

-¿Después de la denuncia de Chacho Alvarez, cuando habló de "democracia tarifada", era posible que los máximos dirigentes del PJ y la UCR desconocieran estas prácticas?

-Es difícil demostrarlo. Tal vez algunos más conocieron el hecho, pero a partir de mi autoincriminación quedaron en una posición difícil. Por lo demás, no tenemos una legislación que ayude al arrepentido. Yo me mandé sin cobertura, por cansancio moral. No podía seguir viviendo así.

-¿Aspira a una pena leve como compensación a su autoincriminación?

-En la Argentina la legislación para los arrepentidos en corrupción política es muy pobre. Distinto es, por ejemplo, para el tema de las drogas. Con una buena ley del arrepentido, que aliviane las penas sobre quienes colaboran efectivamente para descubrir la verdad, se descubrirían muchos casos. Por ejemplo, en Santa Fe, con una buena ley del arrepentido tal se hubiera avanzado más sobre los casos de corrupción que involucraron a un gobernador y a un vicegobernador.

-¿Qué pensó cuando iba con los 5 millones en baúl del auto rumbo a su casa?

-Que estaba rifando 20 años de militancia en un partido popular. Mis convicciones políticas siempre fueron contrarias al acto aberrante que terminé haciendo. Y me pregunto, ¿cómo y por qué lo hice...? Y todavía no tengo una respuesta final. Pienso que la corporación política me absorbió.

-¿Cuánta responsabilidad tiene el sujeto individual que comete un delito, y cuánta la corporación política que lo induce?

-Yo diría 50% y 50%. La responsabilidad individual es ineludible, pero hay que decir que en mi caso no tuve ninguna posibilidad de decir que no. Si me negaba, perdía el trabajo y ponía en riesgo mi vida. Yo había sido el indicado, y lo sabían el presidente de la Nación, el presidente del bloque justicialista, el presidente provisional del Senado y el secretario de Inteligencia del Estado.

-¿Usted supo si los senadores santafesinos de abril de 2000 participaron de hechos reñidos con la ley?

-Desconozco qué hicieron los senadores por Santa Fe con relación a la ley laboral. No recuerdo qué ocurrió con ellos en aquella sesión.

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"No me atendían el teléfono y se estaba creando la idea de que yo era el único coimero".

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