A la plaza. De acuerdo al mapa enviado por el Ipec, un grupo de censistas que debían relevar el centro rosarino podrían haber sido enviados a la plaza. Pero el blooper se sorteó. Es que la información cartográfica daba cuenta de la necesidad de encuestar unas 90 viviendas frente al río, pero el sitio era un sector de plaza dentro del Parque Nacional a la Bandera. Cuidado con el lápiz. La censista, una estudiante de tercer año del profesorado de Geografía, entró con cierta timidez. "Bueno, un cafecito acepto", dijo tras el ofrecimiento de la dueña de casa. Abrió su carpeta y empezó a desplegar las planillas. También ordenó los útiles: medio lápiz y media gomita de borrar. "Es que no alcanzaban para todos y hubo que partirlos", contó un tanto avergonzada. Si hay miseria, que no se note. Electrodomésticos. "¿Pero cómo, sólo me va a preguntar por esos electrodomésticos, mire que yo tengo aire acondicionado, lavavajilla, equipos de música y muchos otros", le recomendó una paqueta señora a la censista que preguntó sólo por los artefactos que pedían las planillas. Primero a misa. Un grupo de señoras vecinas que conviven en un departamento de pasillo acuden juntas todos los domingos a la misa de las 10. Cuando emprendían el viaje llegaba la censista. "Venga después querida porque nosotras ahora vamos a la iglesia", indicaron las damas. Los casó. La joven pareja recibió a la encuestadora con cordialidad. A la hora de responder sobre el estado civil, el muchacho dijo que eran concubinos. Pero la docente señaló que la figura no estaba contemplada en la planilla. "Tengo que poner soltero, ignorado o casado; listo, les pongo casados", sentenció. En serie. El joven se instaló en el palier del edificio con una mesita y primero llenó todos los formularios con la infraestructura de las viviendas. Luego fue llamando a los moradores de a uno para hacer las preguntas personales. En fin, todo para simplificar la tarea.
| |