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 domingo, 06 de julio de 2003

Daños irreparables por bombas de estruendo

La destrucción por incendio de una parte importantísima del hermoso edificio que alberga al Museo de Ciencias Naturales Angel Gallardo y a la Facultad de Derecho, entre otras dependencias públicas, constituye, más allá de la desgracia que entraña, una gran oportunidad para que el ministerio público apoye con todo su peso la instrucción de una causa penal para que en su marco se investigue a fondo lo ocurrido, se determinen responsabilidades y quienes sean hallados culpables terminen presos. No puede ser que los argentinos sigamos presenciando atónitos cómo se destruyen nuestros edificios públicos -sobre todos aquellos que por su estilo, refinamiento y belleza jamás volveremos a construir- sin que las autoridades reaccionen de acuerdo a las obligaciones que surgen de su propia investidura. De poder sustanciarse una causa de esas características y de llegar a buen término el debido proceso, podría marcar un verdadero punto de inflexión en el universo de relación que existe entre la sociedad que integramos y el espacio público, ese espacio que, lenta pero inexorablemente, hemos destruido en los últimos tiempos a niveles degradantes. Por cierto que también sería una manera de demostrar de una vez por todas que las bombas de estruendo nada arreglan. Por el contrario, muchas veces -como en el caso que nos ocupa- suelen causar daños irreparables.

Juan Antonio Boglione



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