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sábado,
17 de
noviembre de
2007 |
Las cosas por
su nombre
Estoy totalmente de acuerdo con el señor Cristián Hernández Larguía: las grandes revoluciones que en teoría venían a traer la solución a los oprimidos lo único que consiguieron fue más derramamiento de sangre y muerte en los pueblos que estallaron. El mejor ejemplo es el del dictador Stalin que causó un holocausto muy superior al originado por el nazismo, pero del que nadie se hizo cargo. Creo que es hora de empezar a llamar las cosas por su nombre, dictadura; sea en nombre de la derecha o en nombre de la izquierda sigue siendo dictadura. Pero como dijo Hernández Larguía, es cuestión de tiempo para que la humanidad termine de enterrar esos viejos y engañosos conceptos.
Mario Gómez
DNI 25.900.544
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