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sábado,
17 de
noviembre de
2007 |
Sarkozy resiste el paro del transporte en Francia
El 70% de la ciudadanía apoya la reforma y considera injusta la protesta de los gremios estatales
Ulrike Koltermann / DPA
París. — El presidente francés, Nicolas Sarkozy, está decidido a salir victorioso de la lucha de poder que mantiene con los sindicatos. “Habrá huelgas y manifestaciones, pero las soportaré”, anunció poco antes del “miércoles negro” cuando Francia quedó paralizada por el inicio de la huelga del transporte público. Y ayer, en el tercer día de paro, endureció su posición reclamando el cese de la medida de fuerza para comenzar con las negociaciones “empresa por empresa”.
Es la segunda vez en un mes que los trabajadores ferroviarios, del transporte público y otras empresas del Estado protestan contra la reforma provisional para los empleados públicos, que prevé la eliminación de la jubilación anticipada.
El régimen especial de los trabajadores estatales cuesta a las arcas públicas francesas unos 5.000 millones de euros (unos 7.300 millones de dólares) al año. Para Sarkozy se trata sobre todo de una lucha simbólica: si triunfa, podrá acometer con mucha más comodidad el resto de las reformas prometidas.
La actual medida de fuerza recuerda las agitadas semanas de 1995 que terminaron en la retirada de la reforma del entonces premier conservador Alain Juppé, bajo la presidencia de Jacques Chirac.
A diferencia de Alemania, donde los empleados ferroviarios en huelga por mejores haberes cuentan con el apoyo de la población, en Francia la mayoría de los usuarios está en contra del paro del transporte público.
El diario Le Figaro, cercano al gobierno, publicó una encuesta en la que dos de cada tres franceses consideran “injustificada” la huelga. Y el 70% recomienda al gobierno mostrarse inflexible en las negociaciones con los sindicatos. Con este respaldo, a Sarkozy le resultará mucho más fácil presentarse como un reformador irreductible.
Medio millón de los 26 millones de trabajadores franceses se benefician de los “régimes speciaux”. Los ferroviarios pueden jubilarse a una edad de 50 años, y los de tráfico, electricidad y gas pueden hacerlo con 55.
Derechos extraordinarios. Los “régimes speciaux” nacieron en el siglo XVII con el rey Luis XIV, que otorgó derechos extraordinarios a los marineros y pescadores. Napoleón agregó en 1806 al Banco Central y en 1812 la Comédie Française. Después de la Segunda Guerra Mundial fueron modificados para incluir hasta hoy a mineros, policías y soldados, trabajadores del ferrocarril, correo, electricidad y gas, además de otras entidades públicas, desde la Opera de París hasta la imprenta oficial.
También protestan en Francia los estudiantes en una de cada cuatro universidades, aunque su reclamo tiene poco que ver con la eliminación de los privilegios de los ferroviarios. Su queja no suena muy convincente, ya que la reforma universitaria que impugnan fue aprobada hace varios meses sin mayor oposición de los claustros.
Y la huelga anunciada por los judiciales para la próxima semana se dirige en primer lugar contra la ministra de Justicia, Rachida Dati, la funcionaria preferida de Sarkozy que se ha vuelto muy impopular entre jueces y en su propia cartera por sus controvertidas decisiones.
Los críticos acusan a Sarkozy de haberse asegurado en las últimas semanas una serie de fotografías espectaculares, “rescatando” a europeos detenidos en Chad por tráfico de niños africanos o presentándose en Estados Unidos como nuevo garante de la alianza transatlántica. Pero el complicado asunto de las reformas quedó en manos de su primer ministro, François Fillon, al que, de lo contrario, apenas permite hablar en público.
Fillon se mostró inflexible pero dejó claro que las negociaciones con los gremios apenas comenzaron. Probablemente se acordarán leyes extraordinarias para los actuales empleados públicos, para que las medidas de ahorro afecten sólo a los que de aquí en el futuro empiecen a trabajar para el Estado. Al igual que los dos primeros días de paro, ayer millones de usuarios sufrieron las complicaciones del funcionamiento de sólo el 20% de los transportes.
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