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 lunes, 24 de noviembre de 2003

TEATRO / CRITICA
"El Principito": una puesta que logra recrear con respeto un texto legendario

Rodolfo Bella / La Capital

La precisa puesta en escena de "El Principito" estrenada el fin de semana en el teatro Broadway entraña una paradoja menor: la conocida cita del texto -"Lo esencial es invisible a los ojos"- contradice el impactante despliegue de luces, escenografía, efectos especiales, coreografías, proyecciones de video y vestuario a los que el director Eduardo Gondell recurre para contar la legendaria historia de Antoine de Saint Exupéry.

Todo, para comprender y revelar la cuestión de fondo: la aventura de dos solitarios, un adulto escéptico y un niño enamorado de la única flor de su pequeño planeta, extraviados en mundos que les son desconocidos u hostiles. Un viaje que funciona, una vez más, como metáfora del descubrimiento.

Con el protagonismo de Juan Carlos Baglietto y Patricia Sosa, la obra proyecta todo su potencial poético reflexivo. Para Baglietto, intérprete del aviador, fue su primera experiencia como protagonista de un musical. El cantante se desempeña correctamente en el plano actoral.

Patricia Sosa encarna el rol de la serpiente -antagónico de Baglietto-, su voz con cálidas inflexiones, susurrante y sibilina, se potencia con un vestuario adecuado. Ambos representan polos opuestos de la civilización que le tocó en suerte conocer al Principito extraviado. Sebastián Francini, también en un debut musical transmite la inocencia y el costado imperativo de su personaje, al tiempo que acompaña con destreza las coreografías.

Para resumir el relato original, adaptarlo al tiempo teatral y a los saltos temporales que propone el texto, en su viaje el chico recorre algunos de los planetas donde conoce a personajes que le muestran aspectos más o menos respetables de los hombres en un recorrido cercano a una reseña de algunos pecados capitales. No es menor el dato de que Saint Exupéry escribió su obra durante la ocupación alemana de Francia para entender la desolación del piloto-escritor cuando describió su visión del mundo.

Así, se encuentra con un rey que no halla sustento para su autoridad sino en la razón, pese a que ejerce su rol con plena conciencia de su poder; un émulo de Elvis Presley, interpretado por el rosarino Alejandro Paker, apropiadamente es nombrado como Vanidoso, un ambicioso e insaciable hombre de negocios que sólo ama sus posesiones, y un borracho que bebe para olvidar. Pero es en la Tierra donde el Principito hace su más fabuloso hallazgo. Allí es donde recibe la llave de todos los secretos, y como un Jasón adolescente encuentra al fin su vellocino de oro. Claro que sólo para ir detrás de otra quimera: su Flor.

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Sebastián Francini junto a Juan Carlos Baglietto.

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