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 sábado, 08 de diciembre de 2007  
Fue a alentar a su equipo y lo balearon en la cabeza
Es un chico de 17 años. Junto a otros socios de Regatas iba a ver un partido en Banco Nación

Todo estaba dado para que sea una fiesta, pero terminó en un drama que colocó a un pibe de 17 años al borde de la muerte tras recibir un balazo calibre 22 en la cabeza. El muchacho era uno de los 40 hinchas de Regatas Rosario que el jueves por la noche esperaban, a 50 metros del club Banco Nación, para ver a la primera del fútbol de salón del club consagrarse bicampeón del torneo de la rosarina. Pero en ese momento llegaron dos Peugeot 206 del que bajaron al menos seis personas y desafiaron a los pibes. “Dame los bombos”, gritó un hombre robusto que bajó de uno de los vehículos y a continuación se escucharon al menos tres detonaciones de arma de fuego. Uno de esos proyectiles dio de lleno en la cabeza de Ramiro Gonzalo Mateo, el chico de 17 años que anoche seguía internado en estado delicado tras superar una operación de seis horas.

   El pibe, que integra el plantes juvenil de fútbol de salón de Regatas, cayó malherido en la vereda mientras agresores y agredidos corrían en distintas direcciones. Tenía un orificio de entrada, sin salida, en el cráneo. Sus compañeros se quedaron como congelados y uno salió a buscar ayuda hacia el club Banco Nación. En paralelo, los dos Peugeot huyeron del lugar no sin antes arrebatarles a los hinchas un redoblante, un bombo y una bolsa con dos banderas celestes y amarillas.

   Para los investigadores policiales, no hay que descartar ninguna hipótesis de trabajo, aunque creen que se trató de una bravuconada violenta.



Mala noche. El jueves pudo ser un gran día para los hinchas de Regatas. La primera de fútbol de salón jugaba en el gimnasio de Banco Nación frente a Náutico Avellaneda, y con el empate se consagraba bicampeón. Y la “Seis”, como se autodefine la hinchada de Regatas —integrada por socios del club de entre 13 y 18 años—, convergió en las inmediaciones del microestadio de bulevar Rondeau al 2900 llevando sus bombos y sus trapos. “Siempre que se juega en Banco nos juntamos ahí. Y aguantamos tocando el bombo y cantando. Le hacemos el aguante al equipo”, explicó Ramiro, un chico de 13 años que estaba con la hinchada, a las 22.30 de anteayer, en la esquina de Punta Lara y Agrelo, justo frente a la iglesia San Ramón Nonato.

   Sentados en el tapial de una casa, a 50 metros del ingreso al estadio, los hinchas entonaban sus éxitos del aguante. “No es mucho lo que podemos contar, porque a esa hora estábamos acostados. Los pibes estaban cantando y tocando el bombo. Si bien hacían ruido, estaban tranquilos y no jorobaban a nadie”, recordó ayer Alberto, el dueño de la casa frente a la cual se produjo el hecho.

   La geografía de Punta Lara y Agrelo está dominada por la comunidad de San Ramón, que domina tres de las cuatro esquinas. En una está la iglesia, en otra el jardín de infantes y en la tercera la escuela primaria. La cuarta esquina es donde estaba la “Seis”.

   Cuentan que Rama, como todos en Regatas conocen a Ramiro Mateo, estaba dándole al bombo cuando los dos Peugeot 206 aparecieron por Punta Lara de sur a norte y aminoraron la marcha ante un lomo de burro. Uno de los autos era gris, con techo acrílico, y el otro negro, con vidrios polarizados. Ante la mirada de los hinchas, los autos estacionaron y de cada uno de ellos bajaron tres personas. “Uno de los tipos que se bajó, que tenía remera y gorrita, empezó a gritar «dame los bombos, dame los bombos». Y los chicos reaccionaron, se le fueron al humo. «Eh. Pará. ¿Qué te pasa?, dijo uno de los pibes”, recordó el pibito Ramiro.



Testimonios. A partir de varios testimonios pudo reconstruirse que los hinchas se le fueron al humo a los agresores, tratando de evitar que les coparan la parada. En el lugar, como si fuera parte de una película de historias múltiples, se vivieron casi tantas escenas como protagonistas había en el lugar. Y todas transcurrieron en paralelo. Mientras Rama tocaba el bombo, dos de los recién llegados manotearon una bolsa con un redoblante y un par de banderas. Entonces, el hombre que increpó a los hinchas pidiendo por los bombos sacó se su cintura una pistola calibre 22. Algunos testigos dicen que disparó dos veces al aire y luego realizó un tercer disparo que impactó en la sien izquierda de Rama. Otros lo vieron sólo disparar hacia el pibe. “Cuando yo ví el arma empecé a correr”, explicó el testigo.

   “Cuando escuchamos los disparos salimos a la vereda y vimos al pibe tirado en el suelo. Los chicos que lo rodeaban estaban como idos y contaban que los habían atacado los que bajaron de los autos”, contó Marcela, una vecina del lugar.

   Mientras Rama caía malherido los dos Peugeot 206 emprendieron la fuga por Lara hacia Rondeau. La huída fue tan alocada que el hombre que disparó quedó de a pie y tuvo que correr hasta alcanzar uno de los autos. Sobre la vereda quedó una vaina servida calibre 22.

   “El partido recién había empezado cuando uno de los chicos entró y gritó: «Le pegaron un tiro a Rama» y todos salieron a ver qué pasaba”, explicó uno de los hinchas de Regatas que ya estaba en el microestadio.

   Como la ambulancia no llegaba, al pibe lo cargaron en una Fiat Fiorino y lo trasladaron al hospital Alberdi. Pero era tal la gravedad de la herida que fue llevado al Heca, donde lo operaron. “Ahora está algo mejor. Los médicos dicen que le pudieron extraer buena parte del proyectil y le redujeron un coágulo importante”, explicó una de las amigas del adolescente.

   Ayer, en Regatas se podía palpar la conmoción. La noticia de lo ocurrido hizo que se viviera un clima de congoja. No había un socio del club de la ribera rosarina que no preguntara por la suerte del pibe.
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La esquina donde el grupo de hinchas de Regatas esperaba el inicio del partido.

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