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 sábado, 08 de diciembre de 2007  
Viajeros del Tiempo
Rosario 1905/1910

Guillermo Zinni / La Capital

La ley de Lynch (II). Esta forma de proceder parece referirse a alguna época lejana de la Edad Media, cuando por falta completa de justicia regular se formaron esos tribunales secretos de la “Sansta Wehme”, en Alemania, o de los “Compañeros del bosque”, en Italia. Sin embargo, en esta Norteamérica de 1908 la estadística oficial del departamento del Interior dice tranquilamente que este año tuvieron lugar 65 casos de lynchaje. ¡65 casos! La mayoría de los “procesados” eran negros, sobre todo en los Estados del Sud, donde los conflictos de raza son mucho más agudos y frecuentes que en los del Norte. ¿Y cuál es la actitud del gobierno ante tales atentados a la ley? Reprensión, pero reprensión sin resultado alguno, puesto que cuando llegan las tropas mandadas por las autoridades federales para hacer respetar la ley, el ajusticiado ha dejado de existir desde hace mucho tiempo. En estas condiciones, el lynchaje, lejos de ser lo que era antes, es decir, un juicio público pronunciado bajo la luz del sol y reconocido justo por una población entera, no ha llegado a ser más, en la mayoría de los casos, que un crimen cobardemente ejecutado y debido al desarrollo de las pasiones más viles. Esta cifra de 65 casos de lynchaje en un año es una vergüenza pública, y hay que esperar que el movimiento de reacción popular en contra de esta costumbre bárbara crezca y haga desaparecer por completo esta plaga que mancha el suelo americano. (1909)

Nota: Charles Lynch (1736–1796) fue un juez del Estado norteamericano de Virginia que en 1780 ordenó la ejecución de una banda de conservadores (tories) sin dar lugar a juicio. Esta acción se conoció irónicamente como la “ley de Lynch”, de donde viene la palabra “linchamiento” y el verbo “linchar”.

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