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 viernes, 07 de diciembre de 2007  
Una mujer alemana admitió que mató por asfixia a sus cinco hijos

Una mujer alemana, de 31 años, admitió ante un médico de un hospital psiquiátrico en el que fue internada, en la localidad de Darry, en el norte de Alemania, que fue ella la que mató a sus cinco hijos, todos varones de entre 3 y 9 años, sedándolos primero con un somnífero para después asfixiarlos.

La policía había descubierto los cuerpos de los cinco menores en la noche del miércoles, uno al lado del otro en una habitación de la vivienda en la que vivían.

La misma mujer había alertado sobre la tragedia.

La autopsia confirmó que los niños fueron asfixiados, informó ayer el fiscal encargado de investigar el caso, Uwe Wick, en Kiel, la capital del Estado.

“La mujer ha sido acusada formalmente del cargo de múltiple asesinato, pero no está en sus cabales”, dijo.

Agregó que los primeros indicios sobre los problemas psíquicos de la mujer habían sido canalizados a la asistencia social local en agosto último, por medio de las denuncias de uno de los padres de los niños, quien alertó sobre las fantasías religiosas que tenía la mujer.

Funcionarios de la asistencia social y del organismo local de protección al menor que seguían el caso y que habían dictaminado que no había un alto riesgo al respecto, tenían una cita con la madre justamente el día de la tragedia.

El pueblo de Darry, cercano a la costa del mar Báltico y de la frontera danesa, seguía ayer en estado de shock.

Sino trágico.
La tragedia familiar se produjo el mismo día en el que la policía había detectado otro caso de infanticidio, cuando encontró los cuerpos sin vida de tres menores en un balcón en la localidad de Plauen, en el este del país.

La escuela y la guardería infantil del pueblo de 450 habitantes a la que iban los hermanos no abrió sus puertas. Los escolares, padres y pedagogos fueron atendidos por psicólogos y asistentes. Vecinos de la familia así como compañeros de clase y maestros desmintieron que los chicos hayan ido a la escuela desaliñados. Tampoco llevaban alimentos en mal estado.

A los niños se los solía ver jugando y alborotando permanentemente en el jardín, mientras que la madre vivía prácticamente recluida. (DPA)
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