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 domingo, 06 de julio de 2003

San Pedro: Reino de la dulzura
Esculturas de cemento, restos paleontológicos y cabalgatas por la costanera, a menos de doshoras de Rosario. Paseos imperdibles por establecimientos que cultivan duraznos y naranjas

A mitad de camino entre Rosario y Buenos Aires, la localidad de San Pedro se convierte en una opción interesante para disfrutar de un fin de semana con sabor a pueblo. Museos, viveros, casas históricas y paseos en lancha por el Paraná son algunos de los atractivos de un sitio encantador, donde la hora de la siesta todavía es ley y los domingos a la tarde todos los caminos conducen a la plaza principal. El próximo miércoles será sede de la Fiesta del Pejerrey, encuentro que atrae a amantes de la pesca de todo el país.

Sin apuro y con la cordialidad de sus pobladores demostrada a cada paso, el "pueblo tour" puede comenzar en la plaza Constitución, donde se levanta la iglesia Nuestra Señora del Socorro, con la torre y el campanario emplazados en la parte posterior del edificio. En la misma plaza se encuentra una fuente de agua construida en 1905 que aún funciona.

A pocos metros está la Biblioteca Popular Rafael Obligado, que cobija importantes colecciones y ejemplares muy valiosos. Además se puede visitar el palacio municipal, antiguo Convento Recoleto Franciscanos. El paseo continúa por la plazoleta Fray Cayetano José Rodríguez, uno de los magníficos miradores emplazados en las barrancas sampedrinas.


El combate de Obligado
Al sitio donde se desarrolló el combate de Obligado se llega transitando la ruta Lucio Mansilla, a 19 kilómetros de San Pedro, hacia el norte. Se trata del sitio histórico donde el 20 de noviembre de 1845 tuvo lugar la batalla homónima, donde los criollos ofrendaron sus vidas en defensa de la soberanía nacional.

En el lugar se levanta un monumento erigido en homenaje a los héroes nacionales, donde junto a las placas conmemorativas, se conservan las cadenas que se cruzaron sobre el Paraná para impedir el paso de la armada anglo-francesa.

De regreso a San Pedro pueden visitarse los viveros de plantas frutales, ornamentales y otras variedades, que los turistas adquieren para adornar jardines y ambientes interiores. No olvidarse de probar las famosísimas ensaimadas mallorquinas, postre mallorquín relleno de crema pastelera con forma de espiral, que se puede adquirir en panificadoras o fábricas de ensaimadas.

Desde las barrancas de la costanera se observa en primer plano la laguna de San Pedro y luego el río Paraná. El paisaje ribereño atrae a los amantes de la pesca, que tienen la oportunidad de practicar durante todo el año embarcados o desde costa.

Desde los campings y clubes náuticos se ofrecen salidas en embarcaciones desde donde se observan la costa de San Pedro, las islas, los complejos de cabañas, los extensos arenales y el imponente Paraná.

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Un paisaje que atrae a los amantes de la pesca.

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Entre el campo y el río

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