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miércoles,
14 de
noviembre de
2007 |
Centro inseguro. Dos locales comerciales fueron asaltados y reportaron cuantiosos botines
Operación comercial inconclusa por robo
Tres maleantes impidieron la venta de un taller de calzados y robaron 28 mil pesos
Ayer a la tarde, Marcelo Urbano estaba tan desconcertado como sorprendido. Aún se preguntaba cómo los tres desconocidos que el lunes a la noche irrumpieron en su local del microcentro sabían que allí se iba a concretar la venta de su negocio. El inversor ya había llegado con un maletín y 28 mil pesos para cerrar la operación comercial, pero en escasos minutos vieron cómo se esfumaba la posibilidad de sellar el acuerdo. Uno de los maleantes recogió el ataché y, junto a sus cómplices, se marchó con el efectivo.
Hace diez años Urbano dejó Rosario para abrir una librería en la ciudad de Ramallo, pero regresó a la ciudad para hacerse cargo de un taller de compostura de calzado de la familia ubicado en una galería de San Lorenzo 1076.
A las 20.30 del lunes Urbano ya había cerrado el local pero se quedó a esperar a Ricardo, el hombre con el que iba a concretar la venta del comercio tras haber ultimado los detalles de la operación con su contador.
Y así fue. El comprador llegó con su hijo y en una de sus manos sostenía un maletín con el efectivo. Los hombres ni siquiera tuvieron tiempo de contar el dinero. Enseguida quedaron inmóviles cuando tres muchachos armados entraron al local. Los intrusos primero encañonaron a sus víctimas y después las golpearon. A punta de pistola, uno de los recién llegados le ordenó a Ricardo que le diera el efectivo. Entonces, a los dos comerciantes no les quedaron dudas de que los ladrones conocían los pormenores de la transacción.
Amenazado. Intimidado, Ricardo entregó el maletín con los 28 mil pesos destinados a cerrar el acuerdo. “Le dijeron que si no les daba la plata le iban a pegar un tiro al hijo”, contó Urbano. Pero no se conformaron con el botín. Al frustrado comprados también le quitaron una billetera con 1.300 pesos y recogieron 500 pesos que Urbano tenía en un bolsillo. Antes de irse, los maleante tomaron algunos recaudos para facilitar el escape. “Nos ataron las manos y nos llevaron a la parte trasera del negocio”, contó el comerciante.
Con el botín en su poder, los ladrones desparecieron por el centro rosarino no sin antes apoderarse de las llaves para abrir la puerta de la galería. Ayer a la tarde, a casi 24 horas del suceso, Urbano no podía entender cómo los asaltantes pudieron concretar el golpe. Presumía que entraron a la galería y esperaron el momento oportuno para perpetrar el atraco escondidos en el “entrepiso o en el subsuelo” del complejo.
Además no podía disimular la desazón que lo había invadido por la posibilidad frustrada de la venta de su local. Pero no sólo estaba angustiado por él. La desventura de Ricardo también lo preocupaba. “El hombre había sacado un crédito y cerrado un local de compostura del hijo para comprar mi negocio”, se lamentó.
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Fotos
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Marcelo Urbano no puede entender cómo los ladrones sabían que estaba por vender su local y llegaron en ese momento.
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